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31 marzo 2021

Enterramientos verdes, una forma de dejar este mundo sin dañarlo

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En 2019 fallecieron en el mundo casi 59 millones de personas, y se calcula que a finales de este siglo la cifra anual se duplicará. El Population Reference Bureau de Washington estima en unos 100.000 millones el número de seres humanos que han muerto en toda la historia de nuestra especie. Y si es evidente que la cada vez más populosa humanidad causa una profunda huella ambiental, no lo es menos que también la dejamos al abandonar este mundo: sustancias tóxicas para el embalsamado, gases de efecto invernadero emitidos en la cremación, consumo de recursos para la fabricación de féretros, ocupación de espacio en la tierra. Todo ello suma a un impacto ambiental que no solemos tener en cuenta, el de la muerte. Y que podríamos mitigar gracias a una ya creciente oferta de opciones para un enterramiento más verde.

La muerte es algo en lo que a los vivos no nos agrada pensar, y por ello no es raro que nos llegue el día sin haber planeado qué destino deseamos para nuestros restos mortales. En 2017, una encuesta de la National Funeral Directors Association (NFDA) en EEUU reveló que, si bien dos terceras partes de los estadounidenses consideran importante dejar atada esta cuestión con sus familiares, solo el 21% llega realmente a hacerlo. Pero para los más previsores, en los últimos años han aparecido ofertas innovadoras añadidas a las opciones tradicionales del enterramiento o la cremación. Y en el contexto de una conciencia medioambiental cada vez más extendida, algunas de ellas buscan específicamente reducir el impacto ecológico.

La huella ambiental de la muerte

Pero ¿cuál es exactamente este impacto? Quizá también por el tabú que nos inspira la muerte, lo cierto es que su huella ambiental ha sido un campo escasamente estudiado. “Durante nuestra investigación, me sorprendió lo poco que se ha hecho para comparar las huellas ecológicas de los distintos tipos de enterramientos y métodos para disponer de los restos humanos”, señala a OpenMind el sociólogo ambiental de la Universidad de Kansas Paul Stock.

Uno de los pocos estudios recientes en este campo, elaborado por la investigadora Elisabeth Keijzer de la consultora de innovación y sostenibilidad TNO, descubrió que la cremación es solo ligeramente más ecológica que el enterramiento convencional en el balance final de todos los impactos implicados, pero que ninguna de las dos opciones vence claramente en todos ellos. El enterramiento se ve penalizado sobre todo por el uso de la tierra. El estudio concluía que, en todo caso, “el impacto total puede ser bastante pequeño en comparación con otras actividades humanas”. Otras estimaciones han calculado que una cremación produce unos 400 kilos de CO2 —junto con contaminantes como dioxinas y el mercurio de los empastes— y consume la energía equivalente a un viaje de 800 kilómetros en coche.

BBVA-OpenMind-Yanes-Enterramientos verdes- dejar este mundo sin dañarlo 2-El enterramiento tradicional se ve penalizado sobre todo por el uso de la tierra. Crédito: William Murphy
El enterramiento tradicional se ve penalizado sobre todo por el uso de la tierra. Crédito: William Murphy

Esta relativa carencia de estudios científicos sobre el impacto ambiental de la muerte se traduce en cierto desconocimiento por parte del público; ni siquiera ecologistas de largo recorrido, con edades por encima de los 60 años, están al tanto de las opciones de enterramientos verdes, según revela un estudio publicado por Stock en la revista Mortality. Generalmente, estos activistas de edad madura prefieren la cremación para evitar el coste ecológico del enterramiento. Sin embargo y según la NFDA, existe un interés creciente por los enterramientos verdes, una opción que consideraría más de la mitad de los encuestados.

La opción de volver a los orígenes o la cremación acuática

Precisamente los ecologistas entrevistados por Stock tienen una amplia oferta a su disposición, ya que el estado de Kansas ha sido pionero en los enterramientos verdes. La opción más básica, el enterramiento natural, está disponible en el cementerio local de Oak Hill. Esta modalidad evita el formaldehído para el embalsamado y el uso de metal, hormigón y plástico, utilizando solo materiales biodegradables. A menudo el cuerpo se envuelve simplemente en un sudario de algodón para facilitar su descomposición. El paisaje natural se modifica lo menos posible y las sepulturas se marcan con piedras planas de origen local.

Sumado a esta opción de vuelta a los orígenes, otras optan por la innovación. Una de ellas es la hidrólisis alcalina, también llamada cremación acuática, liquidificación o resomación (resomation en inglés). El método consiste en introducir el cuerpo en un tanque con una solución alcalina a alta temperatura que acelera la descomposición natural. El proceso se completa en unas horas, produciendo polvo de hueso que se devuelve a los familiares. 

La resomación consiste en introducir el cuerpo en un tanque con una solución alcalina a alta temperatura que acelera la descomposición natural. Crédito: Resomation

Según detalla a OpenMind Sandy Sullivan, fundadora y directora de la compañía Resomation, un estudio de la neerlandesa TNO cifra en 6 veces menor la huella de carbono de la resomación respecto a la cremación, utilizando 7 veces menos energía y sin emisiones ni liberación de mercurio. El proceso ya es legal en 20 estados de EEUU y cuatro provincias canadienses, y está en vías de legalización o regulación en varios países europeos.

Convertirse en compost

La resomación es una candidata a configurarse como alternativa a los métodos tradicionales, pero no es la única. Compañías como la estadounidense Recompose proponen convertir el cuerpo humano en compost, abono orgánico, que puede conservarse o utilizarse para plantar un árbol. Esta opción es legal desde 2020 en el estado de Washington, la sede de la empresa, si bien aún debe extenderse su legalización a otros lugares. Por su parte, la compañía sueca Promessa trabaja en un proceso destinado también a producir suelo fértil a través de la congelación, fragmentación y liofilización de los restos.

En resumen, hoy los enterramientos verdes se plantean como una tendencia en auge. Sin embargo, como en todo boom, es posible que en esta nueva oferta no todas las propuestas estén a la altura de lo que prometen. Y según subraya Keijzer a OpenMind, el análisis completo del ciclo de vida no indica que la diferencia de impacto ambiental entre las opciones tradicionales y algunas de las novedosas ya disponibles sea tan drástica como quizá podríamos imaginar. 

Para mí, sin perder de vista los fuertes lazos de cada uno con sus tradiciones familiares o religiosas, mi opción sería simplemente ser enterrado en la tierra sin féretro ni lápida”, concluye Stock. “Sí, esto requiere tierra en forma de cementerios de alguna clase, pero esas tierras pueden servir como sumideros de carbono y como lugares donde familiares y amigos puedan ir a rendir homenaje a sus muertos”. 

Javier Yanes

@yanes68

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