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23 mayo 2023

Historia de la aviación

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Cualquier persona informada diría que el primer vuelo en un aparato más pesado que el aire fue el de Orville y Wilbur Wright en su Flyer I, el 17 de diciembre de 1903 en Kitty Hawk (Carolina del Norte). Y se equivocaría. La simplificación excesiva acaba llevando a un error: es correcto decir que los hermanos Wright fabricaron el primer avión, pero el suyo fue un logro apoyado en los avances de otros pioneros que ya habían volado en aparatos más pesados que el aire, o que habían abordado los problemas del vuelo antes de existir la tecnología necesaria.

Hoy suele concederse el crédito del primer vuelo al bereber andaluz Abbás Ibn Firnás, nacido en Ronda (Málaga, España) y de quien se cuenta que en el año 875 saltó desde un lugar elevado en Córdoba con unas alas de madera cubiertas de seda y plumas. Al parecer, planeó durante unos 10 segundos antes de caer y romperse las dos piernas. Una idea similar, con idéntico resultado, fue dos siglos después la del monje inglés Eilmer de Malmesbury. Ambos pasaron por alto que necesitaban una cola como la de los pájaros para aterrizar con éxito, pero durante siglos el vuelo de las aves siguió inspirando a los pioneros tempranos; el más famoso de ellos, Leonardo da Vinci. Su ornitóptero nunca llegó a construirse, pero Leonardo comprendió que los músculos humanos eran demasiado débiles para mover las alas y que se necesitaba una combinación del movimiento de brazos y piernas mediante poleas.

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Primer vuelo con éxitor del Wright Flyer en 1903. El aparato voló durante 12 segundos una distancia de 36,6 metros. Crédito: Biblioteca del Congreso, división de Washington

Hasta el siglo XIX fueron numerosos los intentos de construir máquinas voladoras que poco a poco fueron desprendiéndose del modelo de las aves. Algunos inventores, como el alemán Otto Lilienthal, se centraron solo en planear, controlando la dirección con el cuerpo. Otros, como Augustus Herring, William Samuel Henson, Samuel Langley, Hiram Maxim o Clément Ader, trataron de avanzar en la propulsión, pero las pesadas máquinas de vapor de la época no eran adecuadas. El británico George Cayley, considerado el padre de la aerodinámica, destacó por su estudio científico del vuelo, definiendo el concepto del avión como se entiende hoy: un aparato de ala fija con sistemas separados de elevación, propulsión y control.

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El gran acierto de los hermanos Wright fue resolver el problema del control; con buen criterio, y aunque incorporaron un motor de gasolina, decidieron que la propulsión era un objetivo secundario y que en su lugar era esencial que el aparato pudiera pilotarse. Durante sus pruebas vieron la necesidad de controlar el movimiento en los tres ejes del espacio: el longitudinal al aparato (alabeo o roll), el de las alas (cabeceo o pitch) y el vertical (guiñada o yaw). Aunque las primeras aeronaves prácticas utilizarían sistemas diferentes a los adoptados por los Wright, sus innovaciones solucionaron básicamente el problema del vuelo pilotado.

El éxito de los hermanos Wright espoleó una oleada de mejoras en los diseños y nuevos hitos. En 1909 el francés Louis Blériot cruzaba el canal de la Mancha de Calais a Dover, y en 1914 se inauguraba brevemente la primera línea regular de St. Petersburg a Tampa (Florida) en un hidroavión biplano Benoist XIV, cuyo único pasajero iba sentado junto al piloto en una cabina abierta. La 1ª Guerra Mundial impulsó el despegue definitivo de la aviación. A su término, en 1919, se fundaba la aerolínea más antigua que aún sobrevive, la neerlandesa KLM.

Del primer vuelo trasatlántico sin escalas a las aeronaves supersónicas

En 1927 Charles Lindbergh completaba su famoso vuelo transatlántico en solitario desde Nueva York a París, y al año siguiente el español Juan de la Cierva cruzaba el canal de la Mancha en su autogiro, un concepto innovador que sin embargo no triunfó. En los años 30 las nacientes compañías aéreas comenzaban a operar vuelos intercontinentales, solo en hidroaviones y con una lista interminable de escalas, mientras pioneros como Amelia Earhart dejaban su vida en el empeño de explorar rutas más largas sin paradas. En 1938 un aparato de la alemana Lufthansa fue el primer avión terrestre de pasajeros que cruzó el Atlántico sin escalas.

Demostración de un autogiro Cierva C.6 en Farnborough (Reino Unido). Crédito: Andy Dingley
Demostración de un autogiro Cierva C.6 en Farnborough (Reino Unido). Crédito: Andy Dingley

Desde el primer reactor comercial, el De Havilland Comet en 1952, las mejoras han sido innumerables en seguridad, sustitución del control mecánico por el electrónico y otros muchos aspectos técnicos, pero no en la experiencia del pasajero; tras el fracaso del supersónico Concorde y salvando el entretenimiento a bordo y otros detalles, un viajero de los años 50 apenas notaría nada distinto en un vuelo actual. Con la emergencia climática, hoy los esfuerzos se centran en reducir la huella ambiental. Pero los pasajeros continuamos esperando esas nuevas aeronaves supersónicas e hipersónicas que son el objeto de numerosos proyectos experimentales. Aunque todo indica que ese vuelo aún tardará décadas en despegar.

Javier Yanes

@yanes68

 

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