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10 junio 2020

¿Qué es la neutralidad de carbono y cómo se puede conseguir?

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La cuenta atrás para garantizar el futuro de la humanidad y de la Tierra está más presente que nunca. Aunque treinta años son un periodo relativamente largo para la vida de una persona, significan un suspiro para la existencia milenaria de nuestro planeta. Y sin embargo, los próximos treinta años son determinantes para frenar la degradación del medioambiente y lograr la supervivencia de las especies del planeta. 

En un informe de la ONU de 2019 se advierte que para el año 2050 las previsiones del crecimiento de población mundial y el desarrollo urbanístico provocarán un aumento de la demanda de recursos naturales que no es posible asumir si no se cambian las tendencias actuales. No es el único pronóstico preocupante para ese año. En el mismo documento, también se afirma que “las enfermedades humanas debidas a infecciones resistentes a los antimicrobianos pueden convertirse en una de las principales causas de muerte por enfermedades infecciosas en todo el mundo de aquí al año 2050”, debido a los antibióticos que entran en el ciclo del agua debido al uso humano. 

2050: Objetivo neutralidad climática

Para evitar que se cumplan los augurios más pesimistas, los organismos internacionales están elaborando diversos planes de actuación. Entre ellos, es destacable el Pacto Verde Europeo, el plan verde contra la emergencia climática que presentó la Unión Europea en diciembre de 2019. Dentro de esta hoja de ruta, una de las medidas estrella es el objetivo de lograr que Europa lidere el camino hacia la neutralidad climática y consiga culminarla en el año 2050.

Pero, ¿qué significa este concepto? Según el Parlamento Europeo, la neutralidad climática o neutralidad de carbono se consigue cuando “se emite la misma cantidad de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera de la que se retira por distintas vías, lo que deja un balance cero, también denominado huella cero de carbono”. No es un concepto nuevo. En el Acuerdo de París del año 2015 ya se mencionaba la necesidad de alcanzar la neutralidad climática a finales de siglo, y el plan de la Unión Europea es pisar el acelerador para llegar a esta meta unas décadas antes.

En España, en mayo de 2020 se inició la tramitación parlamentaria del primer proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética (PLCCTE), que, en línea con el ambicioso plan de la Unión Europea, tiene como objetivo que España alcance la neutralidad de emisiones no más tarde de 2050.

Hoja de ruta para conseguir una economía climáticamente neutra

Para lograr el complejo propósito de lograr la huella cero de carbono, la Comisión Europea ha establecido siete puntos estratégicos sobre los cuales los países miembros deben trabajar conjuntamente:

  • Eficiencia energética: Los edificios residenciales y de servicios suponen el 40% del consumo de energía de la Unión Europea, por lo que es crucial la renovación del parque de viviendas para mejorar su eficiencia energética. El alcance de esta actuación es especialmente destacable si se tiene en cuenta que los edificios en la Unión Europea construidos antes de que se establecieran los estándares de eficiencia energética actuales suponen en torno a un 75% del total.
  • Despliegue de renovables: La intención es que la dependencia de las importaciones de energía de Europa pase de alrededor del 55% de la actualidad a una cifra próxima al 20% en 2050, gracias a una fuerte apuesta por las energías renovables. Este cambio no solo supondría un beneficio para el medioambiente, sino también para la seguridad del suministro y el empleo nacional. 
El despliegue de renovables es un de los siete puntos estratégicos para lograr la neutralidad climática. Imagen: Tyler Casey, Unsplash.
El despliegue de renovables es un de los siete puntos estratégicos para lograr la neutralidad climática. Imagen: Tyler Casey, Unsplash.
  • Movilidad limpia, segura y conectada: En la actualidad el transporte representa la cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero en la Unión Europea. Para combatir esto, se aboga por una transformación de la movilidad urbana que fomente opciones de transporte más sostenibles, como el transporte público o la bicicleta, así como la mejora de los vehículos y medios de transporte existentes para que utilicen tecnologías de bajas emisiones o cero emisiones. 
  • Industria competitiva y economía circular: La Unión Europa apuesta por la modernización de la industria para reducir al máximo las emisiones de gases de efecto invernadero que produce. También incide en el reciclaje como un elemento clave para que la utilización de recursos sea más eficiente, especialmente en los sectores y tecnologías con dependencia de materiales cuya producción se concentra en unos pocos países fuera de Europa, como es el caso del cobalto o el grafito. 
  • Infraestructura e interconexiones: Muy relacionado este punto con el de la movilidad, debido a la necesidad de encontrar sinergias a nivel europeo para la transformación del sector de del transporte. Se destaca también la necesidad de crear redes transeuropeas de energía. 
  • Bioeconomía y sumideros naturales de carbono: Se destaca el papel fundamental que puede tener la biomasa para sustituir a los materiales más contaminantes para la producción de calor, gracias a la posibilidad de su transformación en biocombustibles o biogás.
  • Abordar las emisiones restantes con la captura y el almacenamiento de carbono: Para finalizar, la Comisión Europea incide en la necesidad de investigación para la mejora las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono. Estas tecnologías, que consisten en separar, almacenar y aislar de la atmósfera el CO2 emitido por la industria, son actualmente muy costosas, y un informe de 2018 del Comité Científico Asesor de las Academias Europeas descartó que fueran la solución al problema climático. Sin embargo, la Unión Europea expone que pueden complementar a las opciones principales anteriormente descritas en aquellos casos en los que las emisiones sean imposibles de eliminar. 

 

Sara González para OpenMind

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