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10 mayo 2023

Prosopagnosia: Cuando “Quién es quién” no es un juego

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Resulta poco probable no saber a estas alturas qué es la prosopagnosia –también llamada ceguera facial— gracias al publicitado caso de Brad Pitt, recogido en infinidad de artículos y reportajes, en los que se suele presentar este trastorno como una enfermedad rara o muy poco común. 

Pero, ¿realmente es tan poco común? Hasta ahora, se estimaba que la ceguera facial afectaba a un 2% de la población. Sin embargo, un reciente estudio efectuado por investigadores del Harvard Medical School y del VA Boston Healthcare System, ha constatado que la prosopagnosia es un desorden un poco más común de lo que se pensaba, elevando el porcentaje de afectados a 1 de cada 33 personas, es decir, un 3,1% de la población, 240 millones de personas en el mundo. 

Pasatiempo 1: Quién es quién

Para determinar la capacidad de identificación facial los investigadores enfrentaron a los voluntarios del estudio a dos pruebas. La primera de ellas consistía en reconocer nuevas caras. Un test que emula este pasatiempo: dispones de 30 segundos para aprenderte esta galería de caras. A continuación, trata de reconocer todos los rostros que se repiten (y localizar los que no) en la segunda galería.

El origen de la ceguera facial

Este porcentaje, sin embargo, es probable que vaya a más, ya que otro estudio, este efectuado por neurocientíficos del Dartmouth College, apunta a que el Covid persistente puede ser causa de prosopagnosia. 

Este dato no es tan sorprendente: la ceguera facial puede ser una condición congénita, ya sea heredada a través de los genes o por un desarrollo anormal en el cerebro del feto; o bien puede ser adquirida, como consecuencia de una lesión o daño en el lóbulo temporal y/o el occipital. Y es aquí donde entra en juego la Covid, conocido por ocasionar daños en el cerebro como demuestran los numerosos problemas neurológicos originados por el virus ya confirmados, como la pérdida del sentido del gusto y el olfato, pérdida de memoria, déficit de atención y capacidad de concentración, dificultades en el lenguaje y el habla o la niebla cerebral, por ejemplo.

De vuelta al estudio inicial, más allá del dato numérico –que representa un incremento poco significativo— lo más interesante es que ha permitido comprobar que la ceguera facial no es un compartimento estanco, una enfermedad que se sufre o no se sufre, sino que, como muchos otros desórdenes mentales, se trata de un trastorno de amplio espectro.

Pasatiempo 2: Yo a ese lo he visto en la tele

La segunda prueba o test del estudio consistía en reconocer una serie de rostros de personajes famosos. Reto que se mantiene en este pasatiempo con la particularidad de que los rostros se presentan borrosos.

El ser humano evidencia una notable capacidad para identificar rostros conocidos. Una característica que se entiende como una consecuencia o adaptación evolutiva surgida ante la necesidad de reconocer a los miembros de un mismo grupo, clan o tribu. Es decir, a los amigos frente a los desconocidos —y potenciales enemigos.

Pero no todos los individuos exhiben la misma capacidad, sino que esta se presenta como un rango de fiabilidad donde el valor medio marca la normalidad, y donde la prosopagnosia se ubica entonces en el extremo inferior, como un trastorno que se manifiesta con diferentes grados de severidad, desde leve o moderada hasta severa, conforme más nos desplazamos hacia el extremo inferior del rango de valores. 

Retomando las cifras del estudio, un 1% de la población experimenta ceguera facial severa y un 2,1% ceguera facial moderada o leve. Unos datos que implican que al menos un 33% de las personas que padecen el trastorno —y que representan un 1% de la población general— no han sido diagnosticadas y son, simplemente, un desastre para las caras.

Pasatiempo 3: No es ceguera facial, es ceguera nonográmica

Los nonogramas son un tipo de rompecabezas en el que el objetivo es revelar una imagen oculta en el tablero a base de colorear/sombrear algunas de las celdas de la cuadrícula siguiendo los números localizados en los márgenes. Cada número indica las casillas o grupos de casillas contiguas —dejando una o más casillas sin tachar entre cada unidad o grupo— que hay que tachar en cada fila o columna.    

Así pues, ahora el reto es doble: en primer lugar, hay que sacar a la luz el famoso rostro oculto en el tablero; y después tratar de identificarlo.

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Solución

 


Miguel Barral

@migbarral 

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