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09 abril 2021

Así contaminan el medioambiente nuestros medicamentos

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Cuando en 2007 un grupo de investigadores analizó las aguas de una planta de tratamiento cerca de Hyderabad (India), se encontró con algo insólito: la concentración de antibióticos en el agua excedía a la presente en la sangre de las personas que toman esas medicaciones, hasta tal punto que en algún caso equivalía al vertido diario de 45 kilos, la cantidad que se consume en un país como Suecia en cinco días. Aquella planta recogía las aguas residuales de 90 fabricantes de fármacos, en una de las regiones que abastecen a todo el mundo de medicamentos genéricos. Pero si el de Hyderabad es un caso extremo, el problema es global y acuciante: nuestros medicamentos están contaminando las aguas, con efectos nocivos para el medioambiente, pero también con posibles repercusiones catastróficas para la salud humana.

El vertido de fármacos a las aguas es hasta cierto punto inevitable, dado que es una consecuencia de nuestro propio uso de estos compuestos: normalmente deben alcanzar una cierta concentración en sangre para actuar, pero esto no implica que todo ello se utilice, ya que los riñones trabajan para eliminar esas sustancias extrañas del organismo. El resultado es que hasta el 90% del medicamento que tomamos se expulsa intacto con la orina. A ello se unen otras fuentes de contaminación más evitables: los animales de las granjas, los fármacos que se tiran a la basura o los vertidos de la industria, como en el caso de Hyderabad.

A partir de los años 70 los científicos comenzaron a detectar la presencia de medicamentos en los ecosistemas acuáticos: antibióticos, analgésicos, antiinflamatorios, antihistamínicos, estrógenos anticonceptivos, clofibrato contra el colesterol o betabloqueantes para la hipertensión, entre otros. La contaminación farmacológica es hoy tan omnipresente que se han detectado hasta 631 principios activos en 71 países de todos los continentes, según una revisión de estudios publicada por el gobierno alemán en 2016. Los medicamentos se encuentran sobre todo en los ríos y lagos, pero también en mares, suelos, aguas subterráneas y en el agua potable. A nivel global la fuente principal de esta polución son las aguas residuales urbanas, es decir, los fármacos desechados o expulsados con la orina, si bien ciertas zonas están afectadas por los vertidos de la industria, los hospitales o la ganadería.

Efectos nocivos de los fármacos sobre varias especies 

Cada nuevo estudio da cuenta de la gravedad del problema: una investigación en Australia encontró 69 fármacos diferentes en más de 190 invertebrados de los arroyos cercanos a Melbourne. Los investigadores calcularon que un ornitorrinco que se alimentara de estos animales estaría recibiendo la mitad de la dosis diaria de antidepresivos que se prescribe para los humanos. El clofibrato es bien detectable en el mar del Norte. En el lago Michigan se han encontrado niveles inusitados de metformina, un fármaco contra la diabetes, hasta a cinco kilómetros de las plantas de tratamiento.

BBVA-OpenMind-Yanes-contaminan el medio ambiente nuestros medicamentos-Contaminacion_farmacos -2-El envenenamiento con diclofenaco llevó al borde de la extinción a tres especies de buitres en India. Crédito: Chitra2016
El envenenamiento con diclofenaco llevó al borde de la extinción a tres especies de buitres en India. Crédito: Chitra2016

La contaminación de las aguas superficiales por fármacos es un problema global”, resume a OpenMind la farmacóloga de la Universidad de Portsmouth Helena Herrera. Y aunque “por el momento no hay pruebas de que esto esté afectando a la salud humana”, añade Herrera, en cambio “hay evidencias de que tiene un impacto negativo sobre la vida acuática”. Así, numerosos estudios han documentado los efectos nocivos de estos fármacos sobre diversas especies. La metformina o los estrógenos causan una feminización de los peces machos que amenaza con destruir las poblaciones. El antiinflamatorio diclofenaco envenena a las truchas en los ríos y a los buitres que se alimentan de cadáveres de ganado tratado con el fármaco, lo que a partir de los años 90 llevó al borde de la extinción a tres especies de estas aves en India y ahora amenaza también a las europeas. Las aguas de la planta de Hyderabad eran tóxicas para los embriones de anfibios y peces.

Prozac en las aguas

Herrera señala un contaminante que está causando una alarma creciente: el antidepresivo fluoxetina (Prozac). Diversos estudios han mostrado su presencia creciente en las aguas y en sus especies, provocando cambios de comportamiento en peces, moluscos y crustáceos, incluyendo la adopción de conductas de riesgo ante sus depredadores, respuestas territoriales menos agresivas o una atracción anómala hacia la luz. Los efectos nocivos se transmiten a otras especies a través de la cadena alimentaria: los estorninos adquieren el fármaco de los invertebrados de los que se alimentan, y se ha observado que las hembras expuestas a la fluoxetina resultan menos atractivas para los machos.

En el último estudio hasta la fecha, el equipo dirigido por Giovanni Polverino, de la Universidad de Australia Occidental, y Bob Wong, de la Universidad Monash, ha detallado cómo la exposición a fluoxetina altera la conducta de los peces, no solo de forma colectiva, sino también individual. “El hallazgo clave de nuestro estudio es que la contaminación del agua por fluoxetina compromete la resiliencia de las poblaciones de peces al reducir drásticamente las diferencias en el comportamiento de los individuos”, expone Polverino a OpenMind. 

BBVA-OpenMind-Yanes-contaminan el medio ambiente nuestros medicamentos-Contaminacion_farmacos - 3La presencia creciente del antidepresivo fluoxetina en las aguas provoca cambios de comportamiento en peces, moluscos y crustáceos. Crédito: Tom Varco
La presencia creciente del antidepresivo fluoxetina en las aguas provoca cambios de comportamiento en peces, moluscos y crustáceos. Crédito: Tom Varco

Así, explica el investigador, el fármaco borra las diferencias individuales haciendo que todos los peces se comporten de un modo más similar, lo que “podría exponer a grandes poblaciones de peces a un mayor riesgo de morir en un mundo cambiante y cada vez más contaminado”. Según agrega Wong a OpenMind, “dado que la variación es importante para proteger a las poblaciones salvajes de los cambios ambientales, si los animales expuestos responden de forma más similar unos a otros, esto puede hacerlos más vulnerables si todos actúan inadecuadamente”.

Antibióticos en el agua y superbacterias resistentes

Pero si esta polución no tiene un efecto directo en la salud humana, sus consecuencias indirectas son enormemente graves. En el caso de los antibióticos, cuya excreción al medio puede sumar unas 125.000 toneladas al año, su presencia en las aguas fomenta la aparición de superbacterias resistentes, una amenaza que los expertos contemplan como la posible próxima gran pandemia.Las bacterias resistentes a antimicrobianos se han detectado como prevalentes en las aguas cercanas a las plantas de producción de estos compuestos, como resultado de los vertidos relacionados con el proceso de producción”, señala Herrera. Un ejemplo es Hyderabad, donde se han encontrado altos niveles de genes bacterianos de resistencia a antibióticos, incluso a los antimicrobianos considerados de último recurso cuando los demás han fallado.

Ante la gravedad del problema, los expertos coinciden en la necesidad de soluciones urgentes. Las plantas de tratamiento de aguas residuales pueden eliminar una parte de esta contaminación, pero en muchos casos están anticuadas o no existen. “Algunos fármacos se eliminan muy bien con las tecnologías comunes de tratamiento de aguas residuales (como los fangos activos o los biofiltros bacterianos), pero otros apenas nada”, comenta a OpenMind Karin Helwig, especialista en contaminación farmacológica de la Glasgow Caledonian University. “La mayoría se eliminan entre un 30 y un 70% de la cantidad que llega a la planta de tratamiento”. Helwig señala que las nuevas tecnologías de tratamiento avanzado, como la oxidación empleando luz ultravioleta y ozono, el filtrado del agua a través de carbón activado o la ósmosis inversa pueden mejorar la eliminación. “Sin embargo, son costosas y consumen mucha energía, por lo que deben buscarse también soluciones preventivas”, añade.

BBVA-OpenMind-Yanes-contaminan el medio ambiente nuestros medicamentos-Contaminacion_farmacos -4 Las plantas de tratamiento de aguas residuales pueden eliminar una parte de esta contaminación, pero en muchos casos están anticuadas. Crédito: Czeva
Las plantas de tratamiento de aguas residuales pueden eliminar una parte de esta contaminación, pero en muchos casos están anticuadas. Crédito: Czeva

También la investigación busca abrir nuevas vías hacia la remediación de aguas contaminadas con fármacos, como la ingeniería de materiales llamados hidróxidos dobles laminares, con capacidad de absorción y actividad catalítica sobre los compuestos contaminantes, o nuevas alternativas de biorremediación utilizando microorganismos naturales o incluso bacterias genéticamente modificadas que degradan los antibióticos y se alimentan de sus componentes. 

Trabajar hacia una economía circular

Pero en cuanto a las medidas preventivas, Herrera subraya la conveniencia de que la industria farmacéutica “trabaje hacia una economía circular, responsabilizándose del ciclo de vida de sus productos”. En este sentido, Wong destaca la importancia de los programas que facilitan la recogida de los medicamentos no usados o caducados para evitar su vertido a la basura o al retrete, a lo que deben unirse una mayor regulación —incluyendo la referente a los vertidos de los fabricantes—y la colaboración del público. “A fin de cuentas, pienso que la educación y la concienciación son claves”, concluye. A todo ello se une la exigencia de la racionalización en el uso de los antibióticos, algo que Helwig considera que debería extenderse también a otros medicamentos, además de reducirse las dosis comercializadas para evitar los sobrantes.

Es más, Helwig añade que “quizá necesitemos reexaminar nuestras actitudes hacia la enfermedad” para reducir el consumo innecesario de fármacos: la presión por regresar al trabajo cuanto antes, dice la investigadora, nos empuja a medicarnos incluso con afecciones menores que curan solas con algo de reposo. A ello se añade la medicalización de condiciones que no son patológicas, “por ejemplo, la calvicie masculina”, apunta. Todo sea para que, parafraseando a Herrera, dejemos de prescribir a nuestros ríos y estuarios una multitud de medicamentos que no les hacen ningún bien.

Javier Yanes

@yanes68

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