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07 diciembre 2021

La relevancia geográfica del viaje Magallanes-Elcano 500 años después

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El 6 de septiembre de 1522 la nao Victoria, con 17 tripulantes comandados por Juan Sebastián Elcano (18 en total contando con él), recabó en el puerto de Sanlucar de Barrameda tras algo más de tres años de travesía y después de recorrer casi 70,000 kilómetros, circunnavegando por primera vez el globo terrestre y abriendo el horizonte geográfico hasta límites insospechados hasta entonces.

La travesía había sido impulsada por el marino Fernando de Magallanes (Fernão de Magalhães en su portugués natal) y se enmarcó en la competición entre las coronas de Portugal y Castilla, dentro de la Era de los Descubrimientos de los siglos XV y XVI, liderada por los países ibéricos. El objetivo confesado era la determinación de la localización exacta del archipiélago de las Molucas, en la actual Indonesia, origen de las exóticas especies que se traían a Europa a un coste extraordinario. Magallanes, que había navegado por aguas del  Índico y comerciado en la India, pasó al servicio del emperador Carlos V y le ofreció una demostración empírica de que estas islas se encontraban bajo su esfera de influencia, según el tratado de Tordesillas de 1494.

El problema subyacente era la determinación de la longitud o posición a lo largo de un paralelo, en la dirección este-oeste. Este desafío, que fue el verdadero motor de la Revolución Científica de los siglos XVII y XVIII, solo se resolvió por métodos astronómicos y por precisos relojes 250 años después. Así, Magallanes, que falleció en abril de 1521 en Filipinas, se equivocó en su hipótesis inicial, aunque al final la jurisdicción (sin tener en cuenta los habitantes del país) se dirimió entre Portugal y España por el tratado de Zaragoza de 1529, que cedía cualquier derecho a los lusitanos. En cualquier caso,  independientemente de otras consideraciones geopolíticas, la primera circunnavegación alrededor del mundo cambió para siempre la percepción de este y el conocimiento de su fisionomía.

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Mapamundi de Geographia, de Claudio Ptolomeo, en el manuscrito Codex Urbinas graecus 82, conservado en la Biblioteca Vaticana. Representa todo el conocimiento geográfico occidental hasta comienzos del siglo XV

La historia de la geografía matemática se remonta a la  Antigüedad grecorromana. El erudito Eratóstenes de Cirene (circa 276 – circa 195/194 antes era común), que acuñó el término geografía, propuso el uso de meridianos y paralelos para localizar un punto en un mapa, además de realizar la primera determinación precisa del tamaño del planeta. Pero fue el polímata Claudio Ptolomeo (circa 100 – circa 170 era común), quien realmente forjó la imagen del mundo en occidente y en la civilización islámica durante 1300 años, hasta el descubrimiento de América de los españoles y la circunvalación de África, con la llegada a la India, de los portugueses.  Ptolomeo editó un compendio geográfico, denominada Geographike Hyphegesis o, sencillamente Geographia,  que tal vez tuviera mapas, incluyendo un mapamundi. Perdido en el occidente europeo, fue conservada en Bizancio y muy divulgado en el ámbito musulmán. En cualquier caso, la recuperación de este manuscrito, que tanto influiría en la Era de los Descubrimientos, es digna de una novela de intriga y merece un relato específico.

En 1295, aproximadamente, un oscuro estudioso bizantino realizó varias copias de Geographia, favoreciendo así su supervivencia. Cien años después, Emmanuel Chrysoloras, del mismo origen, se instaló en Florencia como profesor de griego y llevó una copia de Geographia, tal vez producto de la mano de aquél (que pudiera ser el Codex Urbinas graecus 82, Figura 1). En esta ciudad, una de las cunas del Renacimiento, se tradujo al latín y se copió en varias ocasiones, siempre de manera manuscrita. La primera impresión con mapas, titulada Cosmographia, apareció en Bolonia en 1477.

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Globo de Behaim de 1492, y desarrollo en un plano. El mapa se realizó según una proyección de Mercator utilizando el meridiano de Greenwich como referencia e incluye comparación con la realidad. Fuente: L’homme et la terre

Las exploraciones portuguesas y castellanas del océano Atlántico, muchas veces con marinos nacidos en otros países, se realizaron a partir del siglo XIII, aunque experimentaron un empuje significativo con los sucesivos descubrimientos de las islas de los archipiélagos de las Azores, Madeira y Cabo Verde por los portugueses. El Ecuador, un límite imposible desde la perspectiva de la Antigüedad,  fue cruzado en la década de 1470, mientras que Bartolomeu Dias, en su viaje de 1487–1488, superó el Cabo de Buena Esperanza. Toda esta nueva información cartográfica fue reflejada en el globo terrestre creado por el reputado cosmógrafo Martin Behaim, en 1492 (Figura 2), justo antes de que se anunciase la llegada de Cristóbal Colón a las tierras que más tarde se denominarían, de manera  equivocada,  América. La cartografía se fundamentó en las prescripciones desarrolladas por Ptolomeo, asumiendo un tamaño del mundo menor al propuesto por Eratóstenes, un planeta en el que la navegación hacia Asia hacia el oeste era factible.

BBVA-OpenMind-Navascues-viaje Magallanes-Elcano-3-El primer mapa del nuevo continente, realizado por Juan de la Cosa en 1500, que incluye las tierras conocidas en ese momento. La costa oeste del nuevo continente y el océano Pacífico eran desconocidos en ese momento. Museo Naval de Madrid

El primer mapa del nuevo continente, realizado por Juan de la Cosa en 1500, que incluye las tierras conocidas en ese momento. La costa oeste del nuevo continente y el océano Pacífico eran desconocidos en ese momento. Museo Naval de Madrid

La primera navegación europea del océano Índico la realizó Vasco da Gama, quien llegó a la India en su viaje de 1497-1499. Estas incorporaciones cartográficas aparecen plasmadas en el primer mapa de América, realizado por Juan de la Cosa en 1500 (Figura 3), y en donde se puede apreciar la totalidad de África, aunque su costa este se encuentra muy deformada. La carta carece de información sobre el espacio que se interpone entre el nuevo continente y Asia.

El cosmógrafo Martín Waldseemüller, posiblemente usando cartas que describían los viajes –algunos posiblemente ficticios– de Amerigo Vespucci, un marino que había viajado bajo pabellón portugués y español, publicó un mapa en 1507 (Figura 4) que dejaría una huella indeleble en la historia universal: bautizó al nuevo continente atribuyendo gran parte del éxito de los descubrimientos a Vespucci. Anteriores a este son el Planisferio de Cantino, de 1502 y que incluye la demarcación del tratado de Tordesillas, de Caverio, de 1504-1505, o Contarini, de 1506, copias del primero.

BBVA-OpenMind-Navascues-viaje Magallanes-Elcano-4-Mapamundi de Martín Waldseemüller,  de 1507. Librería del Congreso de EEUU.

Mapamundi de Martín Waldseemüller,  de 1507. Librería del Congreso de EEUU

En 1517 Vasco Nuñez de Balboa cruzó el istmo de Centroamérica y se bañó en las aguas de un nuevo océano, el Mar del Sur, al que denomino Pacífico. Conocida así la posibilidad de navegar hasta Asía, dos años después partió la flota de cinco buques al mando de Fernão de Magalhães con 239 hombres. De ellos sobrevivirían, en total, 35, ya que algunos volverían tiempo después por otros medios. El viaje, relatado por Antonio Pigafetta, que participó en él, y por Maximilianus Transylvanus, secretario del emperador  Carlos V, que entrevistó a algunos de los supervivientes, se puede catalogar como una verdadera epopeya en donde la capacidad de sufrimiento y la determinación de los distintos comandantes y de los marineros quedan patentes con frecuencia. A pesar de esta información, los nuevos descubrimientos no se vieron reflejados en mapas de aquellos años, como el realizado por Laurent Fries, de 1522, que fue republicado en varias ocasiones, sin ser actualizado.

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Carta de Turín de 1523 y Planisferio de Juan Vespucci de 1526, realizados posiblemente en la Casa de Contratación de Sevilla tras el viaje de Magallanes-Elcano, en donde se aprecia la inmensidad del océano Pacífico

La conocida como Carta de Turín (Figura 5, superior), un ejemplo del Padrón Real mantenido como secreto de estado por los navegantes españoles, es una muestra fidedigna de la cartografía de ese momento. Posiblemente sea la primera ejecutada tras el viaje de Magallanes-Elcano, en 1523, y ha sido atribuida a  Juan Vespucio, sobrino de Amerigo, o a Nuño García Toreno. Similar, y de autoría confirmada de Juan Vespucci, es el mapamundi de 1526 (Figura 5, inferior). En ambos casos se aprecia la inmensidad del nuevo océano y la gran precisión de las costas que ciñen al Atlántico y el perfil índico de África, fruto de las exploraciones portuguesas.

BBVA-OpenMind-Navascues-viaje Magallanes-Elcano-6-Detalle del mapa de Juan Vespuccio de 1524, en un proyección estereográfica polar, y comparación con un mapa moderno. Se aprecia claramente los errores en las determinaciones en longitud, que provocaron el sobredimensionamiento de la masa continental euroasiática y la consecuente disminución del tamaño del Océano Pacífico.

Detalle del mapa de Juan Vespuccio de 1526, en un proyección estereográfica polar, y comparación con un mapa moderno. Se aprecia claramente los errores en las determinaciones en longitud, que provocaron el sobredimensionamiento de la masa continental euroasiática y la consecuente disminución del tamaño del Océano Pacífico

Los globos terrestres realizados por Johannes Schöner en 1515, 1520, 1523 y 1533 son excelentes ejemplos de la incorporación, parcial, de los descubrimientos ibéricos. El realizado en 1523 incluye ya el derrotero de Magallanes-Elcano, aunque minimiza el trayecto a lo largo del Pacífico. Del mismo problema adolece la representación polar del mapa de Vespucci de 1526, en donde la masa euroasiática ocupa prácticamente la mitad del globo, mientras que el Pacífico se expande por menos de un cuarto del mismo (Figura 6).

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Padrón Real de Diogo Ribeira, de 1529. Biblioteca Apostólica Vaticana, Ciudad del Vaticano (Carte Nautiche Borgiano III)

En cualquier caso los mapas secretos españoles derivados del Padrón Real muestran unas dimensiones mucho más realistas. La versión de 1529 realizada por Diogo Ribeiro (Figura 7), portugués naturalizado castellano, carece de información completa de la costa oeste del continente americano o de las islas de océano Pacífico, exploradas por navegantes españoles a lo largo del siglo XVI. Este mapa, considerado como el primero ejecutado científicamente con los nuevos descubrimientos, estaba en la Casa de Contratación de Sevilla y era la referencia oficial y obligatoria para todos los pilotos y cartógrafos españoles. Muestra, sin dejar lugar a dudas, cómo la travesía de las naves de Magallanes, culminada por Elcano y su reducida tripulación, cambio la faz de la Tierra. Una gesta también científica no siempre ponderada en su justa medida, aunque Magallanes ha recibido un homenaje astronómico, al tener dos galaxias satélites de la nuestra su nombre. Sin embargo, un reconocimiento más justo seria que cada una recibiese el nombre de cada uno (sin olvidar al astrónomo persa Al-Sufi). Sea como fuere, una primera circunvalación que cambió la cartografía y con ella nuestra posición en el mundo.

David Barrado Navascués

Bibliografía

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Barrado Navascués, D. (2014), De La Tierra a la Esfera Celeste, Madrid, INTA, Imprenta Nacional del Boletín Oficial del Estado.

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