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14 octubre 2019

El cambio demográfico global: El futuro cierto

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Demografía: El futuro cierto

Como explica Joseph Coughlin en un artículo publicado recientemente en el MIT Technology Review, titulado “Old Age is Over if You Want It (El fin de la vejez, cuestión de querer)”, de entre todos los retos a los que se enfrenta la humanidad, el cambio demográfico global es el más predecible, y, hasta cierto punto, el más cierto. A pesar de que ahora sabemos mucho acerca de la escala del reto al que se enfrenta la humanidad debido a asuntos como el cambio climático, la inteligencia artificial y los avances en medicina, los plazos y la naturaleza de dichos retos siguen planteando grandes interrogantes. Sin embargo, los demógrafos están razonablemente seguros de que nos enfrentamos a grandes cambios en el ritmo de crecimiento de nuestras poblaciones y en su estructura, y sabemos en gran medida cuándo y dónde se van a producir estos cambios.

¿De qué estamos seguros?

Esto es lo que es más “seguro” en lo que a cambios demográficos a escala global se refiere: 

  • La población global está creciendo más despacio y se estabilizará a lo largo del presente siglo. Entre 1950 y 2018 el crecimiento medio anual fue del 1,6%. En la actualidad, este nivel se sitúa en el 1%. Declinará gradualmente a lo largo del siglo para concluir el siglo en un nivel que tenderá a cero. La población en el planeta se estabilizará en torno a los 11.000 millones. 
  • Nos hacemos más viejos. El porcentaje de la población por encima de los 65 años de edad pasará del 5% en 1950 al 15% en 2050 y representará un cuarto de la población mundial en 2100. El año 2018 marcó un punto de inflexión demográfico de época. Por primera vez, en el planeta hay más personas con más de 65 años de edad que niños que niños con menos de cinco.
  • A pesar de que son de carácter generalizado, la distribución de estas tendencias varía bastante entre regiones. El mapa adjunto (Fig. 1) muestra las proyecciones de evolución en tamaño de la fuerza laboral frente a la población total para los próximos 30 años. Cuanto más oscuro el color, mayor el ritmo de envejecimiento. A nadie debería sorprenderle la presencia de Europa, Japón y los Estados Unidos figuren en esta lista. Pero si miramos a China (donde su política de un hijo por pareja ha tenido tanto éxito), su mercado laboral se está reduciendo a un ritmo incluso superior que el de Japón. Incluso en algunos de los grandes núcleos de población en América Latina, especialmente en Brasil, los porcentajes de población en edad laboral están disminuyendo. 

Fig 1.  Evolución del porcentaje de población en edad laboral 2020-50 (puntos porcentuales)

Nota: La edad laboral va desde los 15 a los 64 años.
Fuente: División de Población de las Naciones

De hecho, según un estudio del Banco Mundial (2016), este envejecimiento está teniendo un impacto importante sobre las economías más pujantes del mundo: hoy por hoy, los países con fuerzas laborales menguantes aportan el 90% del crecimiento económico global. Los principales centros de crecimiento demográfico sostenido se sitúan en el subcontinente indio y el áfrica subsahariana. A esta última región, en concreto, se va a deber más de una cuarta del crecimiento total de la población hasta final de siglo. El porcentaje de la población mundial que vive en países de rentas altas va a descender del 32% en 1950 al 10% en 2050.

¿De qué no estamos tan seguros?

Hemos visto que la escala y ubicación física de estos cambios poblacionales están más o menos acotadas. Lo que no está tan claro es de si se trata de algo bueno o malo. Para empezar, deberíamos apuntar que esta situación es el resultado de causas positivas: la esperanza de vida global se ha incrementado desde los 47 hasta los 72 años a lo largo de este siglo. Las tasas de fertilidad han decaído, en parte por la incorporación de un porcentaje mayor de mujeres al mundo laboral en las economías avanzadas y a las menores tasas de mortandad maternal e infantil en economías en vías de desarrollo.

Ahora, centrándonos en el lado más positivo, saber con tanta antelación que va a haber 1.200 millones de humanos con más de 65 años, frente a los 700.000 de hoy, implica que se pueden diseñar productos y servicios a medida para este perfil de preferencias y renta de este grupo demográfico. La evolución de los perfiles demográficos va a cambiar de manera radical lo que las economías avanzadas y en vía de desarrollo demandan, con implicaciones que abarcan desde el tipo de bienes y servicios, hasta los flujos de trabajo y capitales. Las empresas y gobiernos tienen que preguntarse si están debidamente posicionadas para sacar provecho de estos cambios. Investigaciones de MIT AgeLab apuntan a que ya existe un gran desfase entre las expectativas de los productores y de los consumidores (Coughlin 2019).

Sin embargo, al igual que ofrece nuevas oportunidades, esta situación también plantea nuevos problemas. En última instancia, el impacto del cambio demográfico sobre el crecimiento económico dependerá de la tecnología y de nuestra capacidad de generar mejores resultados e ideas con menos mano de obra. La aportación de la población al crecimiento económico (Fig 2) ha descendido drásticamente en los últimos años y, atendiendo a la extrapolación lineal de estas tendencias, pronto se convertirá en un lastre para el crecimiento potencial. 

Fig 2. Aportaciones al crecimiento potencial en mercados avanzados frente a los emergentes 2001-20

BBVA-OpenMind-Bryce Quillin-Changing Global Demographics_The Certain Future-2-Source: International Monetary Fund.
Fuente: Fondo Monetario Internacional

Esta situación, aunque no es una certeza que vaya a producirse, sí que apunta a que van a surgir nuevos retos:

  • Un reto es que la disminución en el número de trabajadores puede significar que la capacidad de generar nuevas ideas, la palanca fundamental del crecimiento de la productividad, podría estar más limitada. La respuesta, citando las palabras de Paul Romer, es que necesitamos más descubridores (esto es, científicos) y necesitamos incrementar la productividad de la investigación científica.
  • La evolución demográfica podría impulsar la automatización, incluso en áreas donde el ritmo de envejecimiento no es tan pronunciado. Según un trabajo de Acemoglu y Restrepo (2018), el impacto de la demografía sobre la productividad es ambiguo porque la automatización ya es mayor en aquellos sectores más capaces de adaptarse a ella y en países más envejecidos. La ratio de robots industriales por cada 1.000 trabajadores industriales es de 9,14 en los EEUU, 14,2 en Japón y 20,1 en Corea (Fig.3) Sin embargo, a medida que las economías que más envejecen fabrican y exportan robots, estas tecnologías podrían comenzar a reemplazar mano de obra, incluso en aquellos países donde la población en edad laboral sigue creciendo.

Estos desarrollos no apuntan de ninguna manera a un escenario catastrófico, pero nos exigen replantearnos cómo gestionamos nuestros gastos, inversiones y estrategias de cara al futuro. 

Fig 3. Relación entre envejecimiento y automatización

BBVA-OpenMind-Bryce Quillin-Changing Global Demographics_The Certain Future-3-Source: UN Population Division and International Federation of Robotics.
El tamaño del punto está determinado por el porcentaje de la fuerza laboral empleada en la industria.
Fuente: División de Población de las Naciones Unidas y Federación Internacional de Robótica.

Referencias

Acemoglu, Daron and Pascual Restrepo (2018) “Demographics and Automation,” NBER Working Paper No. 24421.

Coughlin, Joseph F. (2019) “How old age was invented,” MIT Technology Review, Vol. 112, No. 5, Sep/Oct.

World Bank (2016) Global Monitoring Report 2015/2016: Development Goals in an Era of Demographic Change.

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