Darwin, Wallace y unos animales extraños
El 1 de Julio de hace 160 (1858) años Darwin y Wallace presentaban en la Sociedad Linneana de Londres su teoría de la evolución de las especies mediante la actuación de la selección natural. Desde entonces muchos de los animales y plantas que ellos descubrieron o analizaron en sus viajes y escritos han sido objeto de numerosos estudios, lo que ha permitido aclarar su significado evolutivo.
Pero algunos animales descubiertos o analizados por Darwin y Wallace, pese a que jugaron un papel importante en la “construcción” de su teoría, se han resistido a desvelar su naturaleza. Entre ellos destacan dos: un extraño mamífero gigante y extinto de Sudamérica que fue encontrado por Darwin, Macrauchenia; y un inusual cerdo (endémico de algunas islas del archipiélago Malayo), el Babirusa, analizado por Wallace. Se trata en el primer caso de uno de los animales más “quiméricos” que han existido y en el segundo de un animal con un rasgo anatómico muy, muy extraño. La aplicación de diversas técnicas genéticas y moleculares está a por fin aclarando su naturaleza.
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Los monstruos extintos de Darwin
En 1834 Darwin descubrió los huesos fósiles de un extraño mamífero gigante en Argentina y Uruguay, durante su viaje en el Beagle. Este hallazgo, así como el de otros fósiles de grandes mamíferos sudamericanos como los gliptodontes, megaterios y milodontes (emparentados con los perezosos o armadillos actualmente existentes en esas regiones),que le sirvieron para comenzar a pensar por primera vez en la teoría de la evolución mediante selección natural, puesto que demostraban que las especies pueden variar en el tiempo e incluso extinguirse.
A instancias de Darwin, Richard Owen, el zoólogo más importante de la época, “bautizó” este extraño fósil como Macrauchenia, pensando sobre todo en que por la forma alargada de su cuello y por la forma de su cuerpo, se trataba de un gran camélido relacionado con las llamas sudamericanas
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Precisamente “de alargado cuello” es el significado de Macrauchenia, donde –auchenia hace referencia al género en que se englobaban entonces todos los camélidos sudamericanos (llamas, vicuñas, guanacos, alpacas…). Pero después, y en vista de que presentaba también caracteres de otros animales -por ejemplo, tienen un largo cuello como una jirafa, un cráneo y una extraña trompa similar a la de los elefantes-, su posición taxonómica ha sido muy debatida.
Recientes estudios moleculares de estos animales han permitido empezar a resolver el enigma. En 2015, a partir de los huesos fósiles de más de 10.000 años de estos animales, se ha obtenido la secuencia casi completa de una proteína, el colágeno, la proteína mayoritaria de piel y huesos en mamíferos (1).Y en 2017, la secuencia también casi completa del ADN de las mitocondrias (2). La comparación de estas secuencias con las del resto del grupo de mamíferos a los que pertenecen -los ungulados, mamíferos con pezuñas- demuestra que se trata de un grupo de mamíferos con ancestrales comunes con los caballos, los hipopótamos o los tapires, y que sin embargo, no están emparentados con los camélidos, elefantes o armadillos y perezosos. Además, por los datos moleculares se deduce que los ancestrales de las especies y grupos como Macrauchenia se habrían originado hace más de 60 millones de años, posiblemente en la zona americana de la gran masa terrestre que era Gondwana, y que posteriormente cuando el continente sudamericano se separó, evolucionaron y proliferaron allí de forma independiente hasta hace unos 10.000 años, cuando se extinguieron, ¿o acaso los “extinguimos” los humanos?
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Al final su extraña mezcla de características morfológicas se explicaría por procesos de evolución convergentes, paralelos pero independientes, con otros mamíferos -elefantes, jirafas, camélidos…- con los que comparten alguno de sus rasgos.
El cerdo fantástico de Wallace
En los viajes por el Archipiélago Malayo que inició el año 1854 y que duraron 8 años, al llegar a las Islas Celebes-Sulawesi (incluidas actualmente en Indonesia), Wallace mencionó una extraña especie endémica de cerdo: el babirusa. Según él, se trataba de una especie originada por evolución a partir de cerdos del continente asiático llegados a dichas islas en momentos en los que habría bajado el nivel del mar (debido a fenómenos como glaciaciones, movimientos telúricos etc.). Pero, al subir posteriormente el nivel del mar, los ancestrales del babirusa pudieron quedar aislados en las Celebes, evolucionando así de forma diferente a las especies ancestrales de cerdos de las que provenían.
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Desde entonces el babirusa ha constituido un enigma en diversos aspectos. Y es que es un cerdo salvaje extraño por varios motivos, no sólo por su apariencia externa diferenciada de otros cerdos desde la cabeza a las patas. De hecho, en algunos casos se le ha relacionado más con los hipopótamos que con los cerdos.
En especial, lo que es característico y casi único de este animal es que sus caninos superiores, en vez de crecer hacia abajo como es lo normal, crecen hacia arriba y hacia atrás, llegando a contactar con el hocico, y a veces perforándolo. Puesto que en las islas Célebes hay ciervos que tienen colmillos desarrollados fuera del hocico -pero nunca hacia atrás y nunca tan desarrollados- los nativos les asignaron su denominación: babirusa, “cerdo-ciervo”.
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Sobre el origen y significado evolutivo de estos extraños colmillos poco se ha avanzado desde los tiempos de Wallace , persistiendo incluso explicaciones folclóricas -les servirían según una leyenda de los nativos para poder colgarse de los árboles cuando duermen y así poder escapar de los depredadores- y en todo caso, si es que les sirven para algo, quizás puedan constituir una protección del hocico cuando luchan, o incluso como indicador de la potencia sexual y el estado de salud de los machos.
En cambio, diversos estudios genéticos y moleculares están profundizando en la hipótesis de Wallace sobre el origen de esta especie. Así, la secuenciación de diversos genes y proteínas nucleares y mitocondriales e incluso los genomas totales de babirusa y de otros suidos (grupo constituido además por diferentes especies euroasiáticas de cerdos, jabalíes, y otras especies africanas como facóqueros, hilóqueros, potamóqueros, entre otros) han puesto de manifiesto que se trata del suido más diferenciado y cuyos ancestrales hace más tiempo que se separaron evolutivamente del resto de su grupo, de hecho, incluso antes de la divergencia entre las especies euroasiáticas y africanas (3).
Asimismo, estos estudios arrojan datos que explican otras características biológicas que diferencian a la babirusa de otros cerdos, como su baja natalidad o el diferente funcionamiento y estructura de sus sistemas digestivo, reproductivo o cardiaco. Pero esto es otra historia en la que también valdría la pena incluir otros dos aspectos: que los babirusas están representados en pinturas rupestres de las Islas Celebes de hace casi 40.000 años (4) y que gracias al avance de las técnicas de reproducción y cuidado animal se ha conseguido recientemente la reproducción de babirusa en un zoo -el de San Diego, USA -lo que abre perspectivas interesantes en la lucha por evitar su extinción.
Manuel Ruíz Rejón
Bibliografía
- Welker, F. 2015. Ancient protein resolve the evolutionary history of Darwin’s South American ungulates. Nature. Jun 4, 522 (7554):81-84.
- Westburg M. et al. 2017. A mitogenomic time tree for Darwin enigmatic South American mammal Macrauchenia patachonica. Nature Commun. Jun 27, 8: 15951.
- Frantz, L. et al. 2016, The evolution of Suidae. Rev. Anim. Biosci. 4: 61-85.
- Aubert,M. et al. 2014. Pleiostocene cave art from Sulawesi, Indonesia. Nature, Oct. 9, 514 (7521): 223-227.
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