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12 abril 2017

Los hermanos Wright y el primer avión

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Dice un viejo chiste que no hay que tener miedo a volar, sino a no volar. En agosto de 1896, el ingeniero alemán Otto Lilienthal plasmaba trágicamente la realidad de esta frase cuando perdía la vida 36 horas después de que su planeador se desplomara en picado. No fue el único de los pioneros de la aviación que murieron por no poder dominar el control de su aparato.

La muerte de Lilienthal fue especialmente significativa para dos hermanos de Dayton (Ohio, EEUU) dedicados a la reparación y venta de bicicletas, y que habían seguido los progresos del alemán con gran interés. La noticia del accidente mortal fue el desencadenante definitivo para que Wilbur (16 de abril de 1867 – 30 de mayo de 1912) y Orville Wright (19 de agosto de 1871 – 30 de enero de 1948) decidieran aplicar su conocimiento sobre mecánica de bicicletas a una afición que llevaban años fraguando. Wilbur, el mayor de los dos, fue quien arrastró a su hermano a lo que llamaron “el problema de volar”, que contemplaban como un reto con tres frentes distintos.

El primer planeador diseñado por los hermanos Wright. Crédito: Biblioteca del Congreso
El primer planeador diseñado por los hermanos Wright. Crédito: Biblioteca del Congreso

El primero de ellos, elevarse del suelo en un aparato más pesado que el aire, estaba esencialmente solucionado desde antiguo: el ejemplo de Leonardo da Vinci es bien conocido, pero no así tanto el de precursores anteriores como el bereber andaluz Abbas Ibn Firnas en el siglo IX o el monje inglés Eilmer of Malmesbury en el XI. Cuando los hermanos Wright se aprestaron a la construcción de su primer planeador, copiaron el diseño del biplano creado previamente por contemporáneos suyos como Octave Chanute y Augustus Herring.

El mayor reto: controlar el vuelo

El segundo desafío, la propulsión, también había sido explorado por algunos de sus coetáneos como su compatriota Samuel Langley, el británico Hiram Maxim o el francés Clément Ader, quienes centraban su trabajo en dotar a sus aparatos de poderosos motores. Pero el criterio de los hermanos Wright era que ya habría tiempo para pensar en la mejor manera de impulsar los aeroplanos; en un primer momento preferían conformarse con planear, pero hacerlo abordando el tercero y mayor de los retos, que hasta entonces ninguno de los demás aviadores en ciernes había resuelto con solvencia: controlar el vuelo.

Wilbur Wright después de aterrizar con el planeador en 1901. Crédito: Biblioteca del Congreso
Wilbur Wright después de aterrizar con el planeador en 1901. Crédito: Biblioteca del Congreso

Los hermanos Wright no querían construir un aeroplano, sino uno que pudiera pilotarse. Desde el inicio descartaron la opción de Lilienthal, consistente en inclinar el cuerpo para virar. Tampoco les convencía la idea de otros pioneros que aplicaban a sus alas un ángulo positivo respecto a la horizontal (diedro positivo) para conferir una estabilidad intrínseca al aparato. Ellos pensaban que el piloto debía disponer de un control total sobre el vuelo, y creían que debía de haber un modo mejor de lograrlo.

Wilbur lo descubrió observando el vuelo de las aves, que varían el ángulo de los extremos de las alas para bascular sobre su eje longitudinal y así atacar el giro. En aviación este movimiento se conoce como roll, o alabeo. Para aplicarlo a sus modelos, inventaron un control que deformaba los extremos de las alas. En las aeronaves actuales, este efecto se logra gracias a los alerones.

La primera patente de los hermanos Wright

Los Wright estudiaron también cómo controlar el cabeceo (pitch), el giro alrededor del eje que sigue la línea de las alas. Para evitar picados como el que le costó la vida a Lilienthal, optaron por un elevador frontal que levantaba el morro. Hoy este movimiento se controla con los timones de profundidad en la cola del avión.

Entre 1900 y 1902, Wilbur y Orville probaron sus planeadores en la localidad costera de Kitty Hawk, en Carolina del Norte, y sus modelos en el túnel de viento que habían construido en su taller en Dayton. Durante estos ensayos descubrieron que la flexión de las alas provocaba un efecto indeseable: en el movimiento de alabeo, el extremo del ala que quedaba por encima ofrecía mayor resistencia al aire, ocasionando que el morro apuntase en sentido contrario al giro. Este movimiento en torno a un eje vertical se conoce como guiñada o yaw. El hallazgo de los Wright consistió en comprender que el timón móvil de dirección (en el plano vertical de cola), del que habían prescindido en sus primeros diseños, no servía para girar como ocurre en los barcos, sino para alinear el morro con el giro durante el alabeo.

 Primer vuelo con éxitor del Wright Flyer en 1903. El aparato voló durante 12 segundos una distancia de 36,6 metros. Crédito: Biblioteca del Congreso, división de Washington
Primer vuelo con éxito del Wright Flyer en 1903. El aparato voló durante 12 segundos una distancia de 36,6 metros. Crédito: Biblioteca del Congreso, división de Washington

El manejo del aeroplano fue el objeto de la primera patente de los hermanos Wright, presentada en marzo de 1903. El 17 de diciembre de aquel mismo año lograron su gesta más conocida, elevarse en su primer aparato propulsado por hélices, el Wright Flyer I. Pero para entonces, Wilbur y Orville Wright ya habían firmado su aportación esencial, aquella por la que pueden considerarse los inventores legítimos del avión: el control del movimiento en los tres ejes del espacio, un concepto que continúa vigente más de un siglo después.

Por Javier Yanes

@yanes68

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