La pandemia de COVID-19 ha generado una mayor sensibilización del público hacia el riesgo de brotes infecciosos. Entre las posibles amenazas que desde entonces han hecho carne de titulares destaca la gripe aviar, que puede infectar a los humanos con una alta mortalidad y de la que se ha dicho que podría provocar la próxima pandemia. Pero ¿hay un riesgo alto?
Los virus de la gripe tienen un genoma de ARN partido en varios trozos, lo que facilita la aparición de nuevas variantes. Existen cuatro géneros, del A al D. La gripe A se clasifica en subtipos dependiendo de dos de sus proteínas, hemaglutinina (H) y neuraminidasa (N). La que hoy conocemos como gripe aviar es un virus A H5N1 adaptado a las aves, pero que puede causar zoonosis, o salto a los humanos.
En 1996 el linaje actual se aisló en una granja de gansos en China, aunque el virus se ha reconocido como enfermedad de las aves desde el siglo XIX. Puede liberarse al aire, pero el contagio entre aves se produce sobre todo por contacto y agua contaminada. En 1997 ocurrió el primer brote en humanos en Hong Kong, que afectó a 18 personas, con seis muertes. En 2006 se registraron los primeros contagios entre humanos, con ocho miembros de una familia infectados en Sumatra, de los cuales murieron siete.
Numerosos brotes del virus se han sucedido en animales, intensificándose desde la aparición de una nueva variante en 2020. En 2022 67 países informaron de brotes en aves de granja o salvajes, con más de 131 millones de aves muertas por el virus o por sacrificios preventivos. El virus se ha detectado también en al menos 26 especies de mamíferos en 10 países, incluyendo visones de granja en España, focas en EEUU y gatos en Polonia. Desde 2003 hasta 2023 se han confirmado 873 casos en humanos con 458 muertes, una mortalidad en torno al 50%, aunque se ha estimado que en un posible brote a gran escala su letalidad podría ser menor.
Las oportunidades de mutación
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la aparición de la variante de 2020 ha causado “un número de muertes sin precedentes en aves salvajes y de granja”. La gripe aviar representa “un riesgo continuo para los humanos”, sobre el que existe “preocupación de que el virus pueda adaptarse para infectar más fácilmente a los humanos”, en especial por la posibilidad de que un mamífero actúe como receptáculo en el que se combinen distintos tipos.
El Centro para el Control de Enfermedades de EEUU (CDC) considera que el riesgo actual de salud pública es bajo, algo en lo que coincide su homólogo europeo, el ECDC. El virus continúa siendo de rara transmisión a humanos y aún más infrecuente de persona a persona. Los expertos explican que necesitaría varias mutaciones coincidentes para mejorar su contagio por el aire y su transmisión a humanos.
Sin embargo, experimentalmente se demostró que puede adaptarse a una transmisión aérea entre mamíferos, algo que podría haber ocurrido en los visones españoles, donde se detectó al menos una mutación facilitadora. Y dado que la gripe aviar ya se considera panzoótica (pandémica en animales), las oportunidades de mutación aumentan. Actualmente se estudia la vacunación en animales y humanos, y se mantiene una vigilancia estrecha sobre la evolución del virus, otras variantes y gripes aviares diferentes a la H5N1. El futuro es una incógnita.
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