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18 abril 2023

La huella de carbono de las dietas alimenticias

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Los efectos del cambio climático son ya notorios y evidentes. Por ello, cada vez son más las personas que toman conciencia de la necesidad de adoptar medidas al respecto, y no solo a escala global, sino también a título individual: reciclar, reducir la producción de desechos, optar por productos de segunda mano, desplazarse en transporte público o bicicleta, adquirir productos de cercanía… Y del mismo modo, adoptar una dieta más sostenible —sin que ello conlleve comprometer la salud propia. 

BBVA-OpenMind-Barral-Huella carbono dietas_1 Las dietas más emisoras, la paleo y keto producen, respectivamente, unas 3 y 4 veces más gases invernadero que la vegana. Crédito: Image Source/Getty Images
Las dietas más emisoras, la paleo y keto producen, respectivamente, unas 3 y 4 veces más gases invernadero que la vegana. Crédito: Image Source/Getty Images

Una decisión bastante más trascendente de lo que a priori invita a pensar pues tal y como afirma Gregory Keoleian, director del Center for Sustainable Systems de la Universidad de Michigan, “los consumidores son los que más pueden influir en reducir las emisiones de carbono de la alimentación modificando sus dietas”. Una decisión que, además, puede llegar a tener un efecto multiplicador, ya que las elecciones de los consumidores condicionan a los productores. Es decir, si cada vez más gente opta por un determinado tipo de alimentos y limita su consumo de otros, esta tendencia acabará por verse reflejada en la producción a escala global. 

El estudio

Un reciente estudio efectuado por investigadores estadounidenses ha analizado la huella de carbono de las principales dietas o estilos de alimentación seguidos en Estados Unidos —que se pueden hacer extensibles a todo el primer mundo—.

Las seis dietas analizadas fueron la vegana, la (ovolácteo) vegetariana, la pescetariana, la keto o cetogénica, la paleo y la omnívora. Los resultados señalan que, en lo que respecta a la huella de carbono, en términos de equivalente de CO2 (eq-CO2), la dieta vegana genera 0,69 Kg de eq-CO2/1000 Kcal; la vegetariana 1,16 Kg de eq-CO2/1000 Kcal; la pescetariana 1,66 Kg de eq-CO2/1000 Kcal; la omnívora 2,23 Kg de eq-CO2/1000 Kcal; la paleo 2,62 Kg de eq-CO2/1000 Kcal y la keto 2,91 Kg de eq-CO2/1000 Kcal. 

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Es decir, que las dietas más emisoras, la paleo y keto producen, respectivamente, unas 3 y 4 veces más gases invernadero que la vegana. Y casi el doble que la pescetariana. 

Alimentación

Nuestra alimentación —todo lo que implica producir, procesar, transportar y eliminar la comida que ingerimos— genera más de un tercio de las emisiones totales de gases con efecto invernadero del planeta. 

 

BBVA-OpenMind-Barral-Huella carbono dietas_2 El uso de la tierra para la alimentación es responsable del 20% de las emisiones totales del planeta. Crédito: Holger Hollemann/picture alliance via Getty Images
El uso de la tierra para la alimentación es responsable del 20% de las emisiones totales del planeta. Crédito: Holger Hollemann/picture alliance via Getty Images

Las emisiones causadas por la comida se pueden dividir en 4 grandes categorías: 

1) Las derivadas del uso de la tierra —entendido esto como la agricultura y la ganadería, pero también las diferentes alteraciones y actuaciones en el terreno asociadas: tala, bombeo y transporte de agua, etc. —.

2) Las generadas por el consumo de energía para producirla, procesarla, empaquetarla y transportarla.

3) Las emisiones industriales derivadas de la producción de compuestos químicos diversos: plásticos para embalaje, conservantes, fertilizantes, insecticidas, abonos, …

4) Las emisiones vinculadas al tratamiento de residuos y excedentes.

De entre todas ellas, la primera categoría—el uso de la tierra—es la que contribuye en mayor medida, siendo responsable del 20% de las emisiones totales del planeta. Pero, en conjunto, las otras tres fuentes de emisiones suponen una contribución equivalente, es decir, alrededor de otro 20%.

Dieta keto o cetogénica

La dieta keto es la que genera una mayor huella de carbono a consecuencia de su alto consumo de proteínas y grasas, y un consumo muy limitado de hidratos de carbono. Estas proteínas son fundamentalmente de origen animal, dado que las principales fuentes proteicas vegetales (legumbres, frutos secos) también aportan una considerable cantidad de carbohidratos. 

Los alimentos de origen animal terrestres son con mucho el alimento que más contribuye a la huella de carbono de la dieta. Crédito: Nina Firsova / Alamy Stock Photo

Los alimentos de origen animal terrestres—y dentro de estos la carne, especialmente la de los rumiantes—son, con mucho, el alimento que más contribuye a la huella de carbono de la dieta. Mucho más que los cereales y legumbres. Algo que es bastante fácil (e intuitivo) de entender si volvemos la vista a la cadena trófica. Cuando nos alimentamos de productos vegetales, somos consumidores primarios. Sin embargo, cuando lo hacemos de productos animales, somos consumidores secundarios. Es decir, hay una etapa intermedia más. Y esto significa que se duplican todos los procesos emisivos. Por ejemplo: producir patatas requiere el uso de una determinada extensión de tierra y consumo de agua. Pero producir carne requiere el uso de terreno y agua para producir el pienso con el que alimentar a las reses y, además, el consumo de las explotaciones ganaderas (y las muy importantes emisiones de metano a modo de flatulencias del ganado). Y lo mismo con los productos químicos necesarios, el transporte y procesado, y el tratamiento de residuos.

Dieta paleo

La denominada dieta paleo es la segunda con mayor impacto climático. Nuevamente por tratarse de otra dieta caracterizada por el consumo de carne fundamentalmente terrestre, ya que se asume—aunque los últimos descubrimientos al respecto empiezan a relativizar esta creencia—que nuestros ancestros del paleolítico preferían la caza a la pesca; y también por restringir la ingesta de muchos productos de origen vegetal: además de carne terrestre, la dieta paleo permite el consumo de huevos, pescado y marisco, frutos secos, frutas, semillas y algunos vegetales—aunque no aquellos con un elevado contenido en almidón—prescindiendo de cereales, legumbres, lácteos, verduras ricas en azúcares y todo tipo de procesados.

Esto explica su importante impacto, ya que se ha calculado que si en Estados Unidos se prescindiese de 90% de carne de res y del 50% del consumo de alimentos de origen animal y se sustituyese por alimentos de origen vegetal, para 2030 se dejarían de emitir más de 2.000 millones de toneladas de gases con efecto invernadero a la atmósfera. Para ponerlo en contexto, el equivalente a retirar de la circulación durante un año a la mitad de los coches que hay en el planeta. Y la población estadounidense, que actualmente se cifra en unos 336 millones de personas, representa solo el 4% del total mundial y el 25% de la población del primer mundo, donde se consumen más alimentos de origen animal y donde se puede escoger qué dieta seguir.

Las emisiones vinculadas a la comida de China aumentaron un 50% entre 1990 y 2018, debido al aumento del consumo de carne. Crédito: Kilito Chan/Getty Images

Un dato muy revelador al respecto es que las emisiones vinculadas a la comida de China aumentaron un 50% entre 1990 y 2018, a rebufo del aumento de consumo de carne que pasó de 30 gramos diarios por persona en 1980 a 150 gramos por persona y día en 2010 como consecuencia de la occidentalización —o globalización—de la dieta de la población china en ese lapso.

Dieta pescetariana

Caracterizada porque quienes la siguen solo consumen carne de origen marino (pescado, marisco, moluscos, …), la dieta pescetariana es la tercera menos contaminante. Los mamíferos rumiantes ,debido a la naturaleza fermentadora de su proceso digestivo, liberan una enorme cantidad de metano —un gas con un efecto invernadero 28 veces más potente que el CO2—además de requerir un gran consumo de agua y terreno, por lo que dejan una huella de carbono significativamente mayor que cerdos y aves. 

Los alimentos de origen marino tienen un impacto menor en la contaminación por emisiones de carbono. Crédito: Lew Robertson /Getty mages

Por el contrario, los alimentos de origen marino tienen un impacto menor que cualquiera de los anteriores. Más aún si se opta por consumir moluscos bivalvos y peces pequeños—como anchoas, sardinas…- y otras especies costeras y de bajura, capturadas por pescadores en lugar de por especies procedentes de la pesca de altura —lo que evita las emisiones derivadas del transporte y la preservación de las capturas durante el trayecto. También si se consumen ejemplares de acuicultura: peces como salmones y doradas o crustáceos criados en piscifactoría, a los que sí es necesario aportar alimentos en forma de piensos y aceites, por lo que su producción genera muchos más residuos y emisiones a la atmósfera. Los bivalvos, además, constituyen una de las fuentes de alimento con menor impacto ambiental debido a los escasos requerimientos que implica su cultivo o cría, gracias a su naturaleza de organismos sésiles y filtradores —que obtienen su alimento filtrando el agua.

Dieta vegana

La que genera menor huella de carbono es la dieta vegana, según señala el estudio. Lógico si se tiene en cuenta que los alimentos derivados de animales —carne roja, aves, pescado y marisco, huevos, lácteos y grasas de origen animal—representan el 82% de la huella de carbono vinculada a la alimentación, por lo que su reemplazo por fuentes proteicas y grasas de origen vegetal como legumbres, frutos secos y semillas reduciría el impacto ambiental de forma drástica. De hecho, se ha estimado que, si se prescindiese por completo de los primeros y se sustituyesen por los segundos, las emisiones vinculadas a la dieta se reducirían en más de un 73%. 

Se estima que si se prescindiese por completo de los productos de origen animal, las emisiones vinculadas a la dieta se reducirían en más de un 73%. Crédito: Getty Images/EyeEm

Y no solo eso, sino que el terreno destinado al pastoreo y a cultivos para la alimentación del ganado abarcan más de un 30% de la superficie terrestre, lo cual supone un tremendo impacto para la biodiversidad y la deforestación y, en consecuencia, la pérdida de masa forestal vegetal capaz de secuestrar dióxido de carbono atmosférico. Si estas extensiones fuesen replantadas con una variedad de plantas, se conseguiría aumentar la superficie vegetal y, por tanto, se traduciría en una ingente cantidad de CO2 secuestrado de la atmósfera durante su respiración, del orden de cientos de gigatoneladas. 

Dieta (ovolácteo) vegetariana

La segunda dieta con menor huella de carbono es la ovolácteo vegetariana. A diferencia de la vegana permite el consumo de huevos y leche y sus derivados lo que explica su mayor impacto: solo el sector lácteo es responsable del 4% de las emisiones globales de gases invernadero. Un porcentaje que se dispara hasta el 37% en lo relativo a las emisiones de metano —un gas con un efecto invernadero 28 más potente que el CO2—, además de requerir un gran consumo de agua y terreno.

BBVA-OpenMind-Barral-Huella carbono dietas_7 Solo el sector lácteo es responsable del 4% de las emisiones globales de gases invernadero. Crédito: Istetiana/Getty Images
Solo el sector lácteo es responsable del 4% de las emisiones globales de gases invernadero. Crédito: Istetiana/Getty Images

A pesar de lo cual sigue siendo una apuesta segura: aplicando a los datos del estudio, si una persona omnívora optase por realizar solo cenas vegetarianas—sin renunciar a la proteína animal de mayor calidad, la obtenida de huevos y lácteos—entonces su huella de carbono semanal se rebajaría del orden de 7,7 Kg de eq-CO2. Y, en un año, en unos 385 Kg de eq-CO2 , lo cual ya empieza a ser una cantidad significativa si se tiene en cuenta que la huella de carbono total anual de una persona en un país del primer mundo como España ronda las 5 T de eq-CO2.  A título individual puede parecer una contribución muy pequeña a la causa. Pero deja de ser tan pequeña si multiplicamos esos 385 Kg de eq-CO2 (o 0,385 T) por los 1.300 millones de habitantes del primer mundo , que se convertirían en unos 520 millones de T.  Cuando la contribución global de la producción de alimento se estima en unos 12.000 millones de T de eq-CO2 anuales. 

Dieta omnívora

Es la que siguen todas las personas que no se identifican con ninguna de las otras; esto es, la inmensa mayoría de la población—hasta un 86% en el caso de Estados Unidos—. Es la tercera con mayor huella de carbono. Aunque ambas afirmaciones admiten matices, teniendo en cuenta que el estudio se ciñe a la población estadounidense, que se caracteriza por consumir mucha carne de vacuno.

Si se redujese a la mitad el consumo de carne, lácteos y huevos se lograría una reducción de casi el 40% en las emisiones de gases invernadero vinculadas a la alimentación. Crédito: Getty Images

Se ha estimado que producir la cantidad de carne que consume anualmente un ciudadano estadounidense genera más de 2.000 kilogramos de gases invernadero al año. Eliminar el consumo de carne un día a la semana, reduciría esta cantidad a 1.600 Kilogramos. Y si 2 de cada 3 comidas no incluyesen productos animales, el volumen de emisiones caería por debajo de los 740 kilogramos. Que serían bastantes menos además si la carne, en lugar de ser terrestre, fuese de origen marino y, especialmente, pescado pequeño o moluscos, que no requieren uso de terreno, ni producción de fertilizantes, insecticidas ni medicamentos ni producen flatulencia.

Otro estudio, este efectuado en el ámbito de la Unión Europea, ha concluido que si se redujese a la mitad el consumo de carne, lácteos y huevos se lograría una disminuir en casi el 40% las emisiones de gases invernadero vinculadas a la alimentación.

Miguel Barral

@migbarral

 

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