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29 diciembre 2021

Félix de Azara y Pehr Löfling, los primeros naturalistas en una gran frontera

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Desde el siglo XV  España y Portugal  estuvieron en conflicto tratando de demarcar la frontera entre sus extensas colonias sudamericanas desde el Orinoco al Río de la Plata. Y para ello se establecieron diversos tratados, alguno de ellos auspiciado por un Papa, y se realizaron diversas expediciones. Pero no fue hasta la segunda mitad del siglo XVIII cuando se plantearon una serie de comisiones para desmarcarla definitivamente. En dos de ellas de una forma u otra se realizaron los primeros estudios sistemáticos sobre los seres vivos existentes en tales remotas regiones, algo que era muy desconocido, descubriéndose cientos de especies y formas nuevas de animales y plantas,  un verdadero “el dorado” de la naturaleza.

Pehr Löfling

 El año de 1754 partió de Cádiz para América una expedición  que trataba de delimitar la frontera hispano-portuguesa en la región del Orinoco en la actual Venezuela y la Guyana. Y en ella iba “empotrado” el joven naturalista sueco Pehr Löfling-Pedro Loefling (31 de enero de 1729-22 de febrero de 1756). Era un discípulo de Linneo que a petición de la corte española viajó a España en 1751 para estudiar su naturaleza y contribuir a la difusión del método linneano de describir y clasificar los seres vivos  De hecho, durante  su estancia en la Península se dedicó a herborizar en distintas regiones de España y Portugal descubriendo algunas plantas nuevas de nuestra entonces muy desconocida flora. E incluso cuando llegó a Cádiz, con la ayuda de los pescadores realizó una clasificación de los peces de la zona.  Ya en América realizó su labor  de naturalista  que duró escasamente 2 años porque murió prematuramente en 1756 posiblemente de fiebres tifoideas. Pero en tan corto periodo  descubrió y describió muchas e interesantes especies de plantas y animales.

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Iter Hispanicum en una publicación póstuma de la mano de Linneo en 1758. Fuente: Biblioteca del Real Jardín Botánico

Describió distintas especies de animales que van desde medusas e insectos a mamíferos. Así por ejemplo, hasta 7 especies de peces por él descrita figuran en la gran obra de Linneo, Systema Naturae. Pero como no se han publicado nunca de forma conjunta tales descripciones no son muy conocidas.

No ha sucedido lo mismo con el caso de las plantas puesto que después de su muerte, Linneo publicó en 1758 sus manuscritos sobre las plantas que había encontrado en la Península Ibérica y en América en una obra titulada Iter Hispanicus. Así en la actualidad se conocen cerca de un centenar de plantas, cuyo autor es Loefling, incluyendo unos 30 géneros nuevos la mayoría americanos. Entre ellos destaca el género Cecropia, árboles que después se ha visto que constituyen un buen ecosistema para las hormigas y de los que se extraen distintos principios medicinales, ya los indígenas utilizaban sus hojas quemadas mezclándolas con las de la coca formando una pasta que mantenían en la boca y que les ayudaba a luchar contra el hambre, frio, cansancio….

Los descubrimientos de Loefling han tenido  varias consecuencias e impactos desde el punto de vista científico. Así Linneo incluyo muchas de sus especies en su Systema Naturae. E incluso a una planta herborizada por su discípulo en la Península Ibérica le asigno el nombre de Loeflingia hispanica, género del cual posteriormente se han encontrado varias especies más. Y posteriormente los naturalistas que estudiaron la zona donde él se movió como Humboldt y Bonpland-quienes estudiaron la región 50 años después- tuvieron muy en cuenta sus hallazgos. Finalmente, distintos botánicos al describir varias  especies nuevas de plantas le han asignado en su honor el epónimo específico loeflingii.

Félix de Azara

Félix de Azara (18 de mayo de 1746-20 de octubre de 1821) era  un ingeniero militar aragonés que tras participar en alguna batalla importante, como la de Argel donde fue gravemente herido, dirigió algunas obras en España. Y después  fue enviado a América en el año 1781 para encargarse de la demarcación de la frontera hispano portuguesa en la región del Chaco, Río de la Plata-Argentina, Paraguay…Una vez allí  en vista de la falta de operatividad de su comisión durante su larga estancia en la región (casi 20 años) se  “metió” a naturalista y se dedicó a estudiar la naturaleza, sobre todo los animales.

Félix de Azara
Retrato del militar y explorador español Félix de Azara (1742-1821), que también fue ingeniero, cartógrafo, antropólogo, humanista y naturalista. Fuente: Wikipedia

A diferencia de Loefling, Azara no tenía formación como naturalista y lo que hizo fue describir muy bien todas las características  más importantes de los seres vivos con los que se encontraba prescindiendo de atribuirles nombres científicos, si acaso les asignó los nombres vernáculos. Sin embargo, casi al final de su estancia y cuando ya tenía recopilados muchos tipos de animales le llegó la traducción de la monumental obra, Historia Natural, del gran científico francés Conde de Buffon, en la que se pretendía incluir todas las especies conocidas.  Entonces Azara se dio cuenta de que muchas especies estaban mal descritas por el francés-no le atribuyó a él los errores sino a sus informantes-, y de que muchos de los animales que él había encontrado no estaban incluidos en la obra, es decir que eran especies nuevas para la ciencia.

Azara descubrió y describió  cientos de animales que iban desde insectos a primates pasando por reptiles, anfibios,  roedores etc. destacando más de 400 especies de aves de las que casi la mitad eran nuevas. Asimismo también se fijó en la vegetación del Chaco. Pero, como él mismo reconocía, eran descripciones muy someras, utilizando los nombres vernáculos y en la mayoría de los casos sólo explicaba sus posibles utilidades gastronómicas y paramédicas.

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En 1811, Humboldt asignó el nombre de Aotus azarae al primate marikiná que había descrito Azara anteriormente. Créditos: Wikimedia

Azara publicó sus hallazgos tras su vuelta a Europa en 1801 (Viajes por la América Meridional, Apuntamientos para la historia natural de Cuadrúpedos de Paraguay y Río de la Plata, y  Apuntamientos sobre Aves entre otras obras) lo que tuvo  repercusión inmediata sobre diversos naturalistas, algunos tan importantes como el francés Cuvier- Buffon Humboldt o Darwin. Cuvier, por ejemplo, realizó aportaciones a sus textos.  Humboldt en 1811, asignó el nombre de Aotus azarae al primate marikiná que había descrito Azara. Después Darwin mencionó sus hallazgos en diversos pasajes  de sus  libros de los años 30 y 40 del siglo XIX sobre sus  expediciones en esa parte de América y, aunque menos, en El Origen de las Especies de 1859 – es el único naturalista español que menciona. Y muchos otros autores, al asignar nombres científicos-linneanos- a las especies descritas por Azara con nombres vulgares,  reconocieron el acierto del aragonés y les atribuyeron el nombre específico azarae:  así  aves como el arasari pasó a ser Pteroglossus azarae, o el pijui Synallaxis  azarae;  roedores como el agutí Dasyprocta azarae, el tucotuco Ctenomys azarae, la zarigüeya Didelphis azarae o  el caso del  primate marikiná ya mencionado etc Precisamente esta última especie continúa siendo de intensa investigación en la actualidad por sus especiales características como  ser el único primate de vida predominantemente nocturna, algo que puede ser debido en parte a que en las células foto-receptoras de sus ojos  existen depósitos de  una fracción de su ADN, un ADN satélite, que le permite la visión nocturna.

Finalmente el reconocimiento a los méritos de Félix de Azara ha llegado a la toponimia terrestre- existe una ciudad llamada Azara en Misiones, Argentina-o lunar pues hay una dorsal llamada con su nombre. Sin embargo hay que puntualizar que el género de plantas americanas llamado Azara no está dedicado a él, sino a su hermano mayor Nicolás, ilustre intelectual y diplomático. Pero al fin y al cabo todo se queda en la familia, contribuyendo a que el apellido Azara perviva 200 años después de la muerte de D. Félix.

Manuel Ruíz Rejón 

Universidad de Granada, Universidad Autónoma de Madrid y co-autor del libro La Herencia del Mendelismo

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