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24 julio 2020

Cómo rebatir a los negacionistas de la crisis climática

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El grado de concienciación de la población de la necesidad de actuar contra el cambio climático para garantizar la supervivencia de los seres humanos y el resto de especies en el planeta es cada vez mayor. La generalización de los términos “crisis climática” o “emergencia climática” en los últimos tiempos es prueba de ello, y poco a poco la preocupación por la sostenibilidad y los hábitos más respetuosos con el planeta se están introduciendo en los hogares. 

A pesar de esto, junto a las numerosas voces de alarma sobre la urgencia de la situación, todavía perviven otras que niegan que exista un problema, o sin ir tan lejos, cuestionan su gravedad o la necesidad de que los ciudadanos se involucren en su solución. A continuación se recopilan algunos de los argumentos más frecuentes, y las respuestas que puede aportar la ciencia. 

El cambio climático existe, y es un problema urgente

“También hay estudios que afirman que no existe el cambio climático causado por los humanos”

No hay duda de que los estudios que ratifican el aumento de las temperaturas del planeta en las últimas décadas por la acción humana son mayoritarios, aunque el porcentaje concreto sí ha sido fuente de debate. Durante años, se ha repetido el dato de que el 97% de los estudios científicos que lo analizaban llegaban a la conclusión de que el cambio climático causado por la actividad humana era una realidad, dejando a los científicos escépticos solo en el 3%. Fuentes oficiales citan este dato, como por ejemplo la Nasa

Los estudios que ratifican el aumento de las temperaturas del planeta en las últimas décadas por la acción humana son mayoritarios. Imagen: Scott Graham (Unsplash)
Los estudios que ratifican el aumento de las temperaturas del planeta en las últimas décadas por la acción humana son mayoritarios. Imagen: Scott Graham (Unsplash)

Las aproximaciones a este porcentaje se suelen llevar a cabo a través del análisis de sumarios de los estudios sobre cambio climático publicados en una franja de tiempo determinada, con las consiguientes dificultades para poder afirmar de forma contundente en ciertos casos la opinión de algunos de los autores a través de la lectura de este fragmento. Un artículo de Forbes estudió en 2016 la veracidad del porcentaje del 97%, y concluyó que el porcentaje podría situarse en realidad en la horquilla de entre el 80% y el 90%. No obstante, más de un 80% sigue siendo una amplísima mayoría.

“La contaminación no mata a nadie”

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, cada año fallecen más de un millón de personas debido a la contaminación atmosférica urbana. Esto se debe a que “los residentes de las ciudades donde hay niveles elevados de contaminación atmosférica padecen más enfermedades cardiacas, problemas respiratorios y cánceres del pulmón que quienes viven en zonas urbanas donde el aire es más limpio.” Además, la contaminación eleva los riesgos para personas afectadas de asma de sufrir una crisis.

“Siempre ha habido épocas de más calor y más frío”

Según datos de Naciones Unidas, desde 1980 cada década ha sido más cálida que la anterior. Ante esto, una de las frases más repetidas es que el cambio climático es un proceso natural, y por tanto, no hay por qué preocuparse aunque los últimos años estén siendo más cálidos. 

Aunque oficialmente se registran datos de temperatura solo desde 1850, para los años anteriores se llevan a cabo estimaciones basadas en sedimentos, anillos de los árboles o los núcleos de hielo. Estos datos históricos muestran indicios de que, si bien es cierto que hay fluctuaciones de temperatura en los últimos 2000 años, estos nunca han sido drásticos y generalizados como los sucedidos en las últimas décadas

Por ejemplo, la llamada “Pequeña Edad de Hielo”, como se conoce al periodo frío que abarcó del siglo XIV al siglo XIX, alcanzó sus temperaturas más bajas y extremas en distintos siglos en función de la zona. Frente a esto, los récords de altas temperaturas se suceden en los últimos años de forma generalizada en todo el globo.

Responsabilidad individual

Además de los de los argumentos anteriores, existe otro tipo de reticencias respecto a la necesidad de colaborar a nivel individual en la lucha contra el cambio climático. Es decir, hay ciudadanos que no es que crean que la crisis climática no existe, sino que solo los gobiernos y las instituciones supranacionales tienen la capacidad de luchar contra ella, y no se puede reclamar responsabilidades a la población al respecto. En este sentido, también se pueden encontrar afirmaciones comunes como las siguientes

“Reciclar no sirve para nada porque luego juntan todo”

La creencia de que la separación de los residuos en los hogares para su posterior reciclaje es una tarea innecesaria porque en el destino final se vuelven a juntar todos los materiales está muy extendida, por ejemplo, en el caso del contenedor de envases. Y sin embargo, la realidad es la contraria: no solo no se juntan con otros residuos, sino que se separan en subtipos de envases para destinarlos a distintos procesados. Los ciudadanos solo llevan a cabo el primer filtro en sus hogares.  

La falsa creencia de que la separación de los residuos en los hogares para su posterior reciclaje es una tarea innecesaria está muy extendida Imagen: Jasmin Sessler (Unsplash)
La falsa creencia de que la separación de los residuos en los hogares para su posterior reciclaje es una tarea innecesaria está muy extendida Imagen: Jasmin Sessler (Unsplash)

En palabras de Ecoembes, cuando los residuos del contenedor de envases llega a las plantas de selección, “lejos de juntar los residuos que llegan de los camiones a través de los contenedores amarillos, se separan en distintos tipos de materiales. Por ejemplo, en el caso de los envases plásticos, se separa el PET (como botellas de plástico de bebidas, envases de yogures), PEAD (como los envases de champús o suavizantes), film (envoltorios, bolsas de aperitivos…) y plástico mezcla; los envases metálicos, se dividen en acero y aluminio; y los envases briks. Tras separarlos, cada material se envía a la empresa recicladora correspondiente para que, allí, sean tratados adecuadamente y se conviertan en nueva materia prima (o nuevos envases), lista para su utilización.”

“Es un problema global y lo que yo haga no influye en el bienestar general”

La responsabilidad de los individuos en la lucha contra el cambio climático empezó a ser objeto de debate mucho antes de que la crisis climática irrumpiera con fuerza en la agenda mediática. Frente al argumento de que cada granito de arena cuenta, ya en 2003 algunas voces advertían de que el foco en la actividad individual podía provocar que se desviara la atención de la necesidad crucial de llegar a un acuerdo colectivo en materia medioambiental, y es una corriente de pensamiento aún muy vigente hoy en día. 

En un artículo reciente en la revista de la organización ambiental Sierra Club se daban algunas claves sobre este dilema. Por una parte, y aunque sin duda las acciones individuales no son suficientes para solucionar el problema, sí pueden ser contribuciones valiosas. Por ejemplo, Ecoembes estima que “en el año 2019 gracias al reciclaje de 1.505.661 toneladas de envases de plástico, latas, briks, y de papel y cartón, se evitó la emisión de 1,67 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, el equivalente a la totalidad de lo que emiten las centrales de carbón en España durante dos meses.”  

Por otro lado, existe otra razón fundamental para no desestimar la importancia de las acciones individuales, y se trata del efecto contagio que puede tener en las acciones colectivas. Las acciones personales de los ciudadanos tienen repercusiones en las acciones políticas, y se refuerzan la una a la otra. Si de forma general la población está concienciada con la crisis climática y lleva a cabo acciones a nivel individual, es mucho más probable que el clima político sea el favorable para reforzar las iniciativas a nivel colectivo. 

 

Sara González para OpenMind

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