Elaborado por Materia para OpenMind Recomendado por Materia
5
Inicio Darwin: animales fantásticos y dónde encontrarlos
18 julio 2018

Darwin: animales fantásticos y dónde encontrarlos

Tiempo estimado de lectura Tiempo 5 de lectura

Darwin, Wallace y unos animales extraños

El 1 de Julio de hace 160 (1858) años Darwin y Wallace presentaban en la Sociedad Linneana de Londres su teoría de la evolución de las especies mediante la actuación de la selección natural. Desde entonces muchos de los animales y plantas que ellos descubrieron o analizaron en sus viajes y escritos han sido objeto de numerosos estudios, lo que ha permitido  aclarar su significado evolutivo.

Pero algunos animales descubiertos o analizados por Darwin y Wallace, pese a que jugaron un papel importante en la “construcción” de su teoría, se han resistido a desvelar su naturaleza. Entre ellos destacan dos: un extraño mamífero gigante y extinto de Sudamérica que fue encontrado por Darwin, Macrauchenia; y un inusual cerdo (endémico de algunas islas del archipiélago Malayo), el Babirusa, analizado por Wallace. Se trata en el primer caso de uno de los animales más “quiméricos” que han existido y en el segundo de un animal con un rasgo anatómico muy, muy extraño. La aplicación de diversas técnicas genéticas y moleculares está a por fin aclarando su naturaleza.

Imagen: ilustración de la extinta macrauchenia/ Fuente: © P. Schoten, Museo de historia natural de EE.UU

Los monstruos extintos de Darwin

En 1834 Darwin descubrió los huesos fósiles de un extraño mamífero gigante en Argentina y Uruguay, durante su viaje en el Beagle. Este hallazgo, así como el de otros fósiles de grandes mamíferos sudamericanos como los gliptodontes, megaterios y milodontes (emparentados con los perezosos o armadillos actualmente existentes en esas regiones),que le sirvieron para comenzar a pensar por primera vez en la teoría de la evolución mediante selección natural, puesto que demostraban que las especies pueden variar en el tiempo e incluso extinguirse.

A instancias de Darwin, Richard Owen, el zoólogo más importante de la época, “bautizó” este extraño fósil como Macrauchenia, pensando sobre todo en que por la forma alargada de su cuello y por la forma de su cuerpo, se trataba de un  gran camélido relacionado con las llamas sudamericanas

Imagen: una llama en los Ande, Monte Uritorco, 2005. Autor: Anakin / Wikimedia

Precisamente “de alargado cuello” es el significado de Macrauchenia, donde –auchenia hace referencia al género en que se englobaban entonces todos los camélidos sudamericanos (llamas, vicuñas, guanacos, alpacas…). Pero después, y en vista de que presentaba también caracteres de otros animales -por ejemplo, tienen un largo cuello como una jirafa, un cráneo y una extraña trompa similar a la de los elefantes-, su posición taxonómica ha sido muy debatida.

Recientes estudios moleculares de estos animales han permitido empezar a resolver el enigma. En 2015, a partir de los huesos fósiles de más de 10.000 años de estos animales, se ha obtenido la secuencia casi completa de una proteína, el colágeno, la proteína mayoritaria de piel y huesos en mamíferos  (1).Y en 2017, la secuencia también casi completa del ADN de las mitocondrias (2). La comparación de estas secuencias con las del resto del grupo de mamíferos a los que pertenecen -los ungulados, mamíferos con pezuñas- demuestra que se trata de un grupo de mamíferos con ancestrales comunes con los caballos, los hipopótamos o los tapires, y que sin embargo, no están emparentados con los camélidos, elefantes o armadillos y perezosos. Además, por los datos moleculares se deduce que los ancestrales de las especies y grupos como Macrauchenia se habrían originado hace más de 60 millones de años, posiblemente en la zona americana de la gran masa terrestre que era Gondwana, y que posteriormente cuando el continente sudamericano se separó, evolucionaron y proliferaron allí de forma independiente hasta hace unos 10.000 años, cuando se extinguieron, ¿o acaso los “extinguimos” los humanos?

Imagen: el antiguo supercontinente Gondwana incluía Sudamérica, África, Australia, India y la Antártida. En color, las áreas que atraviesan varios continentes representan el descubrimiento de fósiles de diferentes especies de animales y plantas / Fuente: Encyclopædia Britannica, Inc., britannica.com

Al final su extraña mezcla de características morfológicas se explicaría por procesos de evolución convergentes, paralelos pero independientes, con otros mamíferos -elefantes, jirafas, camélidos…- con los que comparten alguno de sus rasgos.

El cerdo fantástico de Wallace

En los viajes por el Archipiélago Malayo que inició el año 1854 y que duraron 8 años, al llegar a las Islas Celebes-Sulawesi (incluidas actualmente en Indonesia), Wallace mencionó una extraña especie endémica de cerdo: el babirusa. Según él, se trataba de una especie originada por evolución a partir de cerdos del continente asiático llegados a dichas  islas en momentos en los que habría bajado el nivel del mar (debido a fenómenos como glaciaciones, movimientos telúricos etc.). Pero, al subir posteriormente el nivel del mar, los ancestrales del babirusa pudieron quedar aislados en las Celebes, evolucionando así de forma diferente a las especies ancestrales de cerdos de las que provenían.

Imagen: Babirusas  en el zoológico de Singapur. /  Wikimedia

Desde entonces el babirusa ha constituido un enigma en diversos aspectos. Y es que es un cerdo salvaje extraño por varios motivos,  no sólo por su apariencia externa diferenciada de otros cerdos desde la cabeza a las patas. De hecho, en algunos casos se le ha relacionado más con los hipopótamos que con los cerdos.

En especial, lo que es característico y casi único de este animal es que sus caninos superiores, en vez de crecer hacia abajo como es lo normal, crecen hacia arriba y hacia atrás, llegando a contactar con el hocico, y a veces perforándolo. Puesto que en las islas Célebes hay ciervos que tienen colmillos desarrollados fuera del hocico -pero nunca hacia atrás y nunca tan desarrollados- los nativos les asignaron su denominación: babirusa, “cerdo-ciervo”.

Imagen: calavera de babirusa ilustrada por Wallace, A. R. 1869. / El archipiélago malayo: La tierra del orangután y el ave del paraíso. Una narrativa de viaje, con estudios del hombre y la naturaleza. Londres: Macmillan and Co. Volumen 1.

Sobre el origen y significado evolutivo de estos extraños colmillos poco se ha avanzado desde los tiempos de Wallace , persistiendo incluso explicaciones folclóricas -les servirían según una leyenda de los nativos para poder colgarse de los árboles cuando duermen y así poder escapar de los depredadores- y en todo caso, si es que les sirven para algo, quizás puedan constituir una protección del hocico cuando luchan, o incluso como indicador de la potencia sexual y el estado de salud de los machos.

En cambio, diversos estudios genéticos y moleculares están profundizando en la hipótesis de Wallace sobre el origen de esta especie. Así, la secuenciación de diversos genes y proteínas nucleares y mitocondriales e incluso los genomas totales de babirusa y de otros suidos (grupo constituido además por diferentes especies euroasiáticas de cerdos, jabalíes, y otras especies africanas como facóqueros, hilóqueros, potamóqueros, entre otros) han puesto de manifiesto que se trata del suido más diferenciado y cuyos ancestrales hace más tiempo que se separaron evolutivamente del resto de su grupo, de hecho, incluso antes de la divergencia entre las especies euroasiáticas y africanas (3).

Asimismo, estos estudios arrojan datos que explican otras características biológicas que diferencian a la babirusa de otros cerdos, como su baja natalidad o el diferente funcionamiento y estructura de sus sistemas digestivo, reproductivo o cardiaco. Pero esto es otra historia en la que también valdría la pena incluir otros dos aspectos: que los babirusas están representados en pinturas rupestres de las Islas Celebes de hace casi 40.000 años (4) y que gracias al avance de las técnicas de reproducción y cuidado animal se ha conseguido recientemente la reproducción de babirusa en un zoo -el de San Diego, USA -lo que abre perspectivas interesantes en la lucha por evitar su extinción.

Manuel Ruíz Rejón

Bibliografía

  1. Welker, F. 2015. Ancient protein resolve the evolutionary history of Darwin’s South American ungulates.  Nature. Jun 4, 522 (7554):81-84.
  2. Westburg M. et al. 2017. A mitogenomic time tree for Darwin enigmatic South American mammal Macrauchenia patachonica. Nature Commun. Jun 27, 8: 15951.
  3. Frantz, L. et al. 2016, The evolution of Suidae. Rev. Anim. Biosci. 4: 61-85.
  4. Aubert,M. et al. 2014. Pleiostocene cave art from Sulawesi, Indonesia. Nature, Oct. 9, 514 (7521): 223-227.

Comentarios sobre esta publicación

El nombre no debe estar vacío
Escribe un comentario aquí…* (Máximo de 500 palabras)
El comentario no puede estar vacío
*Tu comentario será revisado antes de ser publicado
La comprobación captcha debe estar aprobada