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12 septiembre 2019

Cuando la música se convierte en un ejercicio cuasi filosófico

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Puede decirse que la música es un universal antropológico, algo que se encuentra sin excepción en todas y cada una de las culturas conocidas, aunque la forma de concebirla, y de sentirla, no coincida en los diferentes lugares del mundo.

Orígenes y Humanismo

Probablemente la música surgiera vinculada al lenguaje, pero lo que sí es seguro es que comenzó con la utilización del propio cuerpo, con el uso de la voz y el descubrimiento de las onomatopeyas, antes que con la utilización de instrumentos tan rudimentarios como las piedras.

La música occidental tiene su origen y está muy ligada al pensamiento lógico racional introducido por los griegos, quienes también sentaron las bases del humanismo. Los griegos no contaban con un sistema y una teoría de las artes similar al actual, cuyas bases las propuso Kant en su Crítica del juicio en 1790. La teoría musical griega tuvo su mayor representante en Pitágoras (nacido en Samos, Grecia, 580 a.C.), filósofo y matemático, quien estableció las principales leyes para la música basándose en la sustancia numérica.

Pitágoras impartiendo una clase a mujeres. Fuente: Wikimedia

Aunque fue con el Ars Nova (siglo XIV) cuando la música ganó en técnica, unidad y expresividad, dando lugar incluso a una corriente desarrollada en Francia, y algunas áreas de España, como Aragón, que fue el Ars subtilior, una escuela de vanguardia para la época, que basaba su concepto de representación en una técnica capaz de resolver de forma gráfica los problemas sonoros. Las partituras cobraban formas de corazón o de círculo, e incluso se añadía algún color en la notación. Ejemplo de ello son las obras de Baude Cordier. Estos movimientos llevaron a que en épocas posteriores se desarrollara una “teoría de los afectos”, que trataba de estudiar las normas para obtener en quien escucha los más variados efectos, induciendo emociones e interpretando efectivamente los textos musicales. Esta teoría influyó incluso en Claudio Monteverdi (1567-1643). A partir de este momento a la música se le exige que sea expresiva, que genere emociones, que vaya más allá de lo meramente superficial y estático. Recobra la representatividad en relación a la naturaleza de los seres humanos, cuyos sentimientos intenta expresar junto con los acontecimientos de la Naturaleza. Una idea que reaparecerá en el Barroco (donde la implicación mimética y la retórica musical permiten adentrarse en la técnica de la representación), y que será retomada de nuevo por el Romanticismo, que además consideraba que la música no sólo tenía una gran capacidad emotiva, sino que también podían expresarse y hacer aflorar a través de ella los sentimientos, las emociones y las pasiones de los seres humanos.

BBVA-OpenMind-Ana Gonzalez Menendez-Cuando la música se convierte en un ejercicio cuasi filosófico
Fuente de la imagen: Pixabay

Paisajes sonoros

Ya en los últimos años del siglo XX los compositores se valieron de modelos matemáticos, como la matemática fractal, y físicos, como la física del caos, para elaborar sus obras, recobrando así un acercamiento a la Naturaleza, una vuelta a la representación de la misma. Raymond Murray Schafer (Canadá, 1933) ha sido uno de los principales precursores del concepto de paisaje sonoro y del trabajo con el sonido natural. En 1977 publicó su libro La afinación del mundo (The tuning of the World), donde exponía su teoría sobre la ecología sonora y desarrollaba tal concepto. Además también compuso, en 1981, la ópera La princesa de las estrellas (The Princess of the Stars), en la que se valía del paisaje sonoro como principal protagonista, puesto que la obra debía representarse alrededor de un lago, lo más lejos posible de lugares poblados, y tenía que empezar poco antes del alba para integrar en sí los sonidos propios del amanecer.

La ópera La Princesa de las estrellas se compuso para ser representada alrededor de un lago
Fuente de la imagen:: Unsplash

De este modo queda patente que el paisaje sonoro es holístico, incorpora elementos visuales, olfativos, táctiles…, y esta tendencia propuesta por Schafer ha dado lugar a corrientes como el sound art, en la que los músicos han introducido en sus obras sonidos de la ciudad, o de las fábricas, utilizándolos como material musical. Además también se puede hablar de una ecología sonora, en la que los elementos propios de la Naturaleza se unen a los musicales. Gran parte de los conceptos formales de Toru Takemitsu (Tokio, Japón, 1930-1996), estaban íntimamente ligados a su imaginería visual, basada en la pintura, en el universo onírico y en su percepción de los jardines tradicionales japoneses. Y la música que compuso para cine la concebía como un nuevo color sonoro que se nutre de las imágenes y que, a la vez, pasa a formar parte de la película. Tan Dun (Hunan, China, 1957), más conocido por ser ganador de un Oscar por la banda sonora de Tigre y Dragón (estrenada en España en 2001), y autor de la música de los juegos Olímpicos de Pekín (2008), se vale como fuente de sonido para sus obras del papel y del agua, elementos puramente naturales, que se convierten en instrumentos de percusión. Sus montajes son visuales y filosóficos. Los elementos/instrumentos de papel se elaboran con colores blancos, y los de agua con materiales transparentes, para que así se pueda ver que con el sonido cambia la forma del agua. Con todo ello trata de captar la belleza natural, a la par que hacer que esos sonidos influyan en la orquesta.

La música siempre formará parte de la vida de los seres humanos. Lo importante es recordar que la educación de los sentidos y, por lo tanto, ampliar la manera en la que se percibe aquello que nos rodea, debe ser uno de los principales objetivos del arte.

Referencias

  • Grout, D. J., y Palisca, C. V. (1999): Historia de la música occidental. Volúmenes 1 y 2. Madrid. Alianza editorial.
  • Marco, T. (2008): Historia cultural de la música. Madrid. Ediciones Autor (Fundación Autor).
  • Michels, U. (2004): Atlas de Música. Volúmenes 1 y 2. Madrid. Alianza editorial.
  • Pitágoras (edición de 1997): Los versos de oro. Argentina. Editorial Troquel.
  • Zapico, P. (2015, 2017, 2018): Técnica de rasgueado. Volúmenes 1, 2 y 3. Números 21, 23, 24. Revista Hispanica Lyra. Madrid. Sociedad de la Vihuela.

 

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