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12 abril 2024

El glaciar de Thwaites, la bomba de relojería del calentamiento

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En un planeta cubierto de agua en un 71% y con el 10% de las tierras bajo el hielo, todos dependemos del océano y de la criosfera, dice el Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU (IPCC), que nos recuerda cómo agua y hielo están en equilibrio, “interconectados con otros componentes del sistema climático a través del intercambio global de agua, energía y carbono”. Este balance se está rompiendo debido al cambio climático. La pérdida de los glaciares es un fenómeno general, pero hay una masa helada que los científicos llevan décadas vigilando con preocupación: el glaciar antártico de Thwaites. Su carácter crítico como una especie de bomba de relojería del calentamiento global le ha granjeado el apodo popular de “el glaciar del juicio final”.

La Antártida es un lugar tan hostil que no fue explorado y conquistado hasta comienzos del siglo XX, aunque fue a mediados de siglo cuando empezó a mapearse su superficie, que está cubierta de hielo en torno al 97,6%. Pero ese hielo no está quieto: la mayoría de los glaciares fluyen hacia el océano, formando lenguas que ayudan a estabilizarlos, y que ocasionalmente se rompen dando origen a icebergs flotantes. Al oeste de la Antártida existe uno de esos glaciares, avistado por primera vez en 1940 por la tercera expedición de Richard Byrd, identificado en 1947 y mapeado entre 1959 y 1966. En 1967 se bautizó en honor del ya fallecido glaciólogo Fredrik Thwaites.

El impacto del calentamiento global

El de Thwaites no es un glaciar cualquiera: es el más ancho del planeta, con unos 120 kilómetros, y una superficie de 192.000 km2 que supera la del Estado de Florida. En la llamada línea de apoyo, la frontera entre el hielo que reposa sobre tierra y el que flota en el mar, su espesor es de 800 a 1.200 metros, y fluye hacia el mar a una velocidad de unos 2 kilómetros al año. El hielo desemboca en la bahía de Isla Pine, en el mar de Amundsen, junto con el del vecino glaciar de Isla Pine, el que más rápido avanza en todo el continente y el que más hielo vierte al mar en todo el mundo, responsable de la cuarta parte del hielo que pierde la Antártida.

Desde 2000 el glaciar de Thwaites ha perdido más de un billón de toneladas, y su altura se reduce un metro al año (imágenes de 2001, izquierda, y 2019, derecha). Crédito: NASA/ZUMA Press / Alamy Live News

En su vertido al mar, una parte del glaciar de Thwaites está taponada por una plataforma de hielo de 45 kilómetros de ancho y unos 587 metros de espesor. Esta plataforma solo ocupa parte del frente del glaciar; en el resto existe una lengua de hielo flotante que antaño formaba una masa compacta, pero que en la segunda década de este siglo quedó disgregada en icebergs separados que solo se mantienen juntos por la masa de hielo del mar.

Con esto se entiende que los glaciares de Thwaites e Isla Pine tienen un papel protagonista en el estado de los hielos terrestres, siendo de los más afectados por el calentamiento global. Thwaites lleva siglos en una retirada que comenzó a acentuarse en la década de 1940 por el fenómeno de El Niño. Según la Colaboración Internacional del Glaciar de Thwaites, un proyecto cofinanciado por EEUU y Reino Unido, en los últimos 30 años la cantidad de hielo vertida al mar se ha duplicado; cada año pierde 50.000 millones de toneladas más de hielo de lo que recibe de las nevadas. Desde 2000 ha perdido más de un billón de toneladas, y su altura se reduce un metro al año.

Una reacción en cadena

Las consecuencias de toda esta pérdida no afectan solo a la Antártida: el derretimiento del Thwaites es responsable del 4% del aumento del nivel del mar. Pero si desapareciera por completo, las aguas subirían 65 centímetros en todo el mundo, lo que ha originado ese mote de “glaciar del juicio final” en los medios. La científica del clima Ella Gilbert, de la Universidad de Reading, lo pone en contexto: “Ha habido unos 20 centímetros de subida del nivel del mar desde 1900, una cantidad que ya está expulsando a comunidades costeras fuera de sus hogares y exacerbando problemas ambientales como inundaciones, contaminación por agua salada y pérdida de hábitats”. 

El glaciar de Thwaite es el más ancho del planeta, con unos 120 kilómetros, y una superficie de 192.000 km2 . Crédito: BBVA OpenMin

Este colapso no va a suceder de la noche a la mañana, pero según el geofísico del British Antarctic Survey Fausto Ferraccioli, “algunos modelos sugieren que esto podría ocurrir de forma comparativamente rápida, en pocos siglos”. Al ritmo actual, a finales de este siglo habrá un aumento del nivel del mar de varios centímetros debido al hielo fundido de este glaciar.

La gran amenaza es el agua cálida procedente del mar de Amundsen, que circula bajo el hielo, erosionándolo y desprendiéndolo del lecho de roca, lo que acelera su flujo. A su vez, esto permite a las aguas cálidas llegar a otros hielos interiores, provocando, según Gilbert, “una reacción en cadena regional que arrastraría otros glaciares cercanos, lo que significaría varios metros de subida del nivel del mar”. Los efectos se ven acelerados por fuentes geotérmicas situadas bajo el glaciar. La presencia de grietas en la plataforma de hielo también afecta a su estabilidad, hasta el punto de que, según la glacióloga Erin Pettit, de la Universidad Estatal de Oregón, en la próxima década podría “hacerse añicos como el parabrisas de un coche”. 

Frenar el derretimiento del hielo

Frente a estos grandes males, se proponen grandes remedios. El glaciólogo John Moore, de la Universidad de Laponia, ha propuesto anteriormente la construcción de un muro de 100 metros de alto sobre el fondo del mar para detener el derretimiento del hielo en Groenlandia, o de islas artificiales de 300 metros de altitud para taponar los glaciares de Thwaites e Isla Pine. Su nueva idea es instalar gigantescas cortinas submarinas de 100 kilómetros de largo, ancladas al fondo del mar, para que el agua cálida no llegue al Thwaites. 

El derretimiento del Thwaites es responsable del 4% del aumento del nivel del mar. Pero si desapareciera por completo, las aguas subirían 65 centímetros en todo el mundo. Crédito: NASA/ZUMA Press / Alamy Live News.
El derretimiento del Thwaites es responsable del 4% del aumento del nivel del mar. Pero si desapareciera por completo, las aguas subirían 65 centímetros en todo el mundo. Crédito: NASA/ZUMA Press / Alamy Live News.

A un coste estimado de 50.000 millones de dólares para una gran obra de geoingeniería, parece casi imposible. Pero Moore y sus colaboradores en la Universidad de Cambridge, que actualmente ensayan la idea con cortinas de 1 metro en tanques de laboratorio, están diseñando un prototipo para probar en 2025 en el río Cam, y después otro mayor de 10 metros en un fiordo noruego. Tal vez el proyecto progrese si los resultados son alentadores.

Javier Yanes

 

Crédito imagen principal:  NASA.

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