¿Cual es la estructura humana más fácilmente distinguible desde el espacio? ¿Qué llama la atención, qué destaca sobre blancos, azules y marrones, sobre el mármol azulado de nuestro planeta? Si una nave alienígena se acercase a la Tierra, ¿qué vislumbraría primero? ¿qué construcción humana destacaría sobre el resto?
Según nos acercamos a nuestro planeta, según la resolución espacial mejora y podemos apreciar más detalles sobre su superficie, se nos revela la presencia de océanos y continentes, de nubes cambiantes, de múltiples luces nocturnas que trazan los perfiles de las costas y los grandes núcleos de población, industriales y mineros. Sin embargo, durante el día, ¿qué veríamos, qué destacaría?
La Gran Muralla china se levanta como un ejemplo a la tenacidad humana. O las grandes pirámides del antiguo Egipto (también habría quien vería en estas construcciones un monumento a la miseria y al lado más oscuro del ser humano, levantadas como están sobre los hombros de miles de esclavos). Sin embargo …

Hace tiempo, compartiendo mesa con Michael López-Alegría, astronauta de la NASA nacido en Madrid, me sorprendió la respuesta que nos dio. Michael fue comandante de la estación espacial internacional (ISS) durante la misión XIV. Estuvo allí desde septiembre de 2006 hasta abril del año siguiente, durante casi siete meses. Su respuesta fue clara: la estructura artificial que se divisa de manera más fácil desde una órbita baja es … los campos de invernaderos de Almería, en el sudeste español.

En la imagen de Europa que se adjunta casi diría que se vislumbra. No queda ninguna duda cuando se observa con más detalle la península Ibérica. Los campos se muestran como una mancha blanquecina en la parte inferior, en la costa española.
Son decenas de miles de hectáreas (desde 20,000 hasta 70,000, según las fuentes) cubiertas por plástico, donde se producen en invernaderos diversas cosechas de frutas tropicales pimientos, tomates, calabacines, sandías, melones y otros productos hortofrutícolas, principalmente dedicados al mercado español y europeo. La zona es prácticamente un desierto, en la que llueve de manera muy escasa. De hecho, cerca de allí se localiza un verdadero desierto (es una de las razones por las cuales el observatorio hispano-alemán de Calar Alto está situado en las proximidades). La producción depende de acuíferos subterráneos, de difícil substitución una vez que se agotan. El desarrollo de esta zona se ha producido en muy pocos años, principalmente por la conversión de parcelas pequeñas en invernaderos por parte de sus propietarios. La zona es tan fácilmente distinguible debido a que el plástico tiene una alta reflectividad, un albedo alto, que decimos los astrónomos.

Sorprende ver la imagen, comprobar lo rápido que podemos transformar el entorno y dejar una marca tan visible. En buena medida es entristecedor. Es cierto que miles de personas viven de la actividad económica desarrollada en la zona y muchos de los tomates o frutas que millones de europeos comen fuera de temporada provienen de estos invernaderos. Sin embargo, un desarrollo así no parece sostenible, especialmente en un lugar donde el bien más precioso, el agua, escasea de manera tan obvia. Y será bastante peor en el futuro, a tenor de las predicciones sobre los efectos del cambio climático sobre España. Para ser justos, existen esfuerzos por optimizar el uso del agua para optimizar la producción, pero en donde un recurso es muy escaso, ni siquiera la tecnología más exigente puede hacer milagros. Solo una gestión racional del agua, aquí y en cualquier otro lugar, tiene futuro. No olvidemos que este elemento es, verdaderamente, indispensable.

David Barrado Navascués
CAB, INTA-CSIC Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC, Madrid)
Comentarios sobre esta publicación