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22 mayo 2020

La pérdida de biodiversidad pone en riesgo la salud humana y la del planeta

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Naciones Unidas decidió en el año 2000 que cada 22 de mayo se celebraría el Día Mundial de la Biodiversidad, coincidiendo con el aniversario del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD), que se firmó en 1992.​

La diversidad biológica engloba la variedad de todas las formas de vida en la Tierra. La biodiversidad de hoy es el resultado de millones de años de evolución condicionada por procesos naturales y, cada vez más, por la acción del hombre. Del concepto de biodiversidad dependen y derivan muchas actividades y productos que permiten la existencia del ser humano como especie: la alimentación, el combustible, los microorganismos con los que convivimos, la evolución del clima, fenómenos como las sequías o las inundaciones, la polinización de cultivos y la agricultura, el surgimiento de nuevas enfermedades y plagas, la obtención de medicamentos e incluso, la información genética y la capacidad misma de la especie humana para adaptarse al medio. 

Casi la mitad, (el 47%) de los mamíferos terrestres amenazados y una cuarta parte (23%) de las aves en peligro de extinción habrían sido afectadas negativamente por el cambio climático, según la ONU./ Imagen: Unsplash

2020: un punto de inflexión en la estrategia de biodiversidad

2020 es un año que pasará a la historia por la pandemia de COVID-19, una enfermedad producida por zoonosis (transmisión animal) que ha puesto de manifiesto de manera innegable la correlación entre salud, medioambiente y cambio climático. Al margen de este acontecimiento global, 2020 era ya una fecha marcada en la agenda de la biodiversidad mundial. Este año ha terminado la Década de la Biodiversidad de la ONU  y también se pone fin al Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020  y las Metas de Aichi, esfuerzos colectivos a nivel institucional por poner freno a la devastación de la riqueza biológica mundial provocada por la pérdida de especies de flora y fauna.

La interacción de todas las formas de vida de la Tierra y el medio en el que ocurren (los diferentes ecosistemas) es lo que ha hecho de nuestro planeta un lugar singular para que los humanos podamos habitarlo.

Tales son las cifras referentes a la extinción de especies y a la reducción de la variedad biológica, que los científicos ya debaten si nos encontraríamos o no ante la sexta gran extinción terrestre.

Más de un 85% de los humedales que existían en el año 1700 se han perdido, según la ONU / Imagen: Unsplash

Según la ONU, 1 millón de especies de animales y plantas están en peligro de extinción. En 2018, el informe la organización ecologista WWF estimaba en el informe Living Planet Report que desde 1970 las poblaciones de las especies de vertebrados han sufrido una reducción media del 60%. Naciones Unidas también destaca que más de un tercio de todos los mamíferos marinos, el 40% de las especies anfibios y el 33% de los corales están amenazados por el impacto de los humanos sobre la naturaleza.

Las perspectivas de futuro no son nada halagüeñas. Un informe de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de Ecosistemas (IPBES) revela que, de las especies que ahora están en peligro de extinción, muchas podrían desaparecer en tan solo décadas, “una amenaza de una dimensión sin precedentes en la historia de la humanidad”, según lo ha calificado Naciones Unidas.

Cómo hemos llegado hasta aquí.

En 2019, más de 400 expertos de 50 países clasificaron para la ONU (en orden de relevancia) los cinco grandes impulsores de la degradación de la naturaleza de nuestro planeta en un histórico informe. La obtención de materias primas y la explotación de la tierra y el mar son los factores fundamentales. Nuestra forma de “aprovechar” los recursos de estos medios ha hecho que, a través de la evolución de actividades como agricultura, ganadería, pesca, minería oceánica…ha alterado el 75% del medio ambiente terrestre y alrededor del 66% del medio marino, según la ONU. 

Demografía y recursos naturales

El aumento de la población mundial ha derivado en un inevitable aumento de la explotación de diferentes recursos. En cifras aportadas por Naciones Unidas, actualmente se explotan unos 60.000 millones de toneladas de recursos renovables y no renovables cada año, que provienen del aumento de la demanda de animales, plantas, combustibles, minerales etc.

Cambio climático

El cambio climático es un impulsor directo de la disminución de la biodiversidad que además se acentúa cada vez más. Se estima que la actividad humana habría provocado un calentamiento global de 1,0 °C en 2017 en relación con los niveles preindustriales, lo que tiene efectos directos en muchos aspectos de la biodiversidad como la distribución de las especies, sus dinámicas de población o las propias funciones de los ecosistemas.

“La contaminación es la causa y la consecuencia transversal a todos los impulsores de la pérdida de biodiversidad”, ONU.

Contaminación

La polución del aire, el agua y el suelo condiciona la biodiversidad en todas sus formas. Naciones Unidas ha determinado que, desde 1980, los residuos plásticos se han multiplicado por diez, y además, anualmente se descargan en aguas de todo el mundo entre 300 y 400 millones de toneladas de metales pesados, lodos tóxicos y otros desechos, unos cambios en los ecosistemas del océano que habrían afectado a un mínimo de 267 especies.

Naciones Unidas reconoce que todavía no sabe fielmente las consecuencias de que las micropartículas y nanopartículas de plástico están entrando en las redes alimenticias de nuestro planeta. / Imagen: Unsplash

Especies invasoras

La globalización ha traído consigo el aumento del tráfico aéreo y marítimo, lo que implica además un aumento del intercambio de población y recursos entre países de muy diferentes hábitats naturales, incluyendo especies de flora y fauna exóticas que, fuera de su contexto habitual, suponen una amenaza directa para la salud del planeta y de la propia especie humana. En este sentido, Naciones Unidas calcula que los registros acumulativos de especies exóticas han crecido un 40% desde 1980.

Ciencia y políticas para la esperanza

Naciones Unidas sostiene la idea de que la única solución para revertir en la medida de lo posible el daño causado es redefinir nuestra relación con la naturaleza pues, a pesar de toda las proezas científicas y técnicas conseguidas en las últimas décadas, los humanos como especie dependemos íntegramente de unos ecosistemas saludables y vivos. Así, la idea de que nuestras soluciones están en la naturaleza, sería el punto de partida para enfatizar la concienciación, la solidaridad y la cooperación para construir una futuro sostenible.

En paralelo, la pérdida de la biodiversidad ha dado el salto a los mercados y se ha reconocido como un impedimento mayúsculo para el progreso económico. Instituciones como el Foro Económico Mundial reconocen ya que “la pérdida de biodiversidad es un riesgo para los negocios” y, según los cálculos de la ONU, la tendencia negativa en la evolución de los problemas en materia de biodiversidad y ecosistemas minarán el progreso del 80% de los desafíos contemplados en 8 Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Los retos para el periodo 2020-2030 estarán marcados por la estrategia definida por Naciones Unidas alrededor de la Década de la Ciencia de los Océanos para el Desarrollo Sostenible y la Década de la ONU para la Restauración de los Ecosistemas, que empiezan simultáneamente este año. Asimismo, se espera que antes de finalizar 2020 tenga lugar la Cumbre sobre la Diversidad Biológica con el objetivo de reforzar el apoyo a un marco de biodiversidad global posterior a 2020. El Convenio sobre la Diversidad Biológica hizo público a principios de 2020 el borrador del que será el Marco Global de Biodiversidad post-2020, que se ha marcado como objetivo proteger, al menos, el 30% de la biodiversidad en la tierra y el océano para el año 2030.

Dory Gascueña para OpenMind

@dorygascu

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