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18 noviembre 2020

El reto de la calefacción: ¿Cómo calentar los hogares sin calentar el planeta?

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Llegan las últimas semanas de otoño, y con ellas, muchos hogares empiezan a encender sus aparatos de calefacción, que mantendrán en uso hasta la primavera. La necesidad del ser humano de protegerse del frío para sobrevivir existe desde sus orígenes, pero los sistemas de calefacción han evolucionado mucho desde la solución más elemental, el fuego. Aún así, las soluciones más utilizadas hoy en día tienen un asunto pendiente: llegar a todas las personas de forma más segura y sostenible.

Un informe sobre la calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud revelaba que los sistemas de calefacción producen dos de los cuatros tipos de sustancias contaminantes presentes en el aire, el dióxido de nitrógeno y el dióxido de azufre. En la Unión Europea, los sistemas de calefacción y enfriamiento consumen más del 50% del consumo de energía. Además, este suministro de energía proviene de forma mayoritaria de combustibles fósiles, en concreto, un 84% en la UE. La contribución de la calefacción al calentamiento global, junto con los problemas de acceso a este bien básico por parte de la población, confirman que hace falta una evolución de los sistemas actuales.

El problema de la calefacción para los colectivos más vulnerables

La desigualdad es un factor clave que se debería tener en cuenta a la hora de enfrentarse al problema de la sostenibilidad de la calefacción de los hogares. Por un lado, la ONU estima que unos 3.000 millones de personas en el mundo siguen utilizando combustibles sólidos, es decir, madera, residuos agrícolas, carbón y excrementos, para cocinar y calentar sus hogares. La contaminación del aire de interiores provocada por estos combustibles puede provocar que, en viviendas mal ventiladas, el aire contenga un volumen de partículas finas 100 veces mayores a las recomendables. Esta situación afecta especialmente a niños y mujeres, que son los que más tiempo pasan dentro del hogar.

Las cocinas de combustibles sólidos como el carbón producen altos niveles de contaminación del aire del interior de muchos hogares. Imagen: SHOT (Unsplash).
Las cocinas de combustibles sólidos como el carbón producen altos niveles de contaminación del aire del interior de muchos hogares. Imagen: SHOT (Unsplash)

Por otra parte, en aquellos países donde los sistemas de calefacción son seguros por norma general, el problema más acuciante es la pobreza energética, es decir, la incapacidad por parte de los hogares de hacer frente a los costes energéticos de sus necesidades básicas. En un boletín editado por la Cruz Roja Española en diciembre de 2018 sobre vulnerabilidad social en el ámbito de la vivienda y pobreza energética, se desvelaba que los índices de pobreza energética de los hogares españoles con menos ingresos eran más elevados que diez años atrás. También reflejaba que, según datos de la Encuesta de Condiciones de Vida, un total de 6,8 millones de personas en España estaría sufriendo temperaturas inadecuadas en la vivienda y/o retrasos en el pago de recibos de suministros.

Casas pasivas: ¿el futuro de la climatización? 

La clave para la climatización de los hogares en el futuro podría estar en los sistemas de calefacción pasiva, uno de los recursos de la arquitectura bioclimática, es decir, el diseño y construcción de edificios teniendo en cuenta su entorno. La idea detrás de las viviendas o casas pasivas es que sea posible mantener una temperatura ambiente cómoda durante todo el año sin necesidad de recurrir a los sistemas de calefacción tradicionales, o en mucha menor medida. Los fundamentos de esta tendencia no son en absoluto nuevos, ya que el origen del estándar para la construcción conocido como Passivhaus se puede encontrar en el año 1988. Este estándar ya recogía las ventajas de recursos como un gran aislamiento térmico, un control de las infiltraciones o el máximo aprovechamiento de la energía solar térmica para reducir el consumo energético de los hogares de hasta un 70% u 80%. Sin embargo, no sería una medida fácil de adoptar en los edificios que no sean de nueva construcción. 

Construcción basada en el concepto de Passivhaus (estándar para la construcción de viviendas de los profesores Bo Adamson y Wolfgang Feist), en Darmstadt (Alemania). Imagen: Wikipedia
Construcción basada en el concepto de Passivhaus (estándar para la construcción de viviendas de los profesores Bo Adamson y Wolfgang Feist), en Darmstadt (Alemania). Imagen: Wikipedia

Aunque este estándar tiene más de 30 años de historia, estas técnicas todavía no son utilizadas de forma generalizada en las viviendas, pero esto podría cambiar próximamente. En la Unión Europea, la Directiva UE 2018/844, que persigue la transformación hacia un sistema energético sostenible, establecía la necesidad de que los Estados miembros tomaran medidas para descarbonizar el parque inmobiliario de sus territorios de aquí a 2050. En los edificios nuevos, se deberá fomentar las construcciones de alta eficiencia, con características como las tratadas anteriormente. Para los edificios existentes, el objetivo sería llevar a cabo reformas para mejorar las instalaciones térmicas y el aislamiento de las viviendas.

A pesar de los estragos causados por la pandemia de COVID-19 para la consecución de los objetivos de sostenibilidad a nivel mundial, la acción por el clima continúa siendo una prioridad en medio de la crisis, ya que el cambio climático mundial podría tener consecuencias aún más devastadoras. 

 

Sara González para OpenMind

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