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10 febrero 2020

5 lecciones de reciclaje que se pueden aprender de distintos países del mundo

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Recientemente, China ha dejado de importar residuos de otros países para procesarlos en sus propias plantas, una política que el país asiático favoreció en los años 80 para generar materias primas de las que escaseaba. Pero a partir de 2018, dejó de adquirir hasta 24 tipos de residuos, entre ellos los plásticos, por lo que los países desarrollados tendrán que arreglárselas para gestionar sus propios residuos. Con esta situación, la inversión y promoción del reciclaje se plantea como una de las soluciones más viables y sostenibles para atajar el problema de la gestión de grandes cantidades de desechos. 

En el campo del reciclaje, los países europeos están a la cabeza y fueron los primeros en implementar políticas de incentivos para favorecer la separación de residuos y el reciclaje y medidas de disuasión de consumo de productos de un solo uso, como las bolsas de plástico o las pajitas. En este sentido, la UE se ha fijado el objetivo de reciclar el 50% de los residuos domésticos en 2020 y el 65% en 2030.

Estas son algunos de los países que han conseguido que sus ciudadanos y gobiernos cooperen de forma exitosa para alcanzar altas tasas de reciclaje y algunos ejemplos de políticas exitosas.

Suecia: del desecho a la energía

El país escandinavo es uno de los territorios europeos con mayor cultura de protección del medioambiente y por tanto con una de las tasas de reciclaje más exitosas. El éxito del sistema de gestión de residuos sueco se basa en la concienciación de sus ciudadanos para realizar el primer paso: la separación. Los suecos separan sus desechos en bolsas de colores, dependiendo de su clasificación como residuo, y las plantas de reciclaje los separan en elementos reciclables y no reciclables. Los no reciclables se incineran en plantas que transforman su combustión en energía (en un proceso conocido como Waste To Energy) para abastecer de electricidad a 250.000 hogares del país, mientras que los elementos reciclables siguen el proceso habitual que los convierte en nuevos materiales. 

El eficiente proceso de separado es una de las claves del éxito del reciclaje sueco. Imagen: Wikimedia.

El proceso es tan exitoso que la basura que generan los suecos no es suficiente para abastecer a todas sus centrales y el país tiene que importar basura de países vecinos como Alemania o Reino Unido para mantenerlas en pleno funcionamiento y generar así energía de forma más sostenible que la combustión fósil. 

Japón: camino del zero waste 

Junto con Suecia, uno de los países que más se toma en serio el tema del reciclaje es Japón. Si bien aquí tiene importancia, además del compromiso medioambiental, la necesidad técnica de gestionar grandes cantidades de residuos que generan millones de personas en sus inmensas ciudades, los japoneses han demostrado ser tremendamente eficientes en la reutilización y reciclaje de sus desechos. El gobierno del país promueve y favorece la separación de residuos y los ciudadanos gestionan de forma rigurosa su propia basura mediante un sistema de categorización y horarios de recogida que cumplen sin fisuras. 

Uno de los ejemplos de éxito del modelo japonés es el pueblo de Kamikatsu, un pequeño pueblo de montaña con difícil acceso al sistema del que disponen las grandes ciudades. Por ello, son las familias las que se encargan de la separación de los residuos hasta en 34 categorías que posteriormente trasladan a los puntos de reciclaje. Para el año 2020, el pueblo pretende alcanzar el reciclaje del 100% de sus residuos, que actualmente se sitúa en el 90%. 

Además, Japón mantiene una alta tasa de reciclaje de metales y un buen ejemplo de ello es que las medallas de los juegos olímpicos de Tokio estarán fabricadas de metales reciclados. 

Países bajos: reutilización y sostenibilidad 

Otro de los países del norte de Europa que son ejemplo de sostenibilidad son los Países Bajos, que aplican de forma exitosa modelos sostenibles a la movilidad, la construcción o el consumo. Y un ejemplo muy claro de reciclaje de materiales en este país es la construcción en 2018 de dos tramos de carril bici compuestos íntegramente de plástico reciclado en las ciudades de Zwolle y Giethoorn. El uso de plásticos para generación de vías ya se ha dado en otros lugares del mundo, pero esta es la primera ocasión que su proporción es del 100%.

Además de una clara apuesta por la reutilización de todo tipo de materiales, los Países Bajos también han apostado fuerte por la energía renovable y por la inversión en desarrollo de iniciativas que lleven al país a alcanzar una economía circular y sostenible. 

Canadá: neumáticos y colillas

El país norteamericano no es de los que cuentan con una mayor tasa de reciclaje del mundo, pero sí existe una arraigada cultura de economía circular que lleva a los canadienses a vender, regalar o donar productos que no van a utilizar más en lugar de desecharlos. Sin embargo, sí son expertos en reciclaje de neumáticos, ya que aprovechan el material para mezclarlo con el asfalto y construir carreteras o los tapices de los patios de recreo infantiles. 

Ciudades como Montreal han sido pioneras en el despliegue de papeleras de reciclaje de colillas.

Además, en Canadá también se han desplegado por varias ciudades contenedores para reciclar colillas de cigarrillos, uno de los objetos más desechados y contaminantes del mundo.

Gales: un caso de éxito 

En tan solo 20 años, el país de Gales ha pasado de reciclar el 5% de residuos domésticos al 64%. Estos datos son el resultado de un ambicioso paquete de medidas puesto en marcha por el gobierno, que pretende promover la economía circular entre sus ciudadanos. El objetivo es que para 2050, ninguno de sus desechos acabe ni en vertederos ni en incineradores. 

Entre las medidas se incluyen la reducción de productos de un solo uso, la obligatoriedad de separar residuos domésticos o la involucración de productores industriales mediante un esquema de responsabilidad. El país también se ha propuesto desarrollar plantas de reciclaje capaces de procesar productos que normalmente no son reciclables, como los colchones o los pañales.

Pablo García-Rubio para OpenMind

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