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20 septiembre 2022

Ocho rarezas de la inteligencia artificial

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Buena parte de las esperanzas de la humanidad están depositadas hoy en día en el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA), que se ve como una vía para curar enfermedades, mejorar diagnósticos o cuidar el medioambiente. Aunque también son muchos los temores motivados por la posibilidad de que los algoritmos terminen escapando del control humano.

De hecho, figuras intelectuales de la talla del fallecido físico Stephen Hawking han reflexionado sobre el riesgo apocalíptico de estas tecnologías, una advertencia a la que se han unido otros como el magnate de la tecnología Elon Musk o la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet. Mientras el debate prosigue, he aquí una serie de novedades de los últimos años que no salvarán al mundo ni le pondrán fin, pero que nos entretienen con la cara más curiosa de la IA.

El algoritmo de la orientación sexual

¿Puede detectarse la orientación sexual de las personas por su aspecto? Un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford (EEUU) suscitó una sonada polémica con el anuncio de un estudio en el que describía un algoritmo supuestamente capaz de determinar si una persona es heterosexual u homosexual analizando sus fotos en una red social de citas.

Los investigadores tomaron la información de los usuarios, públicamente disponible en esta web, y entrenaron a una red neuronal para reconocer la orientación sexual a partir de sus rasgos y su acicalamiento. Según el estudio, el algoritmo acertó en un 81% de los casos para los hombres y en un 74% para las mujeres, mientras que un grupo de evaluadores humanos sólo atinó en el 61% y el 54%, respectivamente.

Organizaciones de defensa de los derechos de la comunidad LGBT protestaron por lo que consideraban “ciencia basura”, mientras que los investigadores se defendían alegando que precisamente su intención era advertir del riesgo de pérdida de privacidad con las nuevas tecnologías.

El bot que se volvió racista en Twitter

Cuando en marzo de 2016 los investigadores de Microsoft crearon un perfil de Twitter para Tay, su recién creado bot de conversación de IA, no imaginaban que el experimento apenas duraría 16 horas.

Hay muchas esperanzas puestas en el desarrollo de la IA, pero también temores de que acabe escapando del control humano. Crédito: Gerd Leonhard

Éste fue el tiempo que tardaron los responsables de Tay en verse obligados a desconectar a su criatura de internet, cuando descubrieron que se había convertido en una despiadada sexista, racista y xenófoba. En sus más de 96.000 tweets, Tay se explayó insultando a las minorías étnicas, ensalzando a Hitler y negando el Holocausto, sin dejar de lado los comentarios procaces.

Según explicaron después los responsables del proyecto, Tay había sido víctima de usuarios malintencionados que la habían guiado deliberadamente hacia ese terreno ideológico, aprovechando la incapacidad del bot para establecer criterios éticos.

Aunque el caso de Tay fue especialmente llamativo, no ha sido el único. En 2021 un grupo de investigadores descubrió que los sistemas de IA tienden a generar imágenes sexualizadas de mujeres, pero representaciones más profesionales de hombres. Otro experimento de 2022 mostró que un robot animado por IA aplica estereotipos racistas y machistas al manipular una serie de bloques con rostros humanos: cuando se le pide que escoja al criminal, tiende a elegir con mayor frecuencia a un hombre negro, a un latino en el caso de un conserje o a un hombre si se le pregunta por un doctor. Los expertos alertan de que estos sesgos, lejos de ser anecdóticos, son problemáticos, y que debe trabajarse para prevenirlos.

Los dos bots que inventaron su propia versión del inglés

Uno de los retos que estudian los expertos es cómo los algoritmos de IA procesan e interpretan el lenguaje natural. Algo que los humanos aprendemos a manejar desde niños es todo un desafío para las máquinas, como pueden atestiguar los responsables del Laboratorio de Investigación en Inteligencia Artificial de Facebook.

Uno de los retos que estudian los expertos es cómo los algoritmos de IA procesan e interpretan el lenguaje natural. Crédito: Geralt

Los investigadores conectaron entre sí a dos bots llamados Alice y Bob para que entrenaran sus dotes de conversación y negociación. Pero pronto comprobaron con estupefacción que las máquinas estaban comunicándose con secuencias de este estilo: “balls have zero to me to me to me to me to me to me to me to me to”. Facebook explicó que los bots no habían sido programados para ceñirse a las reglas de sintaxis y gramática del lenguaje natural y que, por tanto, habían empleado el vocabulario inglés para construir su propio código lingüístico con el que se entendían fácilmente entre ellos.

Deducir la receta de una foto de la comida

¿Cuántas veces hemos deseado copiar la receta de un plato que nos ha gustado? Pero en un restaurante no tenemos asegurado que quieran desvelarnos sus secretos mejor guardados. Los aficionados a la cocina pueden contar ahora con la ayuda de un sistema de IA desarrollado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, la Universitat Politècnica de Catalunya y el Qatar Computing Research Institute, y que es capaz de deducir los ingredientes y la receta a partir de una foto de la comida.

El Instituto Tecnológico de Massachusetts ha desarrollado un sistema de IA que es capaz de deducir los ingredientes y la receta a partir de una foto. Fuente: Pxhere

Después de entrenar al sistema con un millón de ejemplos, el resultado es que Pic2Recipe acierta con la receta en el 65% de los casos. Naturalmente, los ingredientes que no están a la vista se le escapan, pero para esto, el algoritmo puede utilizar algo de ayuda humana.

¿Me quiere, no me quiere…?

Todos sabemos que el amor es para siempre… hasta que se acaba. Lo malo es que nunca sabemos si el amor de nuestra vida realmente lo será. Al menos, hasta ahora. Un grupo de investigadores de la Universidad del Sur de California ha recogido las conversaciones de 134 parejas durante sesiones de terapia a lo largo de dos años y con todo este material ha entrenado a un sistema de IA para que pronostique si la antes feliz pareja volverá a serlo o no.

Lo curioso es que la máquina no se fija en el contenido de las conversaciones, sino sólo en las formas: rasgos como la entonación, la intensidad de la voz o quién habla, cuándo y por cuánto tiempo. Y los resultados son pasmosos; el sistema acertó en el 79,3% de los casos, superando el 75.6% conseguido por un grupo de expertos humanos que tuvo acceso no sólo al audio de las sesiones, sino también a los vídeos.

Dios en una máquina

En el cine hemos visto innumerables veces cómo la IA se adueña del control del planeta Tierra y todo lo que en él habita, convirtiéndose en una especie de ser supremo. Hace unos años, un exingeniero de Google quiso otorgarle a la IA este papel divino, aunque con la intención declarada de que este dios cibernético contribuyera a mejorar la sociedad.

El protagonista de la historia es Anthony Levandowski, un desarrollador de sistemas para coches autónomos que trabajó en Waymo, una compañía del conglomerado Google, antes de fundar su empresa Otto, dedicada a los camiones autoconducidos. Otto fue adquirida después por Uber, pero Levandowski fue finalmente despedido y denunciado por una presunta violación de secretos empresariales de su antiguo empleador.

En 2017 Wired revelaba el nuevo e insólito proyecto de este ingeniero: una organización religiosa denominada Way of the Future, cuyo objetivo era “desarrollar y promover la realización de una divinidad basada en IA para, mediante la comprensión y la adoración de la divinidad, contribuir a la mejora de la sociedad”. Levandowski finalmente cerró las puertas de su iglesia virtual en 2021, pero dejando claro que aún cree en la premisa que inspiró su creación.

Vida (artificial) después de la muerte

Una de las aplicaciones más inquietantes que últimamente está explorando la IA es crear réplicas virtuales de personas fallecidas, algo que ya vimos en la serie Black Mirror. En los últimos años han sido varias las iniciativas en esta línea que han saltado a los medios: chatbots que no solo imitan la voz del difunto, sino que son capaces de conversar tal y como lo habría hecho la persona real, o al menos eso intentan.

BBVA-OpenMind-Yanes-rarezas inteligencia artificial_4-La aplicación de la IA en la vida (artificial) después de la muerte va desde réplicas virtuales de personas fallecidas a chatbots que imitan la voz del difunto. Crédito: Kenny Orr
La aplicación de la IA en la vida (artificial) después de la muerte va desde réplicas virtuales de personas fallecidas a chatbots que imitan la voz del difunto. Crédito: Kenny Orr

Aunque las opiniones con respecto a este nuevo uso de la IA pueden estar enormemente polarizadas, y existe un debate ético al respecto, las compañías tecnológicas intuyen que puede haber un mercado. Amazon quiere dotar a su asistente digital Alexa con la capacidad de emular la voz de cualquier persona incluso si ha fallecido. En Reino Unido, una mujer respondió a las preguntas de sus familiares en su propio funeral, y lo mismo hizo el actor Ed Asner, famoso por la serie de los años 70 y 80 Lou Grant.

Sexo real con personas irreales 

Los muñecos y muñecas sexuales tienen ya una larga historia detrás, pero desde los toscos modelos hinchables de antaño, los nuevos materiales y técnicas de fabricación han permitido llegar a la creación de representaciones hiperrealistas no solo en su aspecto, sino incluso al tacto. El paso siguiente es dotar a estos muñecos de IA, y algunas compañías ya están en ello.

Es el caso de la californiana RealDoll, que a su catálogo de muñecas sexuales inanimadas ha añadido Harmony, una cabeza robótica alimentada con IA que es capaz de reflejar expresiones en su cara, conversar y recordar las preferencias sexuales de su usuario. El sexo con robots es otra de las aplicaciones de la IA que suscita fuertes controversias, pero también un interés que no parece disminuir.        

Javier Yanes

@yanes68

Nota del editor: artículo actualizado el 20 de septiembre por Javier Yanes

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