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21 enero 2021

Boicot al aceite de palma, peor el remedio

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“Sin aceite de palma” se ha convertido en un reclamo publicitario de numerosos productos, lo que puede inducir a creer que este ingrediente tiene efectos perjudiciales para la salud. Pero sin ser la grasa más saludable del mundo, en realidad la caída en desgracia del aceite de palma obedece a razones medioambientales: en el sureste asiático, la deforestación para abastecer la demanda mundial de este producto contribuye al cambio climático y diezma el hábitat de especies amenazadas, lo que ha espoleado una corriente de boicot. Sin embargo, los expertos advierten: puede ser peor el remedio.

La grasa extraída del fruto de las palmas del género Elaeis se ha empleado tradicionalmente en África y Asia como aceite para cocinar. Su ascenso al mercado global se debió al interés de la industria alimentaria de reemplazar las llamadas grasas trans, producidas mediante hidrogenación de aceites vegetales para obtener un producto más sólido que confiere textura a los alimentos procesados. Cuando en los años 90 las grasas trans se asociaron con perjuicios a la salud cardiovascular, surgió la necesidad de encontrar una alternativa. El gigante Unilever optó entonces por el aceite de palma; sólido pero untable a temperatura ambiente, inodoro e incoloro, estable y resistente a la oxidación. Y además, barato, lo que rápidamente atrajo la atención no solo de toda la industria alimentaria, sino también de los fabricantes de jabones, detergentes, champús o cosméticos, e incluso de los productores de biocombustibles.

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Aceite de palma africano. Fuente: Elaeis guineensis

Hoy el aceite de palma es un ingrediente ubicuo que consumimos a razón de 8 kilos por persona al año y que está presente en casi el 50% de los productos envasados que encontramos en el supermercado. Desde los años 80 se ha más que triplicado la superficie dedicada a su cosecha, que hoy ocupa el 10% de las tierras cultivadas en todo el mundo, pero suministra el 35% del aceite vegetal a nivel global. En Indonesia, que junto con Malasia cubre el 85% de la demanda, la tierra dedicada a la palma aceitera se ha multiplicado por 22 en cuatro décadas. El 77% del aceite de palma se utiliza en los alimentos, pero Europa y EEUU solo absorben el 14% de la producción; Indonesia, China e India consumen casi el 40%. Se espera que para 2050 la producción mundial se multiplique por cuatro.

Beneficios para la salud,  impacto medioambiental y socioeconómico

Desde el punto de vista nutricional, el aceite de palma no alcanza el perfil saludable que ofrece el de oliva, ya que posee más grasas saturadas y menos monoinsaturadas, pero su balance es más favorable que el del aceite de coco o el de semillas de palma. Aunque hay datos discrepantes sobre sus posibles beneficios para la salud, ha llegado a calificarse como un “equivalente tropical del aceite de oliva”. Sin embargo, su principal problema es su impacto medioambiental: en el sureste de Asia, el 45% de las plantaciones ocupan tierras que en 1989 eran selva tropical. La reducción de estas junglas afecta a la supervivencia de animales amenazados como el elefante pigmeo de Borneo, orangutanes, tigres o rinocerontes de Sumatra. Además de la pérdida de biodiversidad, la desaparición de estos bosques agrava el cambio climático al liberar el carbono almacenado, a lo que contribuye también la conversión en plantaciones de turberas ricas en carbono. Por último, se han denunciado asimismo la explotación de trabajadores y el uso de mano de obra infantil.

BBVA-OpenMind-Materia-Boicot al aceite de palma-3-Las plantaciones de aceite de palma ocupan tierras que eran selva tropical y afectan a la supervivencia de animales amenazados como los orangutanes. Fuente: Max Pixel
Las plantaciones de aceite de palma ocupan tierras que eran selva tropical y afectan a la supervivencia de animales amenazados como los orangutanes. Fuente: Max Pixel

Debido a todo ello, ciertas organizaciones e incluso gobiernos han promovido un boicot al aceite de palma, mientras marcas comerciales y cadenas de alimentación se han apuntado al rechazo a este ingrediente. El problema, advierten los expertos, es que desechar el aceite de palma exige encontrar otra opción más sostenible, y la palma aceitera es más eficiente que otros cultivos de aceite vegetal, produciendo más por unidad de tierra; la soja, el coco o la canola requieren entre 4 y 10 veces más superficie que la palma para rendir la misma cantidad de aceite. Según la ecóloga de la Nanyang Technological University de Singapur, Eleanor Slade, que ha estudiado extensamente el problema, sustituir la palma por la soja desplazaría la producción al Amazonas, donde este cultivo duplica la deforestación causada por la palma en Asia.

Según expone Slade a OpenMind, “el consumo y la producción de aceite de palma es un asunto realmente complejo”, y no solo por el impacto medioambiental, sino también porque este cultivo “ha proporcionado muchos beneficios sociales y económicos, y sacado a muchas personas de la pobreza”. Así, añade Slade, “boicotear el aceite de palma tiene también impactos socioeconómicos para los países en desarrollo donde se produce, algo que normalmente los consumidores no saben, y es la razón de que Malasia se haya molestado tanto por las prohibiciones de la Unión Europea al aceite de palma”.

Boicotear el aceite de palma tiene también impactos socioeconómicos para los países en desarrollo donde se produce. Crédito: Uzabiaga-Boicotear el aceite de palma tiene también impactos socioeconómicos para los países en desarrollo donde se produce. Crédito: Uzabiaga
Boicotear el aceite de palma tiene también impactos socioeconómicos para los países en desarrollo donde se produce. Crédito: Uzabiaga

Para el ecólogo Erik Meijaard, de la Universidad de Kent y la consultora de conservación Borneo Futures, “si no entiendes el impacto de un boicot al aceite de palma en los objetivos de sostenibilidad, deberías ser muy cuidadoso al promoverlo”. En concreto, subraya Meijaard en una reciente revisión, aún no se ha estudiado lo suficiente el impacto ambiental de otros aceites vegetales. “Decir no al aceite de palma significa decir sí a otros cultivos de aceite, y está claro que no entendemos las consecuencias de este desplazamiento del problema”, dice Meijaard a OpenMind. Además, añade el ecólogo, los boicots se promueven desde Europa, EEUU y Australia, que son consumidores minoritarios, por lo que su efecto es mínimo.

Buscar productos certificacidos como alternativa al boicot

Como alternativa al boicot, los expertos favorecen la certificación de una producción sostenible. Esta es la misión de la Roundtable for Sustainable Palm Oil (RSPO), una iniciativa de los productores, las industrias implicadas y las ONG que cuenta con sus equivalentes locales en Malasia (MSPO) e Indonesia (ISPO). Actualmente el 20% de la producción está certificada, lo que significa “cero deforestación, no plantar en turberas, estándares en toda la cadena desde productores a consumidores y protección para los trabajadores”, resume Slade. Según la ecóloga, “en este sentido la industria del aceite de palma ha ido mucho más lejos que otras”. La UE ha apoyado activamente la certificación, por lo que, apunta Meijaard, promover boicots es incoherente y “reduce la presión a la industria para mejorar los estándares de producción”.

Mejor que boicotear el aceite de palma, yo animaría a los consumidores a buscar productos certificados por la RSPO, y a implicarse activamente en apoyar la producción certificada y sostenible”, sugiere Slade. Pero la certificación tampoco es un camino sencillo; curiosamente, explica la ecóloga, grandes compañías como Nestlé, Unilever, Palmolive, Ferrero o L’Oréal ya utilizan solo aceite de palma certificado en todos sus productos: “¡Te sorprendería cuántos productos ya contienen aceite de palma certificado!”. Sin embargo, muchas empresas prefieren no publicitarlo “debido a la mala prensa del aceite de palma en los medios”. En contraste, otras marcas pregonan la ausencia de este aceite en sus productos, sin que el consumidor sepa realmente por qué ingrediente se ha sustituido ni cuál es su impacto.

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Vista de una plantación de aceite de palma en Indonesia. Credit: Achmad Rabin Taim

En el fondo, concluye Slade, el aceite de palma no entraña problemas muy diferentes a los de muchos otros productos. “Debemos reconocer que, como población global, estamos provocando deforestación y pérdida de biodiversidad a través de múltiples decisiones como consumidores, de las que el consumo de aceite de palma es solo un caso”: el café, el chocolate, el coco… Y, por supuesto, la carne de la ganadería, responsable de más deforestación que el aceite de palma. “Pocos productos están libres de algún tipo de huella medioambiental, y la situación ideal es que reduzcamos nuestra huella obteniendo alimentos producidos de forma sostenible y certificados”. 

Javier Yanes

@yanes68

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