Elaborado por Materia para OpenMind Recomendado por Materia
6
Inicio Consumo de carne y cambio climático, un debate con muchas trampas
27 julio 2021

Consumo de carne y cambio climático, un debate con muchas trampas

Tiempo estimado de lectura Tiempo 6 de lectura

En la lucha contra el cambio climático hay ciertas directrices que no tienen discusión: no puede ponerse en duda la necesidad de abandonar la extracción y el uso de los combustibles fósiles, incluso si este no es un camino sencillo y existen grandes intereses en contra. Sin embargo, otras cuestiones vienen siempre acompañadas por una polémica que no parece dispuesta a remitir: por ejemplo, la producción y el consumo de carne frente a los vegetales. A estas alturas es difícil negar que la huella de carbono de la ganadería es considerable. Pero entre las ensaladas de datos y cifras que se publican, no siempre congruentes, las corrientes ideológicas que aprovechan el debate para promover sus proclamas, y los argumentos a veces sesgados o incompletos, comer carne o no hacerlo se ha convertido en uno de los debates más sabrosos, y a menudo agriados, en torno a la emergencia climática.

Aunque la cantidad total de emisiones provocada por la ganadería está en disputa, ha demostrado ser una de las industrias con más margen de mejora en cuanto a la contaminación. Imagen: Wikimedia

Aunque el impacto ecológico de las explotaciones ganaderas no es ni mucho menos una preocupación reciente, fue en 2006 cuando un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) titulado Livestock’s Long Shadow, o “la larga sombra de la ganadería”, se erigió como altavoz ante el mundo con un mensaje y una cifra muy concretos y potentes: la ganadería era responsable del 18% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI), una cuota superior a la de todo el transporte mundial.

La contaminación de la ganadería, una larga pelea por las cifras

Pero mientras el público y los medios reaccionaban con aplauso o abucheo, según las inclinaciones de cada cual, otros expertos lo hicieron con estupefacción, ya que aquel dato no cuadraba con los que ellos mismos manejaban. Finalmente los autores del informe de la FAO tuvieron que admitir que su estimación contenía una pequeña gran trampa: las emisiones debidas a la ganadería cubrían todo el ciclo de vida, mientras que para el transporte tomaron la cifra del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), que solo incluía las emisiones directas de la quema de combustibles fósiles.

Así, los datos rectificados por la propia FAO son menos desfavorables para la ganadería: las emisiones directas suman un 5% frente a un 14% del transporte, mientras que para el dato del ciclo de vida de la ganadería, rebajado al 14,5%, no existía una estimación con la que comparar en el caso del transporte, si bien se suponía una cifra mayor. Pero los requiebros de la FAO sembraron una confusión que aún persiste, y que ciertas organizaciones activistas aprovechan para continuar difundiendo el erróneo dato original del 18%.

A grandes rasgos, otros organismos nacionales o regionales ofrecen estimaciones en el mismo orden que las de la FAO. En EEUU la Agencia de Protección Ambiental (EPA) asigna a todo el sector primario (agricultura y ganadería) un 10% de las emisiones, de lo cual una cuarta parte corresponde a la fermentación entérica —la expulsión de metano por parte de los rumiantes— y un 12% a la gestión de los estiércoles. En datos globales de la FAO, estas dos fuentes suman algo más de la mitad de las emisiones de la ganadería, a lo que se suma otro 40% de la producción de alimento para el ganado. Por su parte, la Unión Europea estima también en un 10% la cuota de GEI del sector primario, de lo cual alrededor de un 85% corresponde a la ganadería, incluyendo la producción de alimento.

BBVA-OpenMind-Yanes-Consumo de carne y cambio climatico-un debate con muchas trampas- 2-Dentro de la industria ganadera, la carne de vacuno es la que aporta mayor un número de emisiones, en torno a un 70%. Imagen: pxfuel
Dentro de la industria ganadera, la carne de vacuno es la que aporta mayor un número de emisiones, en torno a un 70%. Imagen: pxfuel

Este pequeño repaso ya revela cómo, entre los datos de las emisiones ganaderas, la elección de las cifras, cómo se presentan y con qué se comparan puede ser un poderoso instrumento de cara a la opinión pública. Basándose parcialmente en las estimaciones de la FAO, en septiembre de 2020 un informe de Greenpeace situaba la cuota de las emisiones de la ganadería en la Unión Europea entre un 12 y un 17%. La organización ecologista incluía contribuciones que otros cálculos separan en capítulos aparte, como la deforestación y el cambio de usos de la tierra, para transmitir el mensaje de que la ganadería europea emite más GEI que todos los coches y furgonetas de la UE.

Matizaciones para una polémica encarnizada

Esto, a su vez, suscitó las críticas por parte de expertos como Frank Mitloehner, científico especializado en calidad del aire y ciencias animales de la Universidad de California que se ha distinguido como uno de los más firmes defensores de la ganadería en el debate climático. Mitloehner señalaba cómo Greenpeace había prolongado la confusión de la FAO al comparar el ciclo de vida de la ganadería con las emisiones directas del transporte. Pero desde el bando contrario, a Mitloehner se le ha achacado un conflicto de intereses al recibir financiación de la industria ganadera.

Pero con independencia de las discrepancias en torno a las cifras, el consenso puede expresarse en los términos que define la FAO en su modelo global de evaluación ambiental de la ganadería (Global Livestock Environmental Assessment Model, GLEAM): “El sector de la ganadería contribuye significativamente a las emisiones globales de GEI inducidas por el ser humano”. Sin embargo, más allá surgen los matices, ya que ni todas las especies animales ni todas las prácticas ganaderas contribuyen del mismo modo: en torno al 70% de las emisiones globales debidas a la fermentación entérica y el estiércol se deben al ganado vacuno, ya sea para la producción de carne o leche, mientras que la contribución es mucho menor en el caso del cerdo (7%), la oveja (4,5%), la cabra (4%) o el pollo (1,5%).

BBVA-OpenMind-Yanes-Consumo de carne y cambio climatico-un debate con muchas trampas Consumo carne 3-Mapa que representa el consumo de carne anual per cápita en el mundo. Fuente: FAO/Wikimedia
Mapa que representa el consumo de carne anual per cápita en el mundo. Fuente: FAO/Wikimedia

Es por ello que los llamamientos a reducir el consumo de carne por motivos climáticos se han centrado sobre todo en el vacuno, lo que ha calado en los medios como la guerra a la hamburguesa o al chuletón. Pero siendo el sector que más GEI aporta, el vacuno es al mismo tiempo el que presenta mayores oportunidades de mitigación. Según la FAO, hay grandes diferencias de emisiones entre distintos productores, dependiendo de las condiciones agroecológicas, las prácticas de explotación y las cadenas de suministro. El GLEAM no analiza el impacto de una reducción en el consumo, pero estima que, si todas las explotaciones se ajustaran a los niveles de las que menos emisiones generan, podría reducirse esta huella en un 33% sin disminuir la producción global.

En concreto, la FAO apunta como áreas de mejora la eficiencia de las explotaciones y la crianza y la salud de los animales, incluyendo una mejor alimentación para reducir la generación de metano —que acumula el 44% de las emisiones de la ganadería—, junto con el ahorro de energía, el reciclaje de los estiércoles y una gestión más eficaz de los terrenos de pasto que ayude a aprovechar su potencial como sumideros de carbono. Por ello, la FAO insta a los organismos competentes a que impulsen y apoyen estos cambios en el sector, y a la investigación para que encuentre nuevas soluciones de alimentación más sostenibles.

Son estas oportunidades las que esgrimen el sector ganadero y ciertos expertos para sugerir que no se trata de eliminar la carne y la leche, sino de producirlas mejor, sobre todo cuando tampoco parece encontrarse un acuerdo respecto a cuánto beneficio se consigue con una reducción de la ganadería: en su informe, Greenpeace alegaba que un recorte del 50% en esta actividad ahorraría una cuota similar de las emisiones de GEI, pero un estudio en EEUU estimó que la eliminación de toda la ganadería solo reduciría las emisiones en un 2,6%, una conclusión que a su vez suscitó respuestas enfrentadas por parte de otros científicos. 

El problema de borrar la carne de un plumazo

Lo cierto es que en torno a la ganadería es difícil encontrar un debate desapasionado, sobre todo cuando son tantos los intereses implicados; un reciente estudio de la Universidad de Nueva York acusaba a ciertas compañías cárnicas y lecheras de “haber contribuido a los esfuerzos de socavar las políticas relacionadas con el clima”, como antes hicieron los gigantes del petróleo. Como en el caso de Mitloehner, otras iniciativas de defensa de la ganadería caen bajo el punto de mira de ciertas organizaciones por apoyarse en científicos cuyo trabajo versa en torno a la alimentación animal. Pero ¿puede considerarse un conflicto de intereses que un científico aporte argumentos sustanciados en favor de su área de especialización?  

Otros estudios también apuntan a la aportación del ganado en el mantenimiento de los ecosistemas y en el sustento alimenticio de países en desarrollo. Imagen: <strong>Wikimedia</strong>
Otros estudios también apuntan a la aportación del ganado en el mantenimiento de los ecosistemas y en el sustento alimenticio de países en desarrollo. Imagen: Wikimedia

Con todo, incluso los propios expertos de la FAO se han preocupado de subrayar que la ganadería es el sustento esencial y la principal fuente de proteínas para la mitad de los casi 800 millones de personas que viven en extrema pobreza, y que su eliminación aumentaría la inseguridad alimentaria y la desnutrición. Según un reciente informe de la Comisión Europea (CE) sobre el futuro de la ganadería en Europa, “el ganado, especialmente los rumiantes, puede tener un impacto positivo en la biodiversidad y en el carbono del suelo mediante el mantenimiento de praderas y matorrales permanentes y el uso optimizado del estiércol”. La CE añade que no puede meterse toda la ganadería en el mismo saco, y que para “evitar la sobresimplificación en el debate sobre el sector ganadero y su impacto”, el objetivo que debe priorizarse es favorecer la ganadería sostenible y el bienestar animal.

En definitiva, reducir el consumo de carne por parte de los ciudadanos con voluntad para hacerlo y posibilidades de acceso a otras fuentes alternativas de alimento es sin duda una opción personal a favor del clima. Mientras tanto, la ciencia y la industria progresan hacia otra meta no menos controvertida, la carne de laboratorio; una solución para unos, una aberración para otros. Pero como a menudo ocurre en el debate medioambiental, la clave del esfuerzo común puede estar más bien en volcar las energías que a veces se pierden en la confrontación hacia un objetivo más productivo: potenciar las vías para la sostenibilidad.

Javier Yanes

@yanes68

Comentarios sobre esta publicación

El nombre no debe estar vacío
Escribe un comentario aquí…* (Máximo de 500 palabras)
El comentario no puede estar vacío
*Tu comentario será revisado antes de ser publicado
La comprobación captcha debe estar aprobada