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25 febrero 2016

El navegador web cumple 25 años

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Cuando hace 25 años Tim Berners-Lee presentó en el CERN el navegador worldwideweb, no podía ni imaginar hasta qué punto este tipo de aplicaciones informáticas revolucionaría el acceso a la información.

Tim Berners-Lee, el padre de la Web, fue también el creador del primer navegador de la historia, presentado el 26 de febrero de 1991 en un ordenador NeXT, hace exactamente un cuarto de siglo. Se llamaba WorldWideWeb, aunque pronto fue rebautizado como Nexus para evitar confusiones entre “el programa y el espacio abstracto de información del mismo nombre”, según explicó el propio Berners-Lee. Aquel humilde “programita” leía y escribía documentos HTML, que por aquel entonces resultaban extraordinariamente sencillos. El resto de funcionalidades se han ido añadiendo a medida que la Web ha ido creciendo.

WorldWideWeb, la primera versión de la historia de un navegador web. Crédito: Digital Archaeology

Echando la vista atrás, ¿se puede calificar al navegador web de software esencial en la historia de la informática? “Si consideramos que hablamos de todo el paquete de tecnologías asociado con el acceso a los contenidos de la Web, estamos sin duda ante un hito en la historia del acceso a la información, además de la manifestación más patente de una revolución de una escala, alcance y profundidad que aún no se ha completado (y que quizás no lo haga nunca)”, responde Thomas Bruce, creador del primer navegador para Microsoft Windows, llamado Cello. De hecho, es difícil valorar esa revolución porque aún estamos inmersos en ella. “Cualquier navegador -y, en general, cualquier software- es solo un punto dentro de una corriente de evolución técnica”, matiza Bruce. “Espero que en el futuro alguien pueda analizar los acontecimientos e identificar con nitidez el período en el que la ‘revolución de los navegadores’ se produjo, pero al menos tendrán que pasar cincuenta años y de momento solo ha transcurrido la mitad del tiempo”, reflexiona.

Aunque no sea una historia acabada, sí se puede hablar ya de algunos hitos claves indiscutibles. Empezando por la creación de Worldwideweb, el navegador pionero con el que Berners-Lee sorprendió al mundo en 1991. En 1992 hicieron su aparición Erwise y ViolaWWW, desarrollados respectivamente en Finlandia y en California en 1992, para el sistema operativo UNIX, y que se convirtieron en los primeros navegadores gráficos. Ese mismo año, en la Universidad de Kansas se puso en marcha un navegador “solo-texto” para distribuir información del campus, Lynx.  Y como tenía una interfaz que leía el texto escrito en voz alta, gozó de mucha fama entre los invidentes. Después surgió Midas, ideado para que los físicos intercambiaran información sobre sus investigaciones.

Una representación visual de las transacciones de información en Internet. Crédito: Rensselaer Polytechnic Institute

Mosaic irrumpió en los Mac un año más tarde como el primer navegador gráfico “popular”, que permitía a cualquier usuario surfear por la red a golpe de clic y que, por primera vez, insertaba imágenes en el texto. Luego llegó el turno de Arena, que como novedad soportaba imágenes de fondo, tablas y fórmulas y expresiones matemáticas. Y el primer navegador para Microsoft Windows fue el ya mencionado Cello, escrito en 1993 por Bruce para el Instituto de Información Legal de la Escuela de Derecho de la Universidad Cornell (EE UU) con el fin de proporcionar acceso a información legal, ya que la mayoría de los abogados eran usuarios de Windows y no de Unix ni Mac. Cello incorporaba soporte para otros protocolos distintos a las páginas web, como FTP para intercambio de ficheros, o Gopher para la búsqueda y recuperación de documentos.

A la vista del éxito que empezaban a tener los programas destinados a surfear por Internet, IBM no tardó en crear su propio navegador, WebExplorer. En 1994 hizo acto de presencia el famosísimo Netscape, seguido en 1995 por Internet Explorer, su competidor más directo. Opera llegó poco después, por delante de Grail, el primer navegador “hackeable” para investigadores. Arachne (1996) fue concebido para ordenadores que usaban MS-DOS u OpenDOS, y Amaya, con software libre, que permitía la edición inmediata de cualquier página. La lista de navegadores se completa con Konqueror (1996), Galeon (2001), Safari de Apple (2003), Firefox (2004) y Chrome (2008) de Google, el más joven de la familia.

Favorecer el acceso a la información ha sido el leitmotiv de los desarrolladores de navegadores web. Créditos: UC3M

En todos los casos, favorecer el acceso a la información ha sido el leitmotiv de los desarrolladores que han intervenido en la evolución de estas aplicaciones. La mayor parte del tiempo el avance en los navegadores ha estado guiado por una pregunta: ¿qué puedo hacer para facilitar que las personas accedan a cualquier cosa que quieran saber?”, asegura Thomas Bruce. En ese sentido, y con la red de redes atiborrada de información, parece que la apuesta por la web semántica será clave. Esta corriente, promovida por el propio inventor de la web, pretende aplicar la inteligencia artificial a la Red para que las máquinas puedan entender el contenido online y nos ayuden a navegar localizando, clasificando, dotando de estructura e integrando toda esa información que, hasta ahora, forma una montaña de datos apiñados sin organización.

A estas alturas, la web se ha convertido en lo que Bruce define como “una enorme suma de transacciones de información, en muchos casos intrascendente”. “Ahora mismo hay alguien ahí fuera usando Internet para encontrar un taller para su coche, alguien que lo emplea para decidir si lleva o no a su hijo al médico, alguien que está escribiendo una canción con otra persona a miles de kilómetros de distancia, otro surfeando para adquirir una obra de arte de un artista al que no habría conocido sin Internet, más de uno haciendo negocios, otros muchos formándose…”, enumera el investigador. El impacto que supone todo esto es difícil de cuantificar. “La informática siempre ha tratado de mejoras cuantitativas que conducen a cambios cualitativos descomunales; no se trata de valorar en qué medida la web -y los navegadores- han cambiado nuestro mundo, sino de que, en muchos aspectos, la web ES ahora nuestro mundo“, concluye Bruce.

Elena Sanz para Ventana al Conocimiento

@ElenaSanz_

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