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25 abril 2023

Cómo los genes nos enferman

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Si mencionamos las enfermedades genéticas, muchas personas lo asociarán a las llamadas enfermedades raras. La gran mayoría pensará que no es algo que les afecte directamente, ya que por suerte no padecen ninguna de ellas ni tienen antecedentes familiares. En realidad, no solo las enfermedades raras son muchas más y mucho más abundantes de lo que popularmente se cree, sino que además el papel de los genes en la salud y la enfermedad es también mucho más profundo de lo que se piensa: según los Institutos Nacionales de la Salud de EEUU, “estamos descubriendo que casi todas las enfermedades tienen un componente genético”. No solo las mayores lacras como el cáncer, las enfermedades neurodegenerativas o las cardiovasculares, sino incluso nuestra respuesta a una infección también puede depender de nuestros genes. El problema es que aún no sabemos tanto como nos gustaría.

No solo el cáncer, las enfermedades neurodegenerativas o las cardiovasculares, incluso nuestra respuesta a una infección puede depender de nuestros genes. Crédito: BlackJack3D/Getty Images

Probablemente a la gran mayoría de la gente le costaría citar más allá de cuatro o cinco enfermedades raras: fibrosis quística, distrofia muscular, hemofilia, fenilcetonuria, talasemia… Pero son miles, tantas que ni siquiera existe una cifra consensuada: la Organización Mundial de la Salud (OMS) recoge unas 5.500 enfermedades raras, pero el portal de las enfermedades raras Orphanet habla de entre seis y siete mil. Cada año se descubren unas 250 variantes genéticas nuevas asociadas a enfermedades. En Europa se consideran raras las enfermedades que afectan a una de cada 2.000 personas, aunque este criterio varía en otros lugares. El resultado de estas grandes cifras es que, según una estimación, una de cada 17 personas en el mundo está afectada por una enfermedad rara. Lo cual suma más de 400 millones: las enfermedades raras son en realidad un problema muy común.

No todas las enfermedades raras son genéticas; lo son en torno al 80%, si bien muchas de las restantes podrían tener también un origen genético aún desconocido. De las provocadas por los genes, las mejor conocidas son generalmente las monogénicas, aquellas debidas a la alteración de un solo gen. Se han identificado más de 4.000 genes asociados a este tipo de enfermedades. Algunos ejemplos son la enfermedad de Huntington, fenilcetonuria, distrofia muscular de Duchenne o fibrosis quística. Estas dolencias son las que tienen una trazabilidad de herencia más sencilla, ya que son mendelianas, es decir, siguen las leyes descubiertas por el padre de la genética, Gregor Mendel

En torno al 80% de las enfermedades raras son genéticas, pero muchas de las restantes podrían tener también un origen genético aún desconocido. Crédito: JEAN-PHILIPPE KSIAZEK/AFP via Getty Images

Son dominantes cuando basta una copia alterada del gen en el par de cromosomas homólogos para causar la enfermedad; si la otra copia sana puede compensar el defecto, la enfermedad es recesiva, y solo aparece si las dos copias están alteradas. A su vez, las enfermedades pueden ser autosómicas, cuando el gen está situado en uno de los cromosomas así llamados, los 22 que se heredan en pares del padre y la madre; o bien pueden ser ligadas al sexo si el gen pertenece al cromosoma sexual X o, más infrecuente, al Y. En raros casos el defecto está en el ADN mitocondrial, situado en la mitocondria, la central de energía de las células.

Un segundo caso también fácilmente identificable es el de las anomalías cromosómicas, como el síndrome de Down, en el que existe una copia de más del cromosoma 21. Pero la tercera categoría es más compleja: se trata de las enfermedades poligénicas, en las que existe una interacción de diversos factores genéticos que no responde a una herencia mendeliana. Son las más comunes, y por ello las que menos se encuadran en el campo de las enfermedades raras.  Desde ciertos cánceres a la diabetes, la enfermedad cardiovascular o los trastornos autoinmunes como la esclerosis múltiple, existe una miríada de enfermedades que tienen un origen al menos parcial en un conjunto de factores genéticos, posiblemente modulados por otros ambientales —por ejemplo, la alimentación— que pueden actuar también sobre los genes a través de efectos epigenéticos, modificaciones químicas del ADN que no alteran su secuencia.

BBVA-OpenMind-Yanes-Como los genes nos enferman_3 Se han identificado más de 4.000 genes asociados a las enfermedades monogénicas, aquellas debidas a la alteración de un solo gen. Crédito: Dra_schwartz/Getty Images
Se han identificado más de 4.000 genes asociados a las enfermedades monogénicas, aquellas debidas a la alteración de un solo gen. Crédito: Dra_schwartz/Getty Images

La dificultad de entender el origen de estos trastornos se ilustra con un ejemplo: los trastornos del espectro del autismo (TEA) se asocian a un riesgo heredable en un 74-93%, y se han descubierto cientos de posibles genes implicados; pero cada uno de ellos por separado solo aparece como mucho en un 1% de los casos. Desde que la secuenciación del genoma humano abrió el camino hacia su comprensión, se han identificado miles de genes asociados a enfermedades. La base de datos OMIM (Online Mendelian Inheritance in Man), catálogo online de genes humanos y trastornos genéticos, recoge más de 7.000 condiciones con base genética conocida, lo que incluye susceptibilidades a cánceres como los de mama por medio de variantes de los genes BRCA, o al alzhéimer por los genes APOE. Estas variantes de riesgo pueden detectarse mediante análisis genéticos.

Las variantes genéticas pueden condicionar incluso nuestra respuesta a infecciones: un caso clásico es la resistencia a la malaria en las personas con anemia falciforme, pero las investigaciones están descubriendo cada vez más genes implicados en la susceptibilidad a infecciones como la tuberculosis, la hepatitis vírica, el sida o la COVID-19. 

Dada la cantidad de variantes genéticas implicadas en las enfermedades, aún no es posible determinar el futuro de nuestra salud mediante análisis genéticos. Crédito: ERIC PIERMONT/AFP via Getty Images

Sin embargo y dada la inmensa cantidad de variantes genéticas implicadas en múltiples enfermedades, aún no es posible determinar el futuro de nuestra salud mediante análisis genéticos; más aún, las mutaciones responsables no solo se heredan de padres a hijos, sino que también pueden aparecer de novo en el genoma de una persona. Solo si están presentes en los gametos se transmiten a la descendencia, pero las que surgen en las células somáticas pueden ser fuente de enfermedad. En resumen y como recordaba una revisión sobre la base genética de las enfermedades, “nuestra constitución genética tiene un papel, en mayor o menor grado, en todos los procesos de enfermedad, incluyendo los trastornos comunes, como consecuencia de la multitud de diferencias en nuestro ADN”.

Javier Yanes

@yanes68 

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