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04 mayo 2020

El mundo en proceso de cambio: pos COVID-19

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Entender para reinventarnos tras un virus letalmente inteligente

Fue en un abrir y cerrar de ojos, así, dicho rápido y de manera metafórica. De repente, el virus ya se había instalado en el cuerpo de más de cientos de personas, por no decir de cientos de miles, en diferentes países del globo terráqueo. El coronavirus, que partió de la ciudad China de Wuhan, según fuentes oficiales, el 31 de diciembre de 2019, y que por ello lleva el nombre de COVID-19, siguió su curso natural, sin entender de fronteras, aduanas o aranceles.

Lo de seguir su curso natural hace referencia a un proverbio de origen chino, que ha pasado a convertirse en algo así como el eslogan de la llamada teoría del caos, desarrollada entre otros científicos, por el matemático y meteorólogo Edward Lorenz en la década de 1960, y que trata de responder a la siguiente pregunta: ¿es posible que el aleteo de una mariposa en Sri-Lanka pueda provocar un huracán en Estados Unidos? Si interpretamos y adaptamos la teoría del caos y el efecto mariposa a la situación actual, que vivimos mundialmente este nuevo brote de coronavirus, nos podría dar como resultado que un evento, por altamente improbable que parezca, no implica que no sea posible que acontezca.

Gráfico del atractor de Lorenz, un icono de la teoría del caos. Crédito: Dschwen

Prueba de ello es que el desastre ya está aquí, y ha conseguido tambalear sin precedentes nuestro engranaje político, social y económico. Por lo tanto, ¿cómo derrocar a un virus invisible, y que, en la mayoría de los casos parece no haber producido ni síntomas en las personas que más lo portan o lo portaron? Además, por mucho que algunos se empeñasen con todo su ahínco en negar lo evidente, lo cierto es que al virus poco le ha importado la clase social, la raza, el género u otras etiquetas divisorias. La COVID-19 ha puesto de moda de nuevo la hipótesis de Darwin de “la supervivencia del más apto”, que no tiene por qué corresponder con la del más fuerte obligatoriamente. Así, la actual América de Trump está resultando ser el país más afectado por la COVID-19 del mundo, e Italia y España están a la cabeza en número de defunciones en Europa.

Retroceder en el tiempo para hacer balance

La cobertura mediática de las catástrofes o de las crisis sanitarias no es una labor sencilla cuando se está justo en medio de ellas. No obstante, es importante analizar e ir despejando ciertas incógnitas en la medida de lo posible. Por ello, una de las preguntas claves de esta pandemia global es, ¿podría haberse evitado? En el caso de no haberse podido evitar, tal evento, podría encuadrarse dentro de la categoría de lo que el filósofo e investigador libanés nacionalizado estadounidense, Nassim Nicholas Taleb denomina un cisne negro.

Este concepto es una metáfora que Taleb desarrolla en un libro suyo, publicado en 2007, bajo el título de El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable. Un cisne negro resulta ser un suceso sorpresivo (para el observador), de gran impacto socioeconómico y que, una vez pasado el hecho, se racionaliza por retrospección (haciendo que parezca predecible o explicable, y dando la impresión de que se esperaba que ocurriera). Además, este tipo de acontecimientos considerados atípicos extremos, colectivamente juegan roles mucho más grandes que los sucesos regulares.

Para Taleb, ejemplos de “cisnes negros” a lo largo de la historia de la humanidad han sido: el inicio de la Primera Guerra Mundial, la gripe española, o los atentados del 11 de septiembre de 2001. Ahora bien, ¿qué creen que respondió Taleb acerca de si la COVID-19 es otro cisne negro? La respuesta, que se encuentra en este video publicado el 31 de marzo, es no, ya que este autor es de la opinión de que esta pandemia se podría haber evitado.

Ejemplos de “cisne negros” son el inicio de la Primera Guerra Mundial, la gripe española o los atentados del 11 de septiembre de 2001.

No obstante, aunque la COVID-19 no cumpla los requisitos de la teoría de Taleb para ser considerado un auténtico cisne negro, no podemos negar la evidencia de que estamos ante un evento disruptivo a escala planetaria, cuyas consecuencias futuras hoy por hoy, no somos del todo capaces de vislumbrar. Entonces, ¿quiénes pudieron en el pasado, en el caso de que haya hechos documentados, alertar sobre la posibilidad de un brote pandémico de esta envergadura?

Pandemia por coronavirus: una realidad ignorada

Ya en octubre de 2007, se publicó en la revista académica, Clinical Microbiology Reviews, que está especializada en el análisis de los desarrollos más novedosos en las áreas de microbiología clínica e inmunología un artículo llamado: El Coronavirus del Síndrome Respiratorio Agudo Severo como agente de infección emergente y reemergente (Severe Acute Respiratory Syndrome Coronavirus as an Agent of Emerging and Reemerging Infection). El documento en su introducción traducida literalmente del inglés dice así: “el rápido crecimiento económico en el sur de China produjo un aumento de la demanda de proteínas animales, entre las cuales, se incluían animales de caza exóticos. La gran cantidad y variedad de estos mamíferos salvajes en jaulas superpobladas, junto con la falta de medidas de bioseguridad en los mercados húmedos permitió el salto de este virus de animales a humanos. Además, la falta de concienciación en el control de infecciones hospitalarias y la facilitación de los viajes aéreos internacionales han fomentado la rápida difusión mundial de este agente”. En las conclusiones de este mismo artículo se dice: “la posibilidad de la reaparición del SARS y otros nuevos virus de animales o laboratorios y, por lo tanto, la necesidad para la preparación para un nuevo brote no debe ser ignorada”.

BBVA-OpenMind-Javier Yanes-Los otros efectos del coronavirus- impacto COVID medioambiente 6 Las autoridades chinas han introducido normas más restrictivas sobre el comercio y el consumo de fauna salvaje. Crédito: Dan Bennett
Las autoridades chinas han introducido normas más restrictivas sobre el comercio y el consumo de fauna salvaje. Crédito: Dan Bennett

En el año 2013 se publicó por parte de las autoridades alemanas el Informe sobre el análisis de riesgos en la protección civil 2012 (Bericht zur Risikoanalyse im Bevölkerungsschutz 2012). Uno de los apartados de este documento oficial se destinó a la simulación de un hipotético escenario de brote por coronavirus a nivel mundial. Los investigadores que llevaron a cabo este “juego de simulación” fueron un grupo de investigadores bajo la dirección del instituto Robert Koch. Este es el organismo de sanidad público alemán, además de ser el centro de investigación responsable del control y de la prevención de enfermedades. El pasado 7 de abril la revista alemana Der Spiegel publicó un artículo en el que el redactor lanzó la siguiente pregunta, que es justamente la que tienen muchos en sus cabezas, y que es extrapolable no solamente al caso alemán: “¿por qué Alemania no ha estado mejor preparada si se conocía desde hacía mucho tiempo que este tipo de escenarios podrían ocurrir? Y, por consiguiente, ¿cuál fue el objetivo del informe?”

Por su parte, Luis Enrique Martín Otero, coronel veterinario y coordinador de VISAVET en la Red de Laboratorios de Alerta Biológica (RE-LAB), que a su vez fue Director Técnico a nivel nacional en la crisis del ántrax en 2001, escribió a mitades casi finales del mes de marzo el siguiente artículo: Covid19: amenaza biológica silenciosa. El primer párrafo de este artículo dice lo siguiente:

“La crisis mundial del coronavirus COVID 19 está dando a conocer al mundo que el camino que habíamos tomado respecto a las crisis sanitarias no era el correcto. Los responsables políticos solo apoyan a los investigadores en el área de la sanidad cuando ocurren catástrofes sanitarias, con muertos, miles de afectados y consecuencias económicas transcendentales, para el buen funcionamiento de la sociedad. No atienden a las solicitudes de apoyo económico de los investigadores sanitarios cuando se solicita financiación para prevenir lo que hoy nos está sucediendo”

Martín Otero, además deja claro en este otro fragmento que esta pandemia no ha sido un cisne negro. Él lo argumenta así: “Los políticos mientras no ocurra nada no valoran la importancia de estar constantemente investigando sobre estas amenazas biológicas. Los que estamos trabajando a diario en ellas sabemos que van a ocurrir, pero no sabemos cuándo”.

No obstante, no solamente los humanos han estado haciendo pronósticos acerca de una posible pandemia a nivel global por coronavirus, sino que algún que otro programa informático basado en IA, como lo describe en este enlace Ramón López de Mántaras Badia, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC, anticipó el brote, pero la utilización de esos datos no fue del todo inteligente y efectiva. Se echó en falta como deja claro Ramón de una mente humana o más bien dicho, de un conjunto de ellas esparcidas por el mundo, para poder interpretar y gestionar los datos o conclusiones obtenidas por las máquinas.

En pleno naufragio, centrarse en lo importante

Al parecer, por una razón o por otra igualmente desconocida, descifrar el futuro, sigue siendo el gran sueño del humano, y hasta el momento, solamente hemos y estamos corriendo detrás de esta gran meta aún embriagados de una cierta ciega ilusión.

Algunas de las hipotéticas causas que han podido desencadenar este escenario pueden resultar de: las propias limitaciones del entendimiento de la realidad y de la naturaleza humana por parte del humano, que nos han conducido a no disponer de mecanismos adecuados para gestionar este tipo de sucesos; quizás por algún tipo de ignorancia, o soberbia; junto con una tecnología implementada e incluso bautizada con el nombre de inteligencia artificial, que aún no es del todo inteligente como se creía, ya que no ha resultado estar adaptada a las necesidades básicas de un mundo globalizado, y en constante cambio. Esto puede deberse de nuevo al conocimiento, entendimiento, o mejor dicho, al diseño de la propia inteligencia artificial, ya que más que apostar por implementar tecnología, que disminuyese las debilidades a las que nos enfrentamos como especie, hemos y seguimos intentando simular solamente algunos de los aspectos de nuestra inteligencia humana jugando a ser una especie de Homo Deus.

Si al famoso culto a la razón y a la sistematización de la ciencia, que es tan importante para el método y el progreso científico, se le une el ímpetu en conseguir descifrar aún más el papel que juegan las emociones humanas, así como la naturaleza de nuestros miedos ante eventos inciertos, el origen de las luchas de poder, de nuestros sistemas de creencias y valores, de nuestra toma de decisiones y por ende de nuestra identidad, habremos conseguido dar un salto evolutivo cualitativo.

No obstante, estas causas más profundas serán mejor analizarlas y estudiarlas a posteriori, para cuando seamos capaces de hacer balance de este episodio histórico con más perspectiva, entiéndase desde la distancia, el sosiego y la tranquilidad del que ahora nadie goza, por estar metidos completamente en medio de tal lucha por la supervivencia. Eso sí, de no hacerlo, nos habrá ganado la batalla de nuevo nuestro eterno gran enemigo: el olvido.

Rosae Martín Peña

 

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