Durante la Segunda Guerra Mundial, el proyecto Manhattan para la obtención de la bomba atómica fue el primer caso de una gran colaboración científica apoyada en grandes instalaciones. Fue el comienzo de lo que hoy se llama Big Science, un término acuñado en 1961 por el físico nuclear Alvin Weinberg —entonces director del Oak Ridge National Laboratory— cuando escribió en Science que el siglo XX sería recordado como el de la ciencia y la tecnología; y que, del mismo modo que otras épocas nos dejaron las pirámides de Egipto o las catedrales medievales como símbolos de las sociedades de entonces, el siglo XX nos dejaría los monumentos de la Big Science, construidos “en nombre de la verdad científica”. Desde entonces, esta Big Science ha permitido afrontar algunos de los mayores retos científicos de la historia, y ha motivado la construcción de un buen puñado de grandes instalaciones. Repasamos aquí algunas de estas catedrales científicas de nuestro tiempo.
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