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07 septiembre 2020

Mejorar la calidad del aire: un requisito básico para la salud

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La Organización Mundial de la Salud calcula que cada año mueren más de cuatro millones de personas de forma prematura debido a la contaminación atmosférica. No cabe duda de que mejorar la calidad del aire, especialmente en las ciudades, debería ser una prioridad. Por este motivo, el 7 de septiembre de 2020 se celebra por primera vez el Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul para concienciar sobre el riesgo de la contaminación atmosférica para la salud humana y para el clima, tras una resolución emitida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 2019.

Según la OMS, es imprescindible que los organismos públicos nacionales e internacionales se involucren en la identificación de las actividades que originan la contaminación atmosférica y su sustitución por alternativas más limpias, ya que la mayoría de estas fuentes se encuentran más allá del control de los ciudadanos a título individual.

Las sustancias que contaminan el aire

En una guía publicada en 2005 (pendiente de actualización durante el año 2020), la OMS examinaba cuatro tipos de sustancias contaminantes presentes en el aire y emitía recomendaciones de la concentración máxima que debían tener en el aire para no ser causante de enfermedades según los estudios vigentes hasta la fecha. Estas sustancias eran:

  • Partículas en suspensión: También conocidas como material particulado por su nombre en inglés (“particulate matter”, con siglas “PM”). Consisten en partículas sólidas o líquidas diminutas suspendidas en el aire que constan de componentes muy diversos como sulfatos, nitratos, amoníaco, cloruro de sodio, hollín o polvos minerales. Las hay de diversos tamaños, siendo las más pequeñas especialmente dañinas para la salud. En una serie de vídeos publicados en la web de Naciones Unidas con el fin de difundir las opiniones de expertos en la contaminación atmosférica, Lidia Morawska, directora del International Laboratory for Air Quality and Health, explica que, a diferencia de las partículas de mayor tamaño y visibles al ojo humano, las nanopartículas no son retenidas en las fosas nasales. Por este motivo, pueden llegar directamente a los pulmones e incluso atravesar la barrera pulmonar y llegar a la sangre, afectando como consecuencia a las propiedades sanguíneas y pudiendo provocar problemas respiratorios y cardiovasculares.
  • Ozono: A diferencia del ozono presente en la estratosfera, que protege a los seres humanos de las radiaciones ultravioletas del sol, el ozono presente a nivel del suelo no es en absoluto beneficioso para la salud. Se forma debido a la reacción con la luz solar de distintos contaminantes como pueden ser los óxidos de nitrógeno, que a su vez proceden de distintas emisiones de vehículos, disolventes e industria. Las concentraciones de ozono en el aire pueden provocar efectos adversos en la salud humana como problemas respiratorios o enfermedades pulmonares.
Los motores de vehículos y barcos son fuentes de emisiones de dióxido de nitrógeno. Imagen: Ben_Kerckx (Pixabay)
Los motores de vehículos y barcos son fuentes de emisiones de dióxido de nitrógeno. Imagen: Ben_Kerckx (Pixabay)
  • Dióxido de nitrógeno (NO2): Según la OMS, las principales fuentes de emisiones antropogénicas de NO2 son los procesos de combustión, como los que se producen con la calefacción, la generación de electricidad o los motores de vehículos y barcos. Puede provocar inflamación de las vías respiratorias, bronquitis e incluso disminución del desarrollo pulmonar.
  • Dióxido de azufre (SO2): Se trata de un gas incoloro de un característico olor muy penetrante que se genera con “la combustión de fósiles que contienen azufre usados para la calefacción doméstica, la generación de electricidad y los vehículos a motor.” Como las anteriores, esta sustancia puede provocar problemas respiratorios y pulmonares, además de irritación ocular. Además, si se convierte en ácido sulfúrico en combinación con la humedad del aire, puede dar lugar a las denominadas “lluvias ácidas” que al caer sobre la tierra son dañinas para la flora y la fauna y provocan deforestación. 

Las ciudades: las más afectadas por la contaminación atmosférica

La incidencia de las sustancias anteriormente descritas en la salud humana es especialmente crítica en las ciudades. A pesar de que es complicado establecer qué ciudades del mundo son las más afectadas debido a que no se llevan a cabo mediciones precisas que sigan los mismos criterios globalmente, la OMS señala la alta contaminación del aire de varias ciudades asiáticas como Karachi, Nueva Delhi, Katmandú y Pekín. También nombra las ciudades latinoamericanas de Lima y Arequipa, y El Cairo, en África. 

Sin embargo, también apunta que en ciudades en Europa o Norteamérica, con un unos niveles de partículas en suspensión de tres a cinco veces menor al de las ciudades más contaminadas del mundo, también se pueden apreciar efectos negativos en la salud causados por la contaminación del aire.

La OMS señala la alta contaminación del aire de varias ciudades asiáticas como Karachi, Nueva Delhi, Katmandú y Pekín. Imagen: 8moments (Pixabay)
La OMS señala la alta contaminación del aire de varias ciudades asiáticas como Karachi, Nueva Delhi, Katmandú y Pekín. Imagen: 8moments (Pixabay)

Algunas de las medidas propuestas por la ONU para mejorar la calidad del aire en las ciudades son la adopción de tecnologías limpias en todos aquellos sectores que sea posible (industria, transporte, energía, generación de electricidad), una mejor planificación urbana para mejorar la eficiencia energética y una gestión de desechos más eficiente que disminuya lo máximo posible la necesidad de incinerar desechos sólidos, que origina gases contaminantes.

Contaminación del aire de interiores 

Además de la contaminación del aire exterior, es también necesario dirigir esfuerzos a mitigar en la medida de lo posible la contaminación del aire de interiores, ya que también tiene graves consecuencias para la salud humana.

La ONU calcula que unos 3.000 millones de personas en el mundo siguen utilizando combustibles sólidos, es decir, madera, residuos agrícolas, carbón y excrementos, para cocinar y calentar sus hogares. Estos combustibles producen altos niveles de contaminación que en viviendas mal ventiladas pueden provocar que el aire contenga un volumen de partículas finas 100 veces mayores a las recomendables. Esta situación afecta especialmente a los ciudadanos más pobres, con mayor incidencia en niños y mujeres, que son los que más tiempo pasan dentro del hogar.

Las cocinas de combustibles sólidos como el carbón producen altos niveles de contaminación del aire del interior de muchos hogares. Imagen: SHOT (Unsplash).
Las cocinas de combustibles sólidos como el carbón producen altos niveles de contaminación del aire del interior de muchos hogares. Imagen: SHOT (Unsplash).

Las consecuencias son devastadoras. Más de 3 millones de personas, según datos de 2012, mueren anualmente de forma prematura como consecuencia de la utilización de estos combustibles sólidos ineficientes para cocinar, debido a enfermedades como neumonía, accidentes cerebrovasculares, cardiopatía isquémica, neumopatía obstructiva crónica o cáncer de pulmón. 

Otra fuente de contaminación de aires interiores son las lámparas de queroseno, utilizadas por un alto porcentaje de los 1.200 millones de personas que todavía quedan en el mundo sin acceso a la electricidad. 

Calidad del aire en los Objetivos de Desarrollo Sostenible

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas recoge la mejora de la calidad del aire como una tarea importante para poder cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, 17 objetivos con metas concretas para la mejora de la vida de las personas a nivel global que deberían cumplirse para el año 2030.

La reducción de los elementos contaminantes del aire será crucial para lograr algunas metas del ODS 3 (salud y bienestar), el 7 (energía asequible y no contaminante), el 11 (ciudades y comunidades sostenibles) o el 13 (acción por el clima), entre otros. 

Sara González para OpenMind

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