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20 enero 2021

Cinco grandes momentos de la historia de la exploración marina

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Los océanos cubren más del 70 % del globo y casi 3.000 millones de personas dependen de la biodiversidad marina y costera para subsistencia, y sin embargo, los fondos marinos guardan todavía muchos misterios para el ser humano. 

En reconocimiento a la importancia crucial de los ecosistemas marinos para el desarrollo de la vida humana, y con el objetivo de involucrar a más instituciones y a la sociedad para lograr un mayor conocimiento y protección de los mismos, la ONU ha proclamado el periodo 2021-2030 como la Década de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible. El lanzamiento oficial de la década tendrá lugar en un evento en Berlín el próximo mes de mayo, en lo que será una de las grandes citas de la agenda verde internacional de 2021. Mientras llega la ocasión, para empezar a abrir boca hemos recopilado algunos grandes momentos de la historia de la exploración de los mares y los océanos. Si todo marcha según los planes, en los próximos años se podrán sumar muchos más a esta lista.

Antigua Grecia: del origen de la palabra “océano” a las mareas 

Océano (en griego antiguo Ώκεανός) era el nombre de un dios griego, hijo de Urano y Gea, y personificación de lo que los griegos consideraban que era una gran masa de agua circular que rodeaba a la tierra. 

Un mapa del mundo conocido según Eratóstenes. Fuente: Wikimedia

Además del mismo término de “océano”, a los griegos podemos agradecerles algunos de los grandes primeros descubrimientos de la historia de la geografía en general y de la oceanografía en particular. Si a Pitágoras se le atribuye el descubrimiento de que la tierra era esférica y a Eratóstenes el cálculo de la circunferencia de la tierra y la invención de los conceptos de latitud y longitud geográficas, la relación entre las mareas y el movimiento de la luna fue señalado por primera vez por el explorador Piteas (siglo IV a.C.). 

Hay vida más allá de los 4.000 metros

La expedición Challenger, que transcurrió de 1872 a 1876, supuso un gran avance para una mejor comprensión de los océanos, y sentó varios fundamentos de la oceanografía. Charles Wyville Thomson fue el naturalista escocés que lideró las investigaciones.

El barco salió desde Portsmouth, Inglaterra, el 21 de diciembre de 1872, y recorrió casi 130.000 kilómetros, catalogando más de 4.000 nuevas especies en su periplo, y constató que existía la vida a 4.389 metros de profundidad. Esto rompió con las creencias previas que estipulaban que no era posible la vida marina a más profundidad de 549 metros. Además, también  constató la variación de temperaturas en las profundidades del océano, confirmando así la existencia de la circulación oceánica.

Jacques Cousteau y la escafandra autónoma

Millones de personas en todo el mundo descubrieron las maravillas que existen bajo la superficie de los océanos gracias al explorador y oceanógrafo francés Jacques-Ives Cousteau (1910 – 1997). Sin duda uno de los grandes divulgadores de la ciencia de todos los tiempos, bien se merecería una mención en esta lista solo por el interés sin precedentes que logró alcanzar entre el gran público su retrato de la vida submarina. 

Cousteau dejó el legado que hoy utilizan los submarinistas de todo el mundo. Crédito: Cousteau Society

Pero es que, además de su labor divulgativa, Cousteau dejó como legado, junto con el ingeniero Émile Gagnan, la escafandra autónoma, es decir, el sistema de respiración bajo el agua que hoy utilizan los submarinistas de todo el mundo. Bautizado como Aqua-Lung, este sistema dotaba a los submarinistas de mucha mayor independencia para explorar los fondos marinos, ya que no dependía de la provisión de oxígeno desde la superficie. El propio Cousteau fue el encargado de llevar a cabo la primera prueba exitosa de su invento en junio de 1943. 

Mapeando la superficie del océano desde el espacio

El 10 de agosto de 1992 se lanzó al espacio un satélite trascendental para la investigación oceanográfica. El TOPEX/Poseidon, fruto de la colaboración entre la NASA y la CNES (la agencia espacial francesa), fue clave para obtener datos antes inaccesibles sobre la superficie oceánica, es decir, el nivel del mar en los distintos puntos del globo. 

Los océanos absorben una gran cantidad del calor de la Tierra proveniente del Sol, por lo que las mediciones de la superficie oceánica son clave para una correcta comprensión de los efectos que tienen los patrones de las corrientes oceánicas sobre el clima. También son una herramienta para el estudio de otros campos como los arrecifes de coral, la previsión de huracanes, la navegación o la pesca. 

Reto para 2030: completar el mapa del fondo oceánico

Un conocimiento detallado del relieve oceánico puede ser clave para tomar las medidas necesarias para su preservación, ya que posibilita una mejor comprensión de algunos procesos fundamentales como son, de nuevo, la circulación oceánica, los climas y el aumento del nivel del mar, pero también el transporte de sedimentos o la propagación de tsunamis, entre otros. Sin embargo, hasta el año 2017, tan sólo un 6% del fondo marino se había mapeado con estándares modernos.  

El proyecto Seabed 30, respaldado por más de cien organizaciones internacionales, nació para poner remedio a este mapa en blanco de los fondos marinos, y en junio de 2020 anunció que en sus tres años de existencia se había logrado alcanzar el 19% de mapeo de los fondos oceánicos, casi una quinta parte de la totalidad. El objetivo es lograr alcanzar el 100% en el año 2030. 

 

Sara González para OpenMind

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