Entre los titulares que han proliferado en los medios a raíz de la sensibilización provocada por la pandemia de COVID-19, y además de la presunta Enfermedad X, destaca la posibilidad de que el calentamiento global asociado al cambio climático descongele del hielo virus y bacterias potencialmente peligrosos que dejaron de circular por el mundo mucho tiempo atrás. Pero ¿es así? ¿Existe el riesgo de que algún patógeno “zombi” rescatado provoque una catástrofe?
En 2014 un equipo de científicos de Francia y Rusia encontró en el permafrost de Siberia —la capa de suelo permanentemente congelada— un nuevo virus que había permanecido en el hielo durante 30.000 años. El Pithovirus sibericum es el mayor virus conocido y no se ha encontrado en muestras actuales, aunque sí un pariente suyo, el Pithovirus massiliensis. Ambos infectan solo a amebas, organismos unicelulares, y son inofensivos para el ser humano. Este es también el caso del Mollivirus sibericum, hallado también en el permafrost en 2015, y de otros 13 nuevos virus publicados por el mismo equipo en 2023. El más antiguo, Pandoravirus yedoma, tiene una edad de 48.500 años.
Un caso adicional es el de las bacterias y otros microbios. A diferencia de los virus, que necesitan un hospedador para replicarse, las bacterias pueden multiplicarse en vida libre; no en el hielo, pero sí en un permafrost fundido. Algunas pueden enquistarse en forma de esporas resistentes durante largos periodos; medio millón de años, o quizá más. Se han aislado infinidad de bacterias del permafrost, incluso resistentes a antibióticos; y brotes recientes de ántrax en Siberia, que han afectado a poblaciones de renos y a comunidades humanas, se han asociado a la posible reactivación de esporas de Bacillus anthracis en el permafrost fundido.
Con todo esto, ¿cuál es el riesgo? El hecho de que los virus reanimados infecten a las amebas no es casual, ya que los científicos pudieron revivirlos y por tanto detectarlos poniendo las muestras en cultivo con amebas. Pero ¿es posible que en el hielo se escondan virus peligrosos para nosotros? Se ha secuenciado el genoma de la mal llamada gripe española a partir de muestras humanas halladas en el permafrost. En 2012 se obtuvieron fragmentos del virus de la viruela de una momia siberiana de 300 años. En estos casos no había virus activos.
Según los investigadores que rescataron los virus de las amebas, “la facilidad con la que estos nuevos virus fueron aislados sugiere que partículas infecciosas de virus específicos de otros muchos hospedadores eucarióticos no testados (protozoos o animales) probablemente abunden en el permafrost antiguo”. Hay iniciativas para buscar estos virus. Para algunos expertos, “los riesgos para la salud humana son generalmente bajos”, incluso muy improbables, aunque la amenaza no se descarta. Pero ni siquiera sería necesario un patógeno humano para causar un desastre: un virus que infectase a otras especies podría provocar graves daños medioambientales. ¿Llegarán las peores previsiones a hacerse realidad?
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