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09 marzo 2020

Galdós, novelista y gran divulgador científico

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Aunque hubo literatos como Valle Inclán que trataron de minusvalorar la obra de Galdós (alguno de sus personajes lo llamó despectivamente “el garbancero” por su supuesto bajo nivel literario) muchos otros lo consideran el mayor y mejor novelista español desde Cervantes. De hecho, en la ingente obra de Benito Pérez Galdós (1843-1920) –novelas, teatro, poesía, ensayos, artículos periodísticos, etc,- se puede encontrar casi de todo. Literatura e Historia, sobre todo. Pero también, como en el caso de Cervantes, “Ciencia”, y de la “buena”, pudiéndosele considerar como uno de los grandes divulgadores científicos del siglo XIX.

Benito Pérez Galdós. Fuente: The Critic

Galdós y las ciencias naturales

Los protagonistas de algunas, de muchas, de las novelas de Galdós son personajes con formación científica. Sobre todo médicos pero también ingenieros o geólogos, quienes, por cómo se manifiestan, demuestran que estaba muy al día en campos como la Biología, Astronomía, Geología, etc. Y ello pese a que Galdós no tenía formación científica, pues sus estudios, no muy exitosos, fueron en Derecho.

Así, ya en el primer capítulo de “La Familia de León Roch” se habla de una obra atribuida al geólogo protagonista de la novela, León Roch, titulada “Análisis del terreno plutónico de las islas Columbretes” donde Galdós por la pluma inventada de Roch describe “las capas cuaternarias, los terrenos pirógenos, azoicos” en tales islas, o rocas de origen volcánico como “sienita, pegmatita, variolita, anfibolita”. Es destacable que los primeros estudios científicos publicados sobre el origen vulcanológico en el Cuaternario de tales islas situadas frente a las costa castellonenses son de la década de los años 80 del siglo XIX y esta novela de Galdós es del año 1878, lo que indicaría que debía de estar muy al tanto de lo que se “cocía” en el mundo de los geólogos. Y, de la misma forma, a lo largo de otras novelas los personajes reflexionan o disertan sobre diversos aspectos de la naturaleza como animales y plantas, los planetas, las estrellas etc., empleando conceptos y terminologías muy apropiadas.

Islas Columbretes. Autor: JavierValencia2005
Islas Columbretes tienen una orografía caracterizada por numerosos cráteres y chimeneas volcánicas. Autor: JavierValencia2005

Pero sin duda, de todos los avances científicos que se estaban produciendo en la segunda mitad del siglo XIX en el campo de las Ciencias Naturales, los personajes científicos de Galdós mencionan sobre todo a Darwin. Y es que la publicación en 1859 de El Origen de las Especies tuvo una enorme repercusión en Europa en ámbitos que van desde la ciencia a la política y la religión llegando incluso a la literatura. En cambio en España, debido a su pobre desarrollo científico y el poco conocimiento de idiomas, las ideas de Darwin entraron muy lentamente. Así en la década de los 60 del siglo XIX sólo se recogieron, y normalmente en plan negativo, en algunas publicaciones científicas. Pero en la década de los 70, los cambios políticos liberales que experimentó la nación tras el reinado de Isabel II y la aparición de diversas traducciones de la obra de Darwin, permiten que se extienda la repercusión de las ideas evolucionistas, o transformistas como también se llamaban entonces, llegando sus ecos hasta la literatura.

En este campo, Galdós, que debió de conocer la obra de Darwin por sus lecturas y sus viajes al extranjero, fue de los primeros en mencionarlo en sus obras. Concretamente, ya en 1876 en el capítulo IX de “Doña Perfecta” asistimos a un diálogo entre el ingeniero Pepe Rey y el párroco de Orbajosa, la conservadora ciudad a la que se desplaza el ingeniero para casarse con su prima, en el que el segundo pregunta al primero sobre lo que piensa sobre el Darwinismo. Y este sale al paso diciendo que no puede pensar nada de las doctrinas de Darwin porque apenas las conoce. Pero a continuación Galdós ridiculiza, utilizando a Darwin, las ideas retrógradas imperantes en gran parte de la sociedad española porque el canónigo pasa a decir que ”el darwinismo se reduce a defender que descendemos de los monos” Y más adelante , en el capítulo XI, ridiculiza de nuevo las ideas retrogradas con la intervención de Doña Perfecta-tía del ingeniero y madre de su novia- que acusa al ingeniero de que la lectura de libracos-como los de Darwin-“en los que se dice que tenemos por abuelos a los monos o a las cotorras” le ha trastornado la cabeza. Y de la misma forma continuó mencionando a Darwin como contraposición a las ideas conservadoras y retrogradas en el resto de sus obras, llegando incluso a utilizar conceptos claves del darwinismo como la selección natural o la lucha por la vida.

Galdós y la medicina

En la obra de Galdós aparecen “infinidad” de médicos. Médicos de familia, forenses, de balneario, de casas de socorro, de manicomio etc. Y en sus personajes se muestran “infinidad” de enfermedades y anomalías. Enfermedades y anomalías del cuerpo por un lado: del digestivo, del circulatorio, del urinario, de la vista, infecciosas, intoxicaciones, malformaciones, traumatismos, de la maternidad, cánceres etc. Por otro, enfermedades de la mente: epilepsias, histerias, psicosis, paranoias, histerismo etc. Y asimismo describe con propiedad los síntomas y manifestaciones de muchas de ellas, como es el caso de enfermedades mentales como la neurosis así como la difteria, la sífilis, la tuberculosis etc. que afectan a sus personajes.

La bacteria Mycobacterium tuberculosis. Crédito: Janice Haney Carr, Dr. Ray Butler, USCDCP

Es destacable en toda esta amalgama de médicos, enfermos y enfermedades cómo Galdós menciona junto a los métodos antiguos de detección y tratamiento los últimos adelantos. Así se puede ver cómo los médicos de Galdós junto al ojo clínico y la auscultación empiezan ya utilizar métodos químicos. Por ejemplo, para analizar la leche materna además de la observación al trasluz de las muestras menciona el análisis químico con un aparato llamado butirómetro que permitía determinar el contenido en grasa con un método recién descubierto en 1891 por el químico suizo Nicklaus Gerber .

Y para el tratamiento de las enfermedades se utilizan toda la panoplia antigua de materias animales (hígado de bacalao por ejemplo) vegetales (árnica, beleño…marihuana) y orgánicos e inorgánicos (ácido fénico, oxigeno, plomo), dispensadas en jarabes, píldoras, pastillas, salmueras, zahumerios etc. Pero además los médicos galdosianos comienzan a hablar de inyecciones, de cafeína por ejemplo. Y aunque aún no se habían descubierto los antibióticos y el origen microbiano de algunas enfermedades, en la obra de Galdós comienzan a aparecer los sueros y vacunas. Así se menciona a Koch y su bacilo como origen de la tuberculosis y el tratamiento con su “linfa”, algo que se estaba produciendo en los años 80 del siglo XIX. Y para la viruela se saca la vacuna de Jenner que se estaba mejorando en dichos años. O para los tratamientos quirúrgicos como la amputación de la pierna que experimenta Tristana, para anestesiarla se utiliza junto al éter el cloroformo, medicamentos ambos cuyo poder anestesiante, más bien calmante el éter,  se acababa de descubrir.

Y en cuanto al origen de las enfermedades mentales, habla claramente de la interacción entre la herencia y el medio ambiente, no siendo nada determinista y haciendo énfasis en el papel de la educación o la alimentación para tratar de paliarlas. Y ya fuera de los comportamientos anómalos de la mente hay que mencionar cómo Galdós atribuyó un gran papel sobre el comportamiento de sus personajes de algunos componentes psicológicos como los sueños, fantasías como el desdoblamiento de la personalidad, las alucinaciones etc. Con ello, se adelantaba a las ideas que Freud desarrollaría posteriormente.

Autorretrato de Ramón y Cajal, hacia 1876, cuando preparaba su doctorado en Medicina

El profundo conocimiento que tenía Galdós sobre las enfermedades y los enfermos seguramente se debió a su interés por observar y estudiar directamente a las personas en su medio ambiente, a su interés por estar al día de las publicaciones médicas, así como sobre las de la naturaleza en general, como lo demuestran los libros existentes en sus bibliotecas. Y también a los muchos contactos que tuvo con destacadas figuras de la profesión médica: Marañón, Ramón y Cajal, Esquerdo, Madrazo… y, sobre todo, con el insigne pediatra y benefactor Dr. Tolosa Latour. De hecho, el médico omnipresente en su obra, el Dr. Augusto Miquis, que aparece en casi una decena de novelas desde La Desheredada (1881) a la mencionada Tristana de 1892 pasando por la afamada Fortunata y Jacinta de 1887, estaba basado en el Dr. Latour.

Conclusión

Por lo tanto se puede decir que Galdós no era nada “garbancero” en “ciencia”, sino que al contrario fue un acertado divulgador científico, estando vigentes en la actualidad gran parte de sus ideas científicas, así como lo están sus valores y méritos literarios, morales e incluso políticos.

Manuel Ruiz Rejón

Universidad de Granada, Universidad Autónoma de Madrid y co-autor del libro La Herencia del Mendelismo

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