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25 mayo 2021

¿Es posible la neutralidad de carbono o el “cero neto”?

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El 11 de diciembre de 2020, con ocasión del quinto aniversario del acuerdo de París sobre cambio climático —cuyo objetivo es limitar el aumento de la temperatura global por debajo de 2°C y preferiblemente a 1,5°C respecto a los niveles preindustriales—, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, hacía un llamamiento a “la misión más urgente del mundo”: “Debemos construir una verdadera coalición global para la neutralidad de carbono en 2050”. La neutralidad de carbono supone no solo reducir radicalmente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), sino además compensar las residuales con sistemas de captura y almacenamiento de carbono y otros, de modo que el balance final sea la neutralidad climática; o, en la expresión más empleada actualmente, el “cero neto”. Es, sin duda, una gran idea hacia un mundo más sostenible en una sociedad descarbonizada.

Ahora bien, el problema surge cuando el discurso y la realidad no parecen cuadrar. Por un lado, explicaba Guterres, las naciones que suman más del 65% de las emisiones de GEI y que reúnen el 70% de la economía mundial se han sumado al objetivo de conseguir el cero neto para 2050. Esta coalición incluye a la Unión Europea, Reino Unido, Japón, Corea del Sur, la nueva administración de EEUU bajo el presidente Joe Biden y un total de 131 países; incluso China, el mayor emisor de GEI del planeta con un 28% del total global, se ha comprometido a comenzar a reducir sus emisiones en los próximos diez años y a alcanzar la neutralidad de carbono antes de 2060, si bien se ha cuestionado la viabilidad de este objetivo

¿Se están cumpliendo los objetivos del Acuerdo de París?

Sin embargo y por otro lado, añadía el secretario general, los indicadores climáticos no han hecho sino empeorar: incluso con la pandemia de COVID-19, los niveles atmosféricos de CO2 marcan récords y siguen aumentando; la pasada década fue la más cálida de la historia registrada, el hielo del Ártico alcanzó su mínimo histórico en octubre de 2020, las anomalías climáticas catastróficas son cada vez más frecuentes, “la biodiversidad colapsa, los desiertos se extienden, los océanos se calientan y están asfixiados de basura plástica”, añadía Guterres, para rematar todo ello con un dato esclarecedor: según la ciencia, todo esto empeorará a menos que se recorte la producción de combustibles fósiles en un 6% cada año desde ahora hasta 2030. Pero muy al contrario, la tendencia actual es un aumento anual del 2%.

BBVA-OpenMind-Yanes-neutralidad de carbono o cero neto-1-En la Cumbre de París (2015) se acordó que el incremento de la temperatura global no debía superar los 2°C y preferiblemente los 1,5°C respecto a los niveles preindustriales. Fuente: UNclimatechange
En la Cumbre de París (2015) se acordó que el incremento de la temperatura global no debía superar los 2°C y preferiblemente los 1,5°C respecto a los niveles preindustriales. Fuente: UNclimatechange

Frente a todo lo anterior, es natural que la población se sienta confusa, cuando no profundamente desconcertada: los científicos publican estudios, monitorizan la evolución de los indicadores y proponen directrices; se pactan acuerdos y se celebran congresos; al menos desde la cumbre de Río en 1992, las autoridades nacionales y los organismos internacionales han venido asintiendo y respondiendo al llamamiento de los expertos, estableciendo normativas y fijando hitos y hojas de ruta. Y a pesar de que todo ello produciría la impresión de que las soluciones están en marcha y de que se está progresando, los datos indican que no se ha avanzado un ápice hacia los objetivos deseados. Lo cual puede sumir al ciudadano medio en una sensación de impotencia que puede conducir al escepticismo y la apatía, precisamente cuando se le dice que su implicación también es importante.

El cero neto: entre la utopía y la realidad

¿Qué está ocurriendo? ¿Es el cero neto una utopía inalcanzable, un objetivo frustrado, o simplemente un concepto mal enfocado? Para diversos expertos, algo hay de todo esto. La neutralidad climática o el cero neto tienen sus raíces en la idea del offsetting, o la compensación de las emisiones mediante sistemas de eliminación del CO2 atmosférico. En un primer momento este concepto, aún manejado hoy, se aplicaba a la captura de carbono en las masas forestales, lo que ha propiciado innumerables propuestas de reforestación que han perdurado hasta la actualidad, pese a que los expertos han advertido repetidamente de que solo plantar árboles no es una solución factible ni científicamente avalada contra el cambio climático.

A ello siguieron otras propuestas de captura y almacenamiento de carbono, comenzando por lo más inmediato: evitar la emisión de CO2 a la atmósfera de las plantas energéticas de carbón enterrándolo en el subsuelo; desde los 70 se emplea la inyección de CO2 para facilitar la extracción del crudo de las bolsas de petróleo, con lo que la idea era aplicar esto mismo solo al almacenamiento del gas. Luego se pensó en reemplazar el carbón en estas plantas por biomasa, para que el carbono capturado en ella quedase encerrado a buen recaudo bajo tierra. Después llegaría la propuesta de la captura directa de CO2 del aire; y por otro lado, la geoingeniería climática para reducir, por ejemplo, la absorción de radiación solar de la Tierra.

BBVA-OpenMind-Yanes-neutralidad de carbono o cero neto-2-La reforestación, a menudo planteada como solución para capturar una mayor cantidad de CO₂, es una medida insuficiente. Crédito: TRASS/SETS
La reforestación, a menudo planteada como solución para capturar una mayor cantidad de CO, es una medida insuficiente. Crédito: TRASS/SETS

Ante semejante lista de propuestas, se diría que sobra dónde elegir. El problema es que prácticamente nada de lo anterior existe todavía sino, como máximo, a un nivel piloto o experimental, mientras que ideas como la de la biomasa han perdido fuelle debido a que sus perjuicios, como el extensivo uso de tierra, pueden superar a sus beneficios. 

Y el problema adicional es que, como subrayan en The Conversation los científicos climáticos James Dyke (Universidad de Exeter), Robert Watson (Universidad de East Anglia) y Wolfgang Knorr (Universidad de Lund), los modelos matemáticos predictivos empleados por los investigadores llevan décadas incorporando estas hipótesis como si fuesen reales, cuando aún no lo son, lo que da como resultado unas cuotas permitidas de emisiones que son del todo inasumibles, dado que no se está capturando carbono. En resumen, estos modelos proporcionan a las naciones “un cheque en blanco para continuar quemando combustibles fósiles” de modo que los cambios se limiten a “aquellos más convenientes para los políticos: cambios incrementales a la legislación y los impuestos”.

Por ello, concluyen los tres científicos, el concepto de cero neto es una “trampa peligrosa”; “en la práctica, ayuda a perpetuar una creencia en la salvación tecnológica y reduce el sentido de urgencia respecto a la necesidad de recortar las emisiones ahora”. En este sentido, apunta Knorr, quien se reconoce a sí mismo como uno de los expertos que originalmente han contribuido a extender la idea del cero neto: “Casi me asustan más las consecuencias del cero neto que las del cambio climático”. Y añade Dyke: “Es asombroso cómo la continua ausencia de ninguna tecnología creíble de eliminación de carbono no parece afectar lo más mínimo a las políticas de cero neto”.

Tecnología, investigación y realismo

Naturalmente, los científicos apoyan y alientan la investigación en tales tecnologías, en torno a las cuales será bienvenido cualquier avance práctico y realista de implementación a gran escala. Pero en los últimos años ha crecido entre la comunidad científica y de expertos la idea de que la neutralidad de carbono, el cero neto, es “una mentira”, como lo califica sin tapujos en Nature la economista energética y medioambiental Claudia Kemfert, del Instituto Alemán de Investigación Económica; “debemos recortar las emisiones de carbono a cero en términos absolutos, no simplemente a un cero neto”, escribe.

BBVA-OpenMind-Yanes-neutralidad de carbono o cero neto-3-Tecnologías tales como la captura de CO₂ directamente del aire o de almacenamiento subterráneo de gas no están lo suficientemente desarrolladas como para atajar las emisiones globales. Crédito: Nina Hale
Tecnologías tales como la captura de CO directamente del aire o de almacenamiento subterráneo de gas no están lo suficientemente desarrolladas como para atajar las emisiones globales. Crédito: Nina Hale

Curiosamente, incluso los organismos que patrocinan el esfuerzo hacia el cero neto abrazan la contradicción: en su web, el Parlamento Europeo asegura que la neutralidad de carbono para mediados de este siglo es esencial, y al mismo tiempo reconoce: “Hasta la fecha, ningún sumidero artificial de carbono es capaz de eliminar carbono de la atmósfera a la escala necesaria para combatir el cambio climático”. La propia ONU, mientras impulsa su Coalición del Cero Neto, admite que la suma de las reducciones de emisiones anunciadas por los países “todavía se quedan muy cortas del nivel de ambición requerido para conseguir el objetivo de 1,5 °C”; en concreto, y frente a la necesidad de recortar las emisiones globales en un 45% para 2030 con respecto a 2010 para cumplir el objetivo de París, la combinación de las contribuciones nacionales actualmente determinadas solo lograría una reducción del 1%.

En definitiva, la tendencia actual de la comunidad experta no favorece la idea de que el concepto de neutralidad de carbono o de cero neto sea una realidad hoy factible de cara al cumplimiento del objetivo del acuerdo de París, y por lo tanto la idea en sí misma puede hacer más daño que bien, al desviar la atención del único camino visible hacia esa meta; el que desde el comienzo de la historia de la lucha contra el cambio climático ha sido el criterio universalmente aceptado: reducir drásticamente las emisiones, lo que requiere abandonar a la mayor brevedad y de forma definitiva la extracción y el uso de los combustibles fósiles. 

Javier Yanes

@yanes68

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