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28 septiembre 2022

Viviendas sostenibles para una sociedad conectada

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Isabel Moreno, física, meteoróloga y presentadora de televisión, entrevista a Iñaki Alonso, arquitecto y CEO de Distrito Natural, para hablar sobre las viviendas sostenibles y su relación con el cambio climático.

¿Qué entendemos por vivienda ecológica? ¿Cómo te introdujiste en este campo y en qué consiste vuestro trabajo? 

Hace ya más de 20 años arrancamos con la parte medioambiental, es decir, cómo diseñar edificios que construyan otro tipo de relaciones con el medioambiente: relaciones diferentes con la energía, es decir edificios que produzcan energía; relaciones diferentes con el agua, con los materiales bajos en carbono o que no emitan CO2. Esa parte medioambiental es fundamental para vivir en un contexto de crisis energética, de cambio climático y de olas de calor

Hay otra parte esencial que es la colaborativa o co-vivienda, que son conceptos que se escuchan hoy en día (co-housing, co-living,…) que hablan de generar una relación diferente entre lo privado y lo común.

Y esto, ¿cómo lo podemos introducir a gran escala, por ejemplo, en una gran ciudad? 

Yo siempre digo que esto es un modelo para el que lo quiera, no se trata de imponer un modelo para sustituir el otro, pero cada vez hay más gente interesada en reconstruir sus relaciones con el medioambiente, cada vez más concienciada sobre lo que viene, sobre el contexto actual y que también entienden que se puede vivir de otra manera.

Pongo muchas veces el ejemplo de que puedas pedir a tu vecino la sal o cualquier otra cosa que te falte. Es algo que ha existido en toda la vida en los pueblos, pero hemos creado una sociedad hiper-individualizada donde parece que ir a preguntar al vecino o contar con él para algo o estar preocupado por lo que le pueda pasar es ciencia ficción.

BBVA-OpenMind-Inaki Alonso-comunidades conectadas
La cultura de los cuidados y del apoyo mutuo en  una comunidad de vecinos aporta un valor y fortalece al grupo

Hoy en día tenemos uno de los mayores problemas que la Organización Mundial de la Salud estima como una de las grandes pandemias del siglo XXI:  la soledad. Cada vez estamos más conectados con la tecnología y parece que vivimos más juntos en las ciudades e hiperconectados. Pero no, pues el índice de soledad no para de crecer.

Y ya no solo ocurre con los mayores sino también entre los jóvenes. Los índices relacionados con el suicidio y con muchos aspectos que de alguna manera demuestra la falta de cohesión social son muy altos. La sociedad que estamos creando es muy individualizada y tiene una serie de problemas que se nos escapan.

¿Por qué crees que una sociedad más conectada a nivel social puede ser más sostenible? 

Primero, porque el relacionarnos es una condición humana que ha existido desde toda la vida.  Somos animales empáticos, y a través de esa empatía, de esas relaciones sociales, también crecemos. Hemos sido así siempre. Sin embargo, en estos últimos años hemos desarrollado una sociedad más individualizada. 

Además, frente a los problemas y los contextos complejos, el estar más conectados también nos hace más fuertes, nos hace más resilientes. 

La cultura de los cuidados y del apoyo mutuo en una sociedad o en una comunidad de vecinos de alguna manera te aporta un valor y te hace más fuerte. Pero, además, desde lo colectivo, podemos afrontar estrategias como las comunidades energéticas que están tan de moda, la gestión del agua, la gestión de la alimentación. 

Las zonas comunes de los edificios favorecen al creación de comunidad y un uso mas eficiente de los espacios
Las zonas comunes de los edificios favorecen al creación de comunidad y un uso mas eficiente de los espacios

Hacemos edificios donde por ejemplo hay un grupo que trae comida ecológica a todo el edificio y los vecinos se han puesto de acuerdo y se organizan para gestionar la comida, la movilidad, el agua, la energía, los cuidados y el apoyo mutuo. Y eso influye en la sostenibilidad, en los hábitos de uso del edificio. 

La sostenibilidad no está sólo en el diseño del edificio. Está en cómo se usa ese edificio. Si se usa desde una perspectiva más colectiva, va a ser más eficiente en este aspecto. 

¿Y cómo se puede conseguir, a través de la arquitectura, que la sociedad esté más conectada? 

Primero, pensando en un espacio que me parece fundamental, que es ese espacio entre la puerta del edificio y la puerta de tu casa. Son espacios que prácticamente no se piensan, que están abandonados. Hay muchos espacios entre lo que es tu vivienda y la puerta del edificio que diseñamos desde el punto de vista de la arquitectura colaborativa para que se produzcan relaciones entre las personas. Ahí puedes tener desde una cocina común hasta un cuarto de juego para los niños.

Tener una cocina común no quiere decir que cada uno no tenga cocina en su casa. Esto de la cocina común puede sonar raro pero en el País Vasco se llama el Txoko, donde se montan reuniones para hacer comidas con amigos. 

También puedes tener una lavandería común, en vez de tener cada uno una lavadora en su casa. El hecho de bajar a poner la lavadora en el sótano o donde se ponga hace que te encuentres con otra gente y que se construyan relaciones. 

Nosotros los llamamos espacios comunitarios en el sentido que construyen comunidad. 

Esa es la parte que nosotros llamamos más de hardware, la parte física. Luego hay una parte de software, que son todas las dinámicas sociales para generar relaciones y construir objetivos comunes. Y ahí le metemos también la parte digital, una serie de aplicaciones que nos permiten gestionar desde la alimentación o la energía, gestionar quien está solo en casa o tiene un problema y necesita que alguien le haga la compra. 

Por lo tanto hay dos partes: la parte física, de espacios que estén diseñados desde el punto de vista de la arquitectura, y luego la parte de relaciones, de tecnología, de dinámicas sociales. 

Y, desde un punto de vista arquitectónico, ¿cómo conseguís que una vivienda sea más sostenible? 

Lo primero que hay que hacer es que gaste lo mínimo posible de energía. Venimos de una cultura donde la energía ha sido barata. Todo el movimiento moderno se ha basado en una energía muy barata, el petróleo. En el siglo XXI entramos en un contexto de pico de agotamiento de los recursos fósiles. Y no sólo agotamiento, sino que el hecho de estar sacándolos y utilizándolos está generando unas emisiones de CO2 que genera unos problemas muy grandes. 

La edificación es responsable del 36% de las emisiones de CO2 o del 40% de las necesidades energéticas. Por lo tanto tenemos que cambiar radicalmente nuestra forma de pensar y de diseñar edificios: deben gastar la mínima energía. Esto antes no se tenía en cuenta. La normativa ha ido evolucionando y ahora ya exige unos edificios muy eficientes. 

Pero puedes llegar mucho más lejos que la normativa, no solo haciendo que gasten poca energía sino logrando que los edificios puedan ser a su vez productores de energía. Es lo que llamamos edificios prosumidores. Es un cambio radical en la forma de entender los edificios.

¿Cómo podríamos llevar eso a cabo las personas que vivimos en un barrio de una ciudad grande? ¿Sería asequible para los ciudadanos? 

Hacer la guerra cada uno por su cuenta es complicado. Poniéndote de acuerdo con los demás vecinos de tu edificio y estableciendo estrategias comunes para mejorar el edificio, llegarás mucho más lejos. 

La edificación es responsable  del 40% de las necesidades energéticas pero hay que cambiar a un modelo de prosumidor en los edificios.

Lo primero es llevar a cabo estrategias de aislamiento, lo que se llama estrategias pasivas, para reducir el consumo. Después tratar que el consumo se produzca con energías renovables.

Y para aplicar esto ahora, cuál dirías que es el mayor reto? ¿La sociedad, ponerse de acuerdo con los vecinos, cuestiones más técnicas o un poco de todo? 

Creo que desde el punto de vista técnico tenemos resueltas muchísimas cosas. Tenemos tecnología para hacer las cosas de manera diferente. Creo que el mayor reto es mental, es una transformación cultural tan grande, que tenemos que dar el paso y hacerlo.

El mayor reto es una transformación cultural de nuestras formas de vida. Tenemos que lograr reducir las necesidades de consumo por lo menos un 80%.

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