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15 junio 2023

Día contra la desertificación: el desierto avanza

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El agua en la Tierra no se crea ni se destruye. No hay riesgo de que este recurso esencial para la vida y la sostenibilidad desaparezca del planeta. Pero para entender la fragilidad de nuestra dependencia de ella debe añadirse que casi el 97% del total es salada, que el 68% de la dulce está atrapada en glaciares y hielos polares, y que, de la dulce líquida, el 99% está bajo tierra. Si a ello añadimos que no solo es cuestión de cantidad de agua, sino también de su reparto, y que este cada vez es peor a causa del cambio climático, no es de extrañar que se busquen soluciones tecnológicas innovadoras para paliarlo, o que se intente regular la lluvia con métodos de dudosa eficacia. El 17 de junio Naciones Unidas celebra el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, una ocasión anual para concienciar sobre esta lacra.

Según Naciones Unidas, desde 2000 el número y la duración de las sequías han aumentado un 29%, y hoy las sufren más de 2.300 millones de personas; para 2050 afectarán a más de las tres cuartas partes de la población mundial. Y la sequía es el preludio a la desertificación: el Convenio de Naciones Unidas para Combatir la Desertificación señala que 500 millones de personas viven en zonas que se han desertificado desde los años 80, y que en el próximo decenio la desertificación podría provocar 50 millones de desplazados. No es solo un azote de los países más pobres: la primavera de 2023 ha dejado muestras de los estragos del agua y de su carencia en países como España e Italia, con graves sequías seguidas de lluvias torrenciales.

En el próximo decenio la desertificación podría provocar 50 millones de desplazados. Crédito: Martin Harvey/Getty Images

Un futuro de sequías e inundaciones

Los titulares de los medios hablan de situaciones similares por todo el mundo. Pero más allá de lo inmediato, los estudios científicos revelan una tendencia prolongada. Un estudio descubrió que el periodo de 2000 a 2021 ha sido el más seco en el suroeste de Norteamérica desde al menos el año 800, y que un 19% de ello se debe al cambio climático. Un análisis de 600 años de anillos de crecimiento de los árboles en Sudamérica muestra una frecuencia sin precedentes de sequías y lluvias extremas desde los años 60, un fenómeno en el que confluyen los efectos de El Niño —calentamiento cíclico del Pacífico ecuatorial oriental—, el Modo Anular del Sur —desplazamiento de vientos antárticos— y el cambio climático. Los autores pronostican que “Sudamérica experimentará más eventos frecuentes y severos de sequías y lluvias como consecuencia del aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero”.

BBVA-OpenMind-Yanes-Dia contra la desertificacion_2 Las consecuencias de esta intensificación del ciclo del agua son más sequías y más lluvias torrenciales, y la peor parte se la llevan los países pobres. Crédito: FIDA HUSSAIN/AFP via Getty Images
Las consecuencias de esta intensificación del ciclo del agua son más sequías y más lluvias torrenciales, y la peor parte se la llevan los países pobres. Crédito: FIDA HUSSAIN/AFP via Getty Images

Sequías e inundaciones son dos caras de la misma moneda. En su Sexto Informe de Evaluación, concluido en 2023, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC) explica que el calentamiento aumenta la evapotranspiración, lo que agrava las sequías, pero al mismo tiempo incrementa la humedad máxima que la atmósfera puede contener, a razón de un 7% por cada grado de subida de temperatura. Las consecuencias de esta intensificación del ciclo del agua son más sequías y más lluvias torrenciales, de modo que las precipitaciones extremas que solían acaecer una vez cada 10 o 50 años doblarán o triplicarán su frecuencia. Y la peor parte se la llevan los países pobres, donde la mortalidad debida a los desastres del agua es 15 veces mayor.

El aumento en las precipitaciones torrenciales tampoco compensa las sequías. Las lluvias excesivas y a destiempo son tan perjudiciales para la agricultura como su ausencia total. Ni siquiera son el mejor modo de reponer el agua perdida, ya que la mayor parte se drena sin empapar el suelo, y no sirve para recargar las aguas subterráneas que se extraen para el riego. Una prueba de cómo la alteración del ciclo del agua está vaciando nuestras reservas la revela un estudio publicado en Science en 2023: los autores reunieron observaciones por satélite durante tres décadas de los 1.972 mayores lagos de la Tierra. Los lagos, apunta el estudio, cubren el 3% de las masas terrestres y almacenan el 87% del agua dulce líquida superficial.

BBVA-OpenMind-Yanes-Dia contra la desertificacion_3 El 53% de los lagos han sufrido pérdidas de volumen debido al cambio climático, aumento de evaporación y más demanda de consumo humano. Crédito: Sutthiwat Ditsayasap Srikhrueadam/Getty Images
El 53% de los lagos han sufrido pérdidas de volumen debido al cambio climático, aumento de evaporación y más demanda de consumo humano. Crédito: Sutthiwat Ditsayasap Srikhrueadam/Getty Images

Los resultados muestran que el 53% de ellos han sufrido pérdidas significativas de volumen. Las causas: cambio climático, aumento de evaporación y más demanda de consumo humano. En los embalses artificiales la sedimentación está colmatando los fondos y reduciendo la capacidad de almacenamiento. La conclusión es que la cuarta parte de la población mundial vive en la cuenca de un lago que se está secando.

Soluciones poco eficaces y remedios globales

Como explica en un comentario al estudio la geofísica ambiental de la Universidad de Oregón Sarah Cooley, un patrón recurrente es que “lo seco se vuelve más seco”, por lo que las zonas de mayor riesgo son las más áridas; más de 5 millones de km2 se han desertificado desde los años 80. Según el IPCC, los peores efectos los sufrirán el Mediterráneo, el suroeste de Sudamérica y el oeste de Norteamérica. La Comisión Europea alerta de que la aridez amenaza una extensión de 168.000 km2 en Italia y 365.000 en España, una mayoría del territorio.

BBVA-OpenMind-Yanes-Dia contra la desertificacion_4 La cuarta parte de la población mundial vive en la cuenca de un lago que se está secando. Crédito: harpazo_hope /Getty Images
La cuarta parte de la población mundial vive en la cuenca de un lago que se está secando. Crédito: harpazo_hope /Getty Images

En cuanto a las soluciones, en China, África y otros lugares se intenta contener el avance del desierto mediante murallas verdes, pero la eficacia de estas medidas está en entredicho. Los expertos insisten en que los remedios deben ser globales. El planeta ha traspasado los límites seguros en la sostenibilidad del agua, advertía un estudio en 2022, por lo que la gestión de este recurso y de los usos del suelo son de una urgencia crítica, junto con la imprescindible lucha contra el cambio climático. Según Mathew Barlow, climatólogo de la Universidad de Massachusetts, “reducir las emisiones reducirá los impactos. Cada fracción de grado cuenta”.

Javier Yanes

 

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