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16 febrero 2021

El filón científico de las momias de la Edad de Hielo

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En las escenas finales de la película de animación de 2002 Ice Age, el personaje Scrat, una ardilla de dientes de sable muda y obsesionada con la recolección de bellotas, lleva 20.000 años congelado dentro de un bloque de hielo, que aparece en una playa de arena y comienza a derretirse. El roedor vuelve a la vida, todavía obsesionado con recuperar y guardar su bellota, pero acaba provocando sin querer una explosión volcánica. Aparte de lo absurdo del argumento, la idea de que una criatura del Pleistoceno pueda sobrevivir a la congelación durante decenas de miles de años se inspiró sin duda en los numerosos descubrimientos en la vida real. En los últimos años han aparecido, sobre todo en el Ártico ruso, momias de la Edad de Hielo notablemente conservadas —aunque en estos casos, a diferencia de Scrat, los animales que se recuperan del permafrost están definitivamente muertos.

El deshielo del permafrost ártico, provocado por el calentamiento global, está impulsando el descubrimiento de restos de mamíferos momificados que habían permanecido congelados bajo la superficie durante decenas de miles de años. Si bien estas cápsulas biológicas del tiempo proporcionan una gran cantidad de información a los científicos y son una ventana fascinante al pasado, su aparición no es un presagio positivo para la salud de nuestro planeta. 

Cuando el permafrost se descongela, los microbios empiezan a descomponer el material vegetal del suelo anteriormente congelado, liberando a la atmósfera gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono y el metano, lo que impulsa un mayor calentamiento y crea un bucle de retroalimentación negativa. Además, las bacterias y los virus atrapados durante mucho tiempo en el hielo y el permafrost pueden volver a la vida y suponer un riesgo para la salud humana y animal, como en el caso del brote de ántrax en Siberia en 2016.

BBVA-OpenMind-Materia-The Scientific Boom of Ice-Age Permafrost Mummis-Momias articas- 1-"Yuka", the Woolly mammoth, in the environs of Yakutsk, Russia. Credit: Valery Plotnikov-El mamut lanudo "Yuka", en los alrededores de Yakutsk (Rusia). Crédito:
El mamut lanudo “Yuka”, en los alrededores de Yakutsk (Rusia). Crédito: Valery Plotnikov

Mapa interactivo: Momias árticas

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Muchos descubrimientos de huesos y momias del Pleistoceno se deben a los mineros de oro, que utilizan chorros de agua a alta presión para descongelar el permafrost y desprender el material rocoso o mover los sedimentos de las orillas de los ríos. Otras momias emergen de forma natural como consecuencia del proceso de descongelación del permafrost, y son detectadas por pastores de renos o cazadores de huesos de mamut. Algunos cazadores de huesos sin escrúpulos utilizan la misma técnica que los mineros de oro, empleando bombas y agua para descongelar el permafrost y dejar al descubierto los restos de los mamuts, cuyos colmillos y huesos suelen venderse para abastecer el mercado del marfil en China, donde el comercio de marfil de elefante está cada vez más restringido. En el afán por recuperar el llamado “marfil de hielo”, muchos cementerios de mamuts lanudos de Siberia han sido objeto de vandalismo en los últimos años. 

DESCUBIERTOS POR MINEROS DE ORO Y CAZADORES DE HUESOS

Cuando las autoridades son notificadas de los descubrimientos y los científicos consiguen transportar estos tesoros paleontológicos momificados a sus instalaciones de investigación —una hazaña nada fácil, debido a su remota ubicación y a su frágil estado—, entran en juego las modernas técnicas de secuenciación genética. Les permiten realizar análisis bioquímicos de muestras tomadas no sólo del pelaje y los tejidos de los propios animales, sino también del contenido de su intestino (la llamada “última comida”), de su boca, de su piel, y de sus heces. La suciedad que rodea al animal también puede examinarse en busca de polen, semillas, insectos, crustáceos, microfósiles, hongos o cenizas volcánicas. 

Todos estos datos permiten a los investigadores trazar un rico cuadro de la vida de la criatura, incluida su dieta, el hábitat en el que vivía, incluso la estación en la que murió y la causa probable de su muerte. En el caso de la megafauna extinta, como los mamuts, los rinocerontes lanudos, los leones de las cavernas y los osos de las cavernas, proporcionan pistas sobre el motivo de su desaparición. Y, por supuesto, siempre está el sueño de poder clonar algún día a estos animales y devolver esas especies extintas a la vida.

BBVA-OpenMind-Materia-The Scientific Boom of Ice-Age Permafrost Mummis-Momias articas 3-La cabeza de un lobo adulto del Pleistoceno, hace 40.000 años. Crédito:
La cabeza de un lobo adulto del Pleistoceno, hace 40.000 años. Crédito: Albert Protopopov

Un error común es pensar que las momias de la Edad de Hielo están encerradas en el hielo, como el perpetuamente desafortunado Scrat o Ötzi, el Hombre de Similaun. En realidad, los restos momificados se conservan normalmente en suelo de permafrost, no en hielo. Aunque los cristales de hielo suelen estar presentes cerca del cadáver, y esto ayuda a desecar y preservar el tejido, ya que la humedad migra de la carne al hielo. Los animales mejor conservados probablemente murieron tras quedar atrapados en ciénagas o terrenos pantanosos; en el caso de las momias de cachorros de lobo o león, pudieron quedar sepultados al derrumbarse sus guaridas o ser abandonados por sus madres.

Neil Larsen

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