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21 abril 2023

El ganado bombero, los animales que ayudan al planeta

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Hacen lo que está en su naturaleza, tirar al monte. Y de paso limpiarlo, sanearlo y salvarlo de la carbonización si vuelven los superincendios. Son tantos sus beneficios, que parece rentable cualquier inversión en los animales bombero. De hecho, algunos rebaños, ya controlados por GPS, salen adelante solo por su buen modelo de negocio y se utilizan desde España, a Estados Unidos, Portugal o Israel.

Las cabras han acaparado la representación de las especies que apagan incendios antes de que ocurran. Hay ovejas bombero. Y vacas, y caballos. En algunos países, como es el caso de España, se utilizan incluso asnos, como ocurre en la sierra de Collserola, situada en Cataluña. Pero la cabra es el animal emblema, el más usado por su variedad de menú y habilidad escaladora o de abrirse paso en espesuras impenetrables para un humano por muy bombero que sea. La cabra tira al monte. 

Triscan en los cuatro puntos cardinales. Un ejemplo de su uso en España lo encontramos en las Islas Canarias. En la isla de Gran Canaria, unas 8.000 cabras al cargo de 41 pastores limpian de maleza 8.000 hectáreas, particularmente los barrancos que se convierten en altos hornos si prende una brizna. El Cabildo ha calculado el coste por hectárea limpiada y salvada en unos 180 euros, frente a los 1.000 de una cuadrilla de desbrozadores. Dice que en los grandes incendios isleños de 2017 y 2019, los frentes se pararon justo en las zonas pastoreadas. A números parecidos llega el Consejo Superior de Investigaciones Científicas español (CSIC), el rebaño es un 75% más barato.

La cabra, y en general el herbívoro bombero son un modelo de gestión clave para prevenir los GIF, los Grandes Incendios Forestales. Crédito: David Ramos/Getty Images

Pero también se han ideado modelos de negocio basados en este sistema. Uno de ellos es el protagonizado por una pastora de cabras, que recorre la zona oeste de Estados Unidos en un vehículo en el traslada a su rebaño a los territorios que necesitan sus servicios, ayudando a la recuperación de las zonas devastadas por el fuego y previniendo a su vez que se produzcan nuevos incendios, según contó el New York Times.

Y en Israel Una investigación del Open Landscape Institute (OLI) del Museo Steinhardt de Historia Natural en la Universidad de Tel Aviv busca expandir y alentar el pastoreo de cabras en Israel para su prevención en incendios en zonas donde el crecimiento de las plantas es denso.

Desde el 2014, los rebaños de cabras se utilizan también para la prevención de incendios forestales en algunas zonas de Estados Unidos. Por ejemplo, en West Sacramento, una ciudad ubicada en el condado de Yolo, en el estado estadounidense de California, unos rebaños se encargan de limpiar la maleza y el pasto alto en lugares potencialmente inflamables, como explica The Washington Post. Esto permite que se cree unos cortafuegos, es decir, un espacio abierto que ayude a detener un incendio. Como anécdota, en este mismo estado, ayudaron a salvar la biblioteca del expresidente Ronald Reagan, según BBC News, y se están usando como un arma frente a los incendios forestales que asolan a menudo el estado de California.

La cabra, y en general el herbívoro bombero, parece un “todo ventajas”. “La experiencia y la literatura académica en España y Europa demuestran que es un modelo de gestión clave para prevenir los GIF, los Grandes Incendios Forestales”, explica Guillem Armengol, técnico de proyectos en una Fundación, la Pau Costa,.

Los animales bombero permiten diversificar la estructura vegetal y con ella la biodiversidad, además de mejorar las propiedades del suelo. Crédito: Sundry Photography
Los animales bombero permiten diversificar la estructura vegetal y con ella la biodiversidad, además de mejorar las propiedades del suelo. Crédito: Sundry Photography

 “Los rebaños son aliados imprescindibles para mantener un paisaje dinámico, vivo, heterogéneo con campos agrícolas, pastos, espacios abiertos y bosques, más resiliente frente a los GIF que seguro nos depara el futuro”. 

Limpiar y sanear, como si de una poda se tratase, “permite diversificar la estructura vegetal y con ella la biodiversidad, además de mejorar las propiedades del suelo”, continúa el experto. Hablábamos de versatilidad caprina, que se potencia en rebaños mixtos. Las cabras consumen herbáceas y también brotes y partes leñosas, son multitarea y más agrestes que las ovejas. Pero necesitan pastor y perros, podrían generar roces en una zona forestal con mucho turista y mucho deportista. En ese caso se pueden usar burros o caballos. 

Un estudio científico, de la Cátedra de Micología  de la Universidad de Valladolid, detalla esa función de los animales. Por ejemplo, las vacas comen de 20 a 30 kilos diarios de hierba seca e inflamable. Por tanto, pueden ser eficaces en espacios abiertos. Incluso en los cortafuegos que dejan de serlo y se convierten en corredores de las llamas cuando por falta de mantenimiento prolifera la hierba. El estudio precisa una media de dos cabras por cada hectárea de monte cuando un caballo puede mantener 10 y limpiar lastones y cardos espinosos, muy inflamables cuando se resecan. 

Un pastoreo que se controla por GPS

El concepto de especies mixtas incluye a la humana. Los animales forman equipo con bomberos o gestores forestales, ya se instalan GPS en los rebaños para controlar el pastoreo por cuadrantes. El desbroce y la recuperación de sendas y cañadas permiten a las personas llegar adonde se lo impedía la maraña vegetal. Por ejemplo, para acceder a puntos de agua.

Las administraciones españolas conocen esta lista de ventajas. Por ejemplo, se calcula que hay unas 32.000 cabras y ovejas bombero en Andalucía y, en Madrid, rondarían los 19.000 animales dedicados a esta tarea, sumando también los caballos y vacas. Se usan con mayor o menor grado en todas las comunidades autónomas españolas. ¿Por qué entonces siguen desatados los incendios, particularmente los salvajes como el de la Sierra de la Culebra, en la comunidad autónoma de Castilla y León, que en una sola noche devoró 15.000 hectáreas?

Las vacas comen de 20 a 30 kilos diarios de hierba seca e inflamable, por lo que pueden ser eficaces en espacios abiertos. Crédito: Sylvain Sonnet/Getty Images
Las vacas comen de 20 a 30 kilos diarios de hierba seca e inflamable, por lo que pueden ser eficaces en espacios abiertos. Crédito: Sylvain Sonnet/Getty Images

Varios motivos. Greenpeace señala, en primer lugar, un calentamiento con eventos de temperatura extrema que, si el siglo pasado alcanzaron el 0,1% de la superficie terrestre, en 2021 aparecieron en el 22%, y subiendo. Si en el siglo XX los incendios del verano se apagaban la primavera anterior, cuando nace la vegetación que será yesca, ahora ese pastoreo preventivo debe hacerse todo o casi todo el año. 

Puede ser bucólica la imagen de un paraje con sus cabras, pero no lo parece tanto el negocio. Las cabras son duras y delicadas a un tiempo, su cuidado exige conocimiento, vocación, dedicación —oficio 24 x 7—, cuando escasea el relevo generacional. Los ganaderos tienen que invertir en comprar animales, en instalaciones adecuadas, tratamiento veterinario, alimentación suplementaria, transporte, imprevistos como una enfermedad contagiosa. Y ojalá amortizar con la venta de leche, queso, carne o lana. De ahí que hayan fracasado tantos ilusionados proyectos por falta de ayuda o de planificación.

Una ayuda más a la lucha contra la despoblación del campo que sufren muchos países

Un problema que no deja de ser paradójico: que la despoblación del campo sea un drama en muchos países, lo mismo que la proliferación de incendios, pero no se impulse lo suficiente esta actividad ganadera-comercial para al menos paliar ambos. Armengol considera imprescindible destinar “una compensación económica, que no una subvención, al pastor por los servicios ambientales que presta a toda la sociedad, como la retención de carbono, mejorar las dinámicas hídricas y de reciclaje de nutrientes, además de la prevención de incendios”. Y más allá, “preservar los valores y las actividades tradicionales además de dinamizar las zonas rurales y su economía”.

Es preciso una media de dos cabras por cada hectárea de monte cuando un caballo puede mantener diez, señala un estudio de la Universidad de Valladolid. Crédito: Sergi Escribano / Getty Images
Es preciso una media de dos cabras por cada hectárea de monte cuando un caballo puede mantener diez, señala un estudio de la Universidad de Valladolid. Crédito: Sergi Escribano / Getty Images

¿Cómo? La Fundación Pau Costa desarrolla un programa, Ramats de Foc (Rebaños de Fuego), que aporta pistas. Al menos su progresiva extensión por los montes catalanes apunta a una sostenibilidad económica que contribuye a la medioambiental. Básicamente hace comunidad en un objetivo compartido. Conecta toda una red de ganaderos, pequeños negocios (carnicerías, tiendas, talleres de artesanía, restaurantes, bares…) y consumidores para apoyar la prevención de incendios haciendo rentables los rebaños gracias al precio justo de sus productos, con etiqueta y sello. Un reclamo no solo apetitoso para un consumidor muy preocupado por la salvación del bosque. 

Según Armengol, el concepto es perfectamente replicable, solo hay que adaptarlo al contexto ambiental, social y económico de cada zona. La viabilidad a medio y largo plazo dependerá no de las cabras, sino de la gente, de cómo pastores, ganaderos, el comercio de proximidad y la administración local las cuiden juntos. “Confianza, voluntad y compromiso, eso es lo que hace falta”.

Juan Pablo Zurdo

 

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