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Entrevista a Rocío Jiménez, investigadora posdoctoral, Departamento de Biología, Universidad de Cádiz.

 ¿Por qué hablamos de neutralidad de carbono? ¿Qué es y por qué planteamos ahora este tema? 

Hacia finales del siglo pasado habíamos perdido la mitad de la abundancia de vida en el océano. Lo que ahora llamamos capital natural azul, que sustenta todo el funcionamiento de los ecosistemas marinos, se estaba destruyendo a pasos agigantados. Esta destrucción no solo supone una pérdida de biodiversidad de la vida en el océano, sino que también ha sido uno de los motores del cambio climático. Por ejemplo, el 38% de los gases de efecto invernadero en la atmósfera proviene de la destrucción y de la alteración que ha supuesto, en todas las actividades antropogénicas del siglo pasado, esa alteración de los ecosistemas terrestres y marinos. 

La industria de la caza de ballenas es un ejemplo muy claro de esto. A día de hoy hay una disminución de un 10% de las poblaciones respecto a su abundancia histórica. Las ballenas no se cazaban solo para comer, sino que se cazaban literalmente para quemarlas ya que su aceite era muy codiciado. De hecho su aceite sirvió para iluminar muchas ciudades del norte de América y de Europa durante más de un siglo. Los cuerpos de las ballenas, cuando mueren, quedan enterrados en el fondo del océano. Y eso es carbono. El carbono al final es lo que nos forma, lo que forma la vida, en el mar y en la tierra. Y al quemar estos cuerpos, todo ese carbono se liberaba de nuevo a la atmósfera. Y así, hasta las actividades industriales actuales. 

BBVA-OpenMind-sumideros marinos de carbono “El océano guarda 3.500 años de evolución y puede dar respuestas a problemas a los que hoy día se enfrenta nuestro planeta”.
El océano guarda 3.500 años de evolución y puede dar respuestas a problemas a los que hoy  día se enfrenta nuestro planeta

Fue en la Conferencia de las Naciones Unidas en Río de Janeiro en 2012 cuando surgió el océano como capital natural, es decir, el buscar soluciones a esta destrucción o a estos problemas del planeta en la naturaleza. Pequeñas acciones como reducir emisiones cogiendo menos el coche o utilizando más el transporte público están muy bien y son necesarias, pero no son suficientes. A partir de esta cumbre se consideró el océano como capital natural, teniéndolo como un elemento estructural de la economía mundial. Por lo tanto, es necesario no solo conocer la biodiversidad, sino entender los servicios y las funciones que los ecosistemas, en este caso marinos, nos dan, tanto al planeta como a los seres humanos. Esta conferencia fue un punto de inflexión esencial en las políticas y retos medioambientales y sociales, porque se reconoció por primera vez la necesidad de encontrar un modelo de desarrollo económico sostenible e inclusivo por parte de todos los agentes del conocimiento, no solo de la ciencia, sino también de los políticos, de los gestores e incluso de las empresas. Y a nivel mundial se llegó a comprender que el océano guarda 3.500 años de evolución y puede dar respuestas a problemas a los que hoy día se enfrenta nuestro planeta.

De esta manera surgieron estas estrategias de acción climática que están basadas en la naturaleza, entre ellas el carbono azul. Estas actuaciones son muy efectivas ya que consisten en descarbonizar la atmósfera para recarbonizar la biosfera, toda esta parte que estamos destruyendo. 

¿Qué es exactamente el carbono azul?

El carbono azul es un término que se acuñó en el año 2009. La estrategia de carbono azul ha ido creciendo y cada vez tiene un papel más relevante en temas de acción climática. 

El carbono azul es todo el carbono que proviene de la vida en el océano. Es decir, el carbono que queda almacenado en los ecosistemas costeros y marinos, que incluye a hábitats, a especies e incluso a los procesos que facilitan la absorción de ese carbono atmosférico en el océano y se transportan hacia los sedimentos y aguas profundas. Un ejemplo muy claro son los productores primarios que hacen fotosíntesis. Ellos cogen dióxido de carbono y nos dan oxígeno. Entonces cuando cogen ese dióxido de carbono, este carbono lo utilizan para construir sus cuerpos, para construir la vida. Y cuando sus cuerpos mueren, una parte del carbono es consumido por la cadena trófica y vuelve a la atmósfera por la respiración, pero otra gran parte queda secuestrada o almacenada en el océano y por las corrientes llega al océano profundo y se queda allí guardado. Ese es el carbono azul.

¿Cómo está afectando el cambio climático al océano y a los ecosistemas marinos? 

El océano recibe muchísimas amenazas a día de hoy. Cuando hablamos de cambio climático hay muchas variables que influyen: el calentamiento planetario, la acidificación o la sobrepesca. Todas estas variables influyen, por una serie de procesos, en disminuir las reservas de carbono azul.

Por ejemplo, en los últimos 60 o 70 años la atmósfera ha recibido 2/3 de gases de efecto invernadero desde la Revolución Industrial. Teniendo en cuenta que el 83% del ciclo del carbono está en el océano, la mayor parte de esa contribución viene sobre todo de la destrucción de las funciones y de los bienes y servicios que tiene este capital natural. Todas las alteraciones que vienen del cambio climático (y la mayoría provienen de las acciones antropogénicas) están disminuyendo la capacidad del océano de almacenar carbono. Estamos liberando ese carbono que debería estar secuestrado en el océano, lo estamos devolviendo a la atmósfera, y está contribuyendo al efecto invernadero que estamos sufriendo por el cambio climático. 

BBVA-OpenMind-conservacion sumideros marinos de carbono El carbono azul es un término que se acuñó en el año 2009. La estrategia de carbono azul ha ido creciendo y cada vez tiene un papel más relevante en temas de acción climática.
El carbono azul es un término que se acuñó en el año 2009. La estrategia de carbono azul ha ido creciendo y cada vez tiene un papel más relevante en temas de acción climática.

Esto se ve muy bien en los ecosistemas de la costa, que son los grandes olvidados. Como decía, el 83% del ciclo del carbono global tiene lugar en los océanos. Y la mitad de todo este carbono que se almacena en el océano se encuentra en los ecosistemas de la costa.

Cuando hablamos del océano, todo el mundo piensa en el océano profundo, en las masas de agua enormes, con mucha profundidad, en las ballenas y en los tiburones, pero los ecosistemas costeros, a pesar de que solo cubren un 2% de toda la superficie del océano, son los grandes héroes en el almacenamiento de carbono azul.

¿Hay especies de plantas marinas que sean más “eficaces” absorbiendo carbono?

Los ecosistemas costeros están formados por diversos hábitats. Los principales son las marismas, los manglares y las fanerógamas marinas (o praderas marinas). En general se conocen mucho más los manglares o los arrecifes de coral que las fanerógamas marinas, que son grandes bosques sumergidos, y uno de los ecosistemas que se denominan “héroes” en la contribución al carbono azul pero que sin embargo son muy desconocidos.

Las praderas marinas, a nivel mundial, solo ocupan un 0,1% de toda la superficie del océano, pero retiran ⅓ de todo el carbono que queda secuestrado anualmente en el fondo marino. Es decir, su contribución es muy, muy importante. 

En ciencia, las praderas marinas también han sido desconocidas. Hace tan solo 7 años que se publicó un artículo donde se secuenció el primer genoma de praderas marinas. Eso es muy poco tiempo. A estas plantas (son plantas, no son algas porque tienen raíces, semillas, hojas y flores) les pasó como a los delfines, que antes vivían en tierra y que poco a poco se fueron adaptando al medio marino. Cuando se secuenció el genoma de estas praderas se pudo comprobar la increíble adaptación que estas plantas sufrieron para colonizar el océano, y es cuando se entendió por qué hay únicamente 60 especies frente a las más de 300.000 especies que existen en el medio terrestre. 

BBVA-OpenMind-ecosistemas costeros Las praderas marinas, a nivel mundial, solo ocupan un 0,1% de toda la superficie del océano, pero retiran un tercio de todo el carbono que queda secuestrado anualmente en el fondo marino.
Las praderas marinas, a nivel mundial, solo ocupan un 0,1% de toda la superficie del océano, pero retiran un tercio de todo el carbono que queda secuestrado anualmente en el fondo marino.

¿Y por qué almacenan tanto carbono estas praderas marinas? Estas praderas crecen extendiendo su rizoma, que es como un tronco pequeño que está debajo del sedimento, como un un tallo subterráneo y que se va alargando de manera muy lenta. Estas plantas crecen muy lentamente, a un ritmo de entre 1 y 5 centímetros por año, y se van ramificando por todo el subsuelo marino formando grandes clones. 

Sus hojas (cuyo conjunto llamamos dosel) crecen hacia arriba en la columna de agua para poder tener luz suficiente para hacer fotosíntesis. Este dosel es muy extenso y muy denso y forman unos ecosistemas muy productivos, generando mucho oxígeno en el sistema y promueven mucha cantidad de carbono. Si producen mucho oxígeno esto significa que están captando mucho carbono por la fotosíntesis. Y mucho de este carbono está secuestrado en el subsuelo marino, especialmente a través de esos rizomas, de esas raíces que son muy difíciles de descomponer. Se quedan ahí cuando el tejido va muriendo, se queda simplemente enterrado en ese sedimento. Entonces todo ese extenso dosel, toda esa densidad de hojas, forman también como una red que disipa la energía de las corrientes. Es decir, las corrientes marinas, cuando chocan contra estos bosques, disminuyen en su velocidad y por lo tanto filtran partículas en suspensión de carbono de otros organismos que también van precipitándose en el subsuelo marino. Estas partículas se descomponen muy lentamente porque su sedimento se vuelve bastante anóxico conforme aumenta la profundidad del sedimento, es decir, cada vez hay menos oxígeno y eso ralentiza mucho la descomposición microbiana en el carbono. Por lo tanto, ese carbono se acumula y se preserva durante miles de años en estos ecosistemas. 

¿En qué situación se encuentran hoy en día las praderas marinas?

El cambio climático les está afectando mucho. Hemos perdido una gran extensión de praderas marinas a nivel mundial. Empezó sobre todo en la década de 1930, con el llamado wasting disease, que fue una entrada brutal de aguas residuales y escorrentías agrícolas en el sistema costero, causado por el crecimiento poblacional que hubo y que provocó una enorme mortalidad de estas plantas marinas a lo largo de las costas de todo el planeta. Y esto se agrava aún más con otros daños que sufren sobre todo por el arrastre de las anclas o los dragados de la costa, que hacen una acción de arado de todos estos hábitats y están eliminando todas estas plantas marinas. Y no solo están destruyendo las poblaciones sino que están removiendo y suspendiendo todo ese sedimento que está almacenando el carbono y se está emitiendo de nuevo a la atmósfera. En los últimos 10 o 20 años se calcula que hemos perdido un tercio de las áreas conocidas de las praderas marinas a nivel mundial, aunque aún queda mucho por descubrir, porque son unos ecosistemas muy desconocidos.

¿Se pueden repoblar o reforestar estas praderas?

Estas plantas crecen a un ritmo muy, muy lento y su reproducción prácticamente es clonal. Tienen muy poca reproducción sexual. Esto hace que, aparte de que su crecimiento sea lento, se tenga poco éxito al intentar repoblar. Se están realizando actividades de repoblación, algunas con resultados muy positivos pero es cierto que los esfuerzos deben ir más a preservar lo que hay. A la hora de restaurar estos ecosistemas, el problema es que necesitamos semillas, porque con brotes adultos el éxito no está tan garantizado. Para coger estas semillas tenemos que destruir una pradera que ya existe para poder repoblar otras, así que son actuaciones complicadas. 

En los últimos 10 o 20 años se calcula que hemos perdido un tercio de las áreas conocidas de las praderas marinas a nivel mundial, aunque aún queda mucho por descubrir, porque son unos ecosistemas muy desconocidos
En los últimos 10 o 20 años se calcula que hemos perdido un tercio de las áreas conocidas de las praderas marinas a nivel mundial, aunque aún queda mucho por descubrir, porque son unos ecosistemas muy desconocidos

Por lo tanto el esfuerzo debe dirigirse a la conservación. Actualmente se están llevando a cabo políticas para proteger y conservar las praderas marinas y, sobre todo, para mejorar la calidad del agua de estos hábitats. Los resultados son bastante esperanzadores, ya que en las últimas dos décadas se ha visto un repunte en la expansión de estas poblaciones que se han estado protegiendo después de casi un siglo de disminución sostenida. Por eso hay que seguir trabajando en la conservación y la recuperación de estas praderas y sobre todo poner el foco en proteger y conservar aquello que ya está. 

Hay proyectos en marcha que apuestan por intervenciones “menos naturales” en el océano como por ejemplo cultivar algas marinas y hundirlas en el mar para potenciar la absorción y el almacenamiento de carbono o introducir minerales en el mar para retener más CO2. ¿Qué opina sobre estas soluciones?

Todas estas soluciones están aún en debate científico ya que no podemos controlar todas las variables que suceden en un ecosistema como es el océano. 

Por ejemplo, en la costa, hay empresas que inyectan parte del CO2 que emiten en el subsuelo marino, en los sedimentos de las praderas marinas, que aún no están saturadas en su capacidad. El problema aquí es que solo se fijan en la capacidad de estas plantas, pero ¿qué pasa con la fauna que hay allí? Al final estás acidificando un sedimento, y esto afecta a la comunidad bacteriana también. Se puede generar un efecto dominó no deseado.

La naturaleza es mucho más sabia que nosotros y por eso creo que los esfuerzos

Cuando hablamos del océano, todo el mundo piensa en el océano profundo, en las masas de agua enormes, con mucha profundidad, en las ballenas y en los tiburones, pero los ecosistemas costeros, a pesar de que solo cubren un 2% de toda la superficie del océano, son los grandes héroes en el almacenamiento de carbono azul.

 

tienen que centrarse en proteger y conservar lo que hay, y en hacer ciencia, en entender realmente cómo funcionan los ecosistemas, porque realmente no lo sabemos todo aún. 

¿Qué es el mercado de carbono azul y qué papel puede jugar en la conservación medioambiental?

La acción medioambiental, el conseguir dar soluciones al planeta, solo va a llegar cuando ésta ocupe un papel central en nuestra sociedad. Hasta ahora ha estado relegada a un ámbito científico y a contribuciones puramente voluntarias de personas y de empresas. Sin embargo, las acciones por el medioambiente han de convertirse en motor de la economía, que pueda generar empleos de calidad, por ejemplo. No debe ser únicamente un compromiso ético por parte de la población o de las empresas.

De ahí surge la idea del mercado del carbono azul, que tuvo sus inicios en Estados Unidos, con el protocolo de Verra, en el que las empresas se comprometían de manera voluntaria a invertir en acciones medioambientales. El problema era que este sistema no estaba regulado, con lo que las empresas se podían comprometer y luego no cumplir esos acuerdos y no pasaba nada.

En Europa se ha empezado a hacer de manera regulada de la mano de las administraciones, con un protocolo de este estándar de carbono azul, dando lugar al primer mercado de carbono azul de la Eurozona. Y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha puesto el foco en las marismas de Cádiz como ecosistema para desarrollar este proyecto.

Esta elección no es casual ya que las marismas de la Bahía de Cádiz es un espacio ecológico singular y que ha estado modelado mucho por el hombre, por el aprovechamiento de las salinas y de los esteros, desde la época de los fenicios. El problema de estos ecosistemas es que están muy degradados, las marismas están muy abandonadas. Por lo tanto, crear planes y acciones de inversión privada para poder restaurar y preservar todas estas marismas, de manera regulada y siguiendo un estándar en estos bonos de carbono azul, puede ser una de las soluciones para introducir esta acción medioambiental en la economía.

Rocío Jimenez

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