La humanidad tiene claro que nuestro planeta ha perdido el equilibrio para subsistir por sí mismo. De eso hace más de 30 años. Tiene claro que las grandes zonas de bosques, aparte de capturar CO2 están también empezando a expulsarlo, por la plaga de incendios forestales que nos asola cada año, y que los preciosos campos de posidonia del fondo de los mares, cada vez más mermados, no dan abasto para absorber el suficiente dióxido de carbono que sería necesario. Ante esta situación, no cabe otra que el ser humano tome cartas en el asunto e idee sistemas para echar un mano a la naturaleza, que ha contribuido a estropear. Pero, aparte de los conocidos acuerdos políticos entre países para reducir las emisiones de dióxido de carbono (Cumbre de Kioto, de París, de Egipto…), de forma paralela, la ciencia se ha puesto manos a la obra para crear materiales y sistemas que ayuden en esa captura de dióxido de carbono.
Cuando Susana García López (Tíos, Lena, Asturias, 1977) acabó sus estudios de ingeniería química y empezó a conocer precisamente las posibilidades de toda esa parte de la ciencia relacionada con el cambio climático, la reducción de emisiones de dióxido de carbono a la atmosfera y su vínculo con la utilización de combustibles fósiles, lo tuvo claro. A eso iba a dedicarse. Fue en 2005. “Por aquel entonces ya se exploraban procesos de captura y almacenamiento de CO2, lo cual me pareció un reto tecnológico fascinante”, recuerda esta ingeniera. “Por lo tanto, decidí dedicarme a su investigación y comencé mis estudios de doctorado en almacenamiento de CO2. Desde entonces, he estado investigando y trabajando en aspectos relacionados no sólo con el almacenamiento sin también con la captura y utilización del CO2”. Esta talentosa investigadora dice que “siempre tuvo curiosidad por entender y explorar el funcionamiento de los procesos y los sistemas”.
La educación de nuestra sociedad con respecto a este tema es crucial porque su solución requiere una responsabilidad, individual y colectiva, y una clara concienciación sobre el problema
Casi 20 años después, Susana García López está centrada en investigar nuevos materiales y sistemas para capturar dióxido de carbono de la atmósfera. Es catedrática en Ingeniera Química y de procesos en la Universidad de Heriot-Watt (Edimburgo, Reino Unido) y también dirige el equipo de Captura, Utilización y Almacenamiento de CO2 (CCUS) en el Research Centre for Carbon Solutions (RCCS).
El principal objetivo de sus investigaciones es abordar los retos científicos, tecnológicos y económicos que impiden la implementación de sistemas de captura, utilización y almacenamiento de CO2 en el tejido industrial y energético. “Específicamente, en el área de la captura de CO2, mi trabajo se centra en identificar las tecnologías y materiales para captura de CO2 que son económicamente optimas y viables y, al mismo tiempo, sostenibles”, explica la científica. “Esto requiere llevar a cabo ciencia a nivel fundamental pero inspirada por los requerimientos del proceso, no solo tecnológicos sino también económicos y medioambientales. En otras palabras, mis investigaciones establecen vínculos y puentes entre la ciencia básica y la aplicada”, aclara.
Cada vez esta mas claro, que la solución a problemas tan cruciales como la reducción de emisiones de CO2, necesita colaboraciones a nivel global e interdisciplinar
Pero, ¿cuáles son esos procesos en los que trabajan para capturar dióxido de carbono de la atmósfera? “La concentración de CO2 en la atmosfera es extremadamente baja y esto supone un gran reto tecnológico”, responde. “Actualmente, las principales tecnologías que se están considerando para capturar el CO2 de la atmosfera hacen uso de líquidos y sólidos que funcionan en procesos cíclicos y son capaces de retener y liberar el CO2 cuando las condiciones del proceso se modifican”.
Hace un par de años, esta ingeniera recibió el premio Talento Emergente de la Sociedad de Científicos Españoles en Reino Unido y una de sus contribuciones más recientes, publicada en la revista Nature, consiste en el diseño de nuevos materiales capaces de capturar el dióxido de carbono de forma más eficiente que los actualmente disponibles. ¿Cuál era la novedad que aportaba esa investigación? “El estudio de Nature se centró en una nueva metodología para el descubrimiento de materiales que pudieran capturar CO2 en presencia de otros contaminantes, en particular, el agua. Esta metodología había sido explorada en el campo farmacéutico y nosotros la aplicamos, por primera vez, al descubrimiento de materiales para captura de CO2”, destaca la científica.
El equipo de Susana García López ha contribuido al desarrollo de modelos computacionales que podían ser aplicados para estudiar en profundidad las condiciones geológicas a las que el dióxido de carbono puede ser almacenado. Algo para lo que los avances en Inteligencia Artificial (IA) les está ayudando enormemente, como ella misma cuenta: “Mi equipo evalúa computacionalmente cientos de miles de materiales y su potencial para su aplicación en captura de CO2. Estas evaluaciones y la interrogación tan amplia del dominio de la química generan muchísimos datos e información. En este contexto, hacer uso de la Inteligencia Artificial nos ha proporcionado métodos para analizar y filtrar nuestros datos”. ¿Por ejemplo? “Gracias a la IA hemos identificado las características que son comunes, a nivel molecular, en aquellos materiales que son óptimos para un determinado proceso de captura de CO2”.
Los mayores avances en la captura de CO2 del aire tendrán lugar a corto plazo, dentro de los próximos 2 a 5 años
Pero los avances más brutales en este terreno, están por llegar. Y no dentro de mucho tiempo. “Personalmente, creo que los mayores avances en la captura de CO2 del aire tendrán lugar a corto plazo, dentro de los próximos 2 a 5 años. Las políticas y compromisos a reducir las emisiones de CO2 de los distintos gobiernos a nivel mundial, así como la tracción que el problema ha generado en la industria, está proporcionando un ecosistema que es ideal para la innovación e investigación”. Como resultado, muchos grupos e instituciones están desarrollando una gran variedad de tecnologías y será en los próximos años cuando las tecnologías con más potencial estén claras y empiecen a utilizarse.
Como en tantos otros campos de la investigación científica, los expertos de alto nivel de distintas partes del mundo colaboran en los proyectos con proyección. “Hay un gran abanico de expertos e instituciones a nivel mundial que investigan esta cuestión. También hay muchos programas de financiación que fomentan las colaboraciones a nivel internacional ya que cada vez esta mas claro, que la solución a problemas tan cruciales como la reducción de emisiones de CO2, necesita colaboraciones a nivel global e interdisciplinar”, resalta esta ingeniera. Y pone un ejemplo de este tipo de colaboraciones: “Mi equipo lidera en el proyecto USorb-DAC, donde colaboramos con expertos reconocidos internacionalmente en el área de la modelización molecular (EPFL-Suiza), la química inorgánica (CNRS-Francia), la caracterización molecular (UC Berkeley, USA) y la evaluación de los ciclos de vida (ETHZ- Suiza), por mencionar algunos”.
Es difícil de creer que hoy en día todavía haya gente que siga negando el cambio climático. Los científicos han proporcionado evidencias claras sobre las causas y las consecuencias del cambio climático
Esta científica insiste en que los ciudadanos podemos y debemos poner nuestro granito de arena para ayudar a la solución de este problema, que nos afecta a todos: “La educación de nuestra sociedad con respecto a este tema es crucial y un factor clave. Alcanzar nuestros objetivos en cuanto a la reducción de emisiones requiere una responsabilidad, no sólo individual pero también colectiva, y una clara concienciación sobre el problema. Todos debemos aceptar el reto y avanzar de forma conjunta y con unos objetivos claros”.
Y hablando con una persona que está dedicando su vida a investigar cómo luchar, desde la ciencia, contra el cambio climático y la reducción de emisiones de dióxido de carbono a la atmosfera, es inevitable preguntarle qué piensa cuando escucha a los negacionistas del cambio climático y qué les diría: “Es difícil de creer que hoy en día todavía haya gente que siga negando el cambio climático. Los científicos han proporcionado evidencias claras durante las pasadas décadas referente a las causas y las consecuencias del cambio climático. Incluso ignorando todas esas evidencias documentales, los cambios extremos de clima que estamos viviendo actualmente, entre otros efectos, deberían ser suficiente evidencia de que algo no está yendo en la dirección correcta”.
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