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11 noviembre 2019

Científicos de profesión, pseudocientíficos por afición

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Solemos manejar la idea de que el científico es una persona racionalista que aplica los mismos criterios de su actividad profesional en todos los ámbitos de su vida, incluso cuando va a comprar el pan. Y sin embargo, existen notables ejemplos de quienes no los aplican ni siquiera en otros ámbitos de la ciencia diferentes del que les ha convertido en científicos de renombre. El hecho de que entre ellos se encuentren numerosos premios Nobel ha llevado a definir este curioso comportamiento como la “enfermedad del Nobel”, pero los casos no se restringen solo a los laureados con estos galardones.

Repasamos aquí algunos ejemplos de figuras célebres de la ciencia que se han desmarcado con proclamas estrambóticas y pseudocientíficas.

Isaac Newton, alquimia y profecías bíblicas

Newton fue un apasionado de los estudios ocultistas. Fuente: Wikimedia

En el siglo XVII la ciencia moderna aún estaba en sus primeros balbuceos, y por lo tanto no era infrecuente que muchos científicos abrazaran postulados hoy considerados pseudocientíficos. Pero llama la atención que aquel a quien suele tenerse por el paradigma de la razón, y cuyo trabajo ayudó a marcar la frontera entre astronomía y astrología, fuera un apasionado de los estudios ocultistas; el economista John Maynard Keynes le definió como “el último mago”.

Isaac Newton practicaba la alquimia cuando esta disciplina comenzaba ya a declinar en Europa, y estaba convencido de que Dios le había elegido para interpretar las profecías ocultas en la Biblia, además de patrocinar un trabajo que describía los varios tipos de dragones que presuntamente habitaban en los Alpes suizos.

Erwin Schrödinger, misticismo cuántico

El libro de Schrödinger ¿Qué es la vida? El aspecto físico de la célula viva mezclaba ciencia, filosofía y misticismo oriental. Crédito: Nobel foundation

Su ecuación de la función de onda es uno de los pilares de la mecánica cuántica, que le valió el Nobel de Física en 1933, y su famoso experimento mental del gato es uno de los más conocidos y citados en la historia de la ciencia. Sin embargo, quienes en 1944 compraron su libro ¿Qué es la vida? El aspecto físico de la célula viva, esperando leer un libro de física popular, se encontraron de repente enredados en un complicado galimatías que mezclaba ciencia, filosofía y misticismo oriental. Las ideas de Schrödinger sobre el misticismo cuántico y la relación de la física con la conciencia —que también compartieron otros célebres científicos de su tiempo como Werner Heisenberg, Wolfgang Pauli o Arthur Eddington— anticiparon la apropiación de conceptos cuánticos por las pseudociencias New Age, cuyo ejemplo más representativo es el gurú Deepak Chopra.

Linus Pauling, medicina ortomolecular

Pauling culpaba a la falta de vitaminas de las enfermedades mentales. Fuente: Wikimedia

El legado de Linus Pauling a la ciencia es tan imponderable que cuesta destacar solo una de sus aportaciones. Su visión para conectar la física cuántica con la química y esta con la biología no solo le mereció el Nobel de Química en 1954, sino que hizo que su nombre nunca falte en las listas de los científicos más grandes de todos los tiempos. Por si fuera poco, en 1962 ganó también el Nobel de la Paz. Y pese a todo ello, ha pasado a la historia también como uno de los más célebres defensores de teorías pseudocientíficas.

En los años 40 comenzó a experimentar con suplementos vitamínicos, y en 1968 sorprendió a muchos publicando en la revista Science un artículo titulado “Orthomolecular Psychiatry”, en el que culpaba a la falta de vitaminas de las enfermedades mentales. La moda de la ingesta de vitaminas surgida en los años 70 creció en buena parte apoyada en sus trabajos, con los que Pauling trataba de demostrar, por ejemplo, la capacidad de la vitamina C de curar desde un catarro a un cáncer. La medicina ortomolecular propugnada por Pauling ha sido ampliamente desacreditada por la ciencia, aunque ha perpetuado mitos como la eficacia de la vitamina C contra el resfriado.

Francis Crick, panspermia dirigida

Crick defendió la teoría de que la vida en la Tierra fue sembrada deliberadamente por una civilización alienígena. Crédito: Marc Lieberman

La herencia genética dejó de ser un misterio en 1953 gracias al hallazgo de la estructura molecular del ADN por James Watson y Francis Crick, entre otros. Por desgracia, ninguno de los dos científicos, laureados con el Nobel en 1962, se ha mantenido a salvo de ideas pseudocientíficas.

Watson se ha distinguido por sus declaraciones racistas, mientras que Crick defendió en 1973 la panspermia dirigida, la teoría de que la vida en la Tierra fue sembrada deliberadamente por una civilización alienígena. Todo sea dicho, en décadas posteriores Crick moderó su discurso al descubrirse que el ARN podía actuar como una enzima, lo que habría facilitado la aparición de la vida en la Tierra.

Marcel Vogel, cristales de energía mental

Vogel desarrolló toda una teoría sobre cómo los cristales de cuarzo absorbían y amplificaban supuestas energías mentales. Fuente: Wikimedia

Quizá el nombre no resulte familiar, pero a Marcel Vogel le debemos el recubrimiento magnético de los discos duros que se utilizan a diario en millones de ordenadores. Durante sus años como investigador de IBM, Vogel registró decenas de patentes sobre diferentes tecnologías, incluyendo las pantallas de cristal líquido. Pero sus trabajos sobre los cristales fueron demasiado lejos: se cuenta de él que en una ocasión logró grabar con la mente la imagen de la Virgen María en un cristal, y desde entonces desarrolló toda una teoría sobre cómo los cristales de cuarzo absorbían y amplificaban supuestas energías mentales como el amor. También creía que las plantas respondían al pensamiento humano.

Kary Mullis, pseudociencia sin límites

Montagnier defendió en algunos estudios la supuesta memoria del agua. Crédito: Prolineserver

El ganador del Nobel de Química en 1993 por la invención de la Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR), una técnica en la que se ha basado buena parte del desarrollo de la genómica actual, ha sido hasta su fallecimiento en 2019 todo un coloso de las proclamas pseudocientíficas: defensor de numerosas teorías de la conspiración, de la astrología, los viajes astrales o las abducciones alienígenas. Negaba la implicación del VIH en el sida, el cambio climático y el agujero en la capa de ozono.

En su autobiografía narró su encuentro nocturno en un bosque con un mapache alienígena luminoso. Mullis consumía diversas sustancias alucinógenas, que él mismo dijo le habían ayudado a concebir la idea de la PCR, aunque negó haberlas tomado en la época del episodio del mapache.

Luc Montagnier, homeopatía y antivacunas

Mullis negaba la implicación del VIH en el sida, el cambio climático y el agujero en la capa de ozono. Crédito: Erik Charlton

El descubrimiento en 1983 del virus del sida por Luc Montagnier y Françoise Barré-Sinoussi fue un momento culminante del poder de la ciencia al servicio de la sociedad. El hallazgo, merecedor del Nobel en 2008, podría haber rubricado una carrera brillante, pero al año siguiente de recibir el premio Montagnier publicó dos estudios que sonrojaron a la comunidad científica, en los que defendía la supuesta memoria del agua —una idea en la que se basa la homeopatía— y la emisión de ondas de radio por parte del ADN, que permitiría recrear un microbio incluso enviando dicha información por correo electrónico.

Para explicar estos resultados que otros investigadores no han podido reproducir, Montagnier ha sugerido algún tipo de efecto cuántico. En años posteriores el codescubridor del VIH, actualmente trabajando en China, se ha adentrado aún más en las pseudociencias respaldando el bulo que liga las vacunas con el autismo y asegurando que el sida puede curarse con una nutrición adecuada.

Javier Yanes

@yanes68

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