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23 abril 2014

Un microscopio de un euro para ayudar a 350 millones de personas

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El refrán dice que es mejor enseñar a un hombre a pescar que regalarle comida y lo mismo pasa cuando se trata de evitar millones de muertes por enfermedades olvidadas. Es mejor enseñar a diagnosticar una dolencia que enviar cargamentos de medicamentos que posiblemente no sean usados correctamente. Siguiendo esta idea, el experto en bioingeniería Manu Prakash y el resto de su equipo en la Universidad de Stanford han diseñado un microscopio de papel que cuesta menos de un euro y que podría usarse para el diagnóstico rápido de enfermedades como la malaria, la tuberculosis o la leishmaniasis. Por ejemplo, poder detectar la variante más dañina de la leishmaniasis a tiempo en una zona remota donde no hay médicos, ni microscopios ni electricidad puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Y con Foldscope, el nuevo microscopio del equipo de Prakash, lo puede hacer cualquiera.

Un Foldscope antes de ser montado

El dispositivo es plano y va impreso en papel. Puede montarse en menos de 10 minutos siguiendo las instrucciones. Su aspecto final es el de una cartulina rectangular con un agujero en el que está la lente. Acercando el ojo hasta que las pestañas tocan el microscopio y usando los dedos para regular la visión es posible tener una capacidad de análisis equivalente a la de los microscopios convencionales e incluso tener más prestaciones. Identificar en una muestra el microbio causante de una dolencia es fácil ya que una de las caras del Foldscope lleva impresa una reproducción del patógeno en cuestión. Es lo que Prakash llama “ciencia frugal”.

“Quería hacer el mejor instrumento posible para detectar enfermedades y que pudiera ser distribuido casi gratis”, ha explicado el investigador. “Lo que al final salió de este proyecto es lo que llamamos microscopía de usar y tirar”, añade.

A pesar de ser de papel, el Foldscope es resistente. Puede sumergirse en agua, sobrevivir a una caída de más de nueve metros o funcionar después de ser pisoteado. Una herramienta resistente y fácil de usar ideal para las zonas más remotas y con menos recursos.

El coste total de los componentes del microscopio es de unos 0,7 euros. En ese precio va incluida la lente, un pequeño LED para proporcionar luz, la plantilla de papel que hay que plegar para montar el microscopio y una pila de botón.

En un reciente estudio, el equipo de Stanford ha demostrado que su microscopio puede detectar varios agentes causantes de enfermedades olvidadas. Uno de ellos es Leishmania donovani, que causa la variante más severa de leishmaniasis. Esta dolencia amenaza a 350 millones de personas en todo el mundo, la inmensa mayoría en países en desarrollo y en zonas donde no existen los métodos de diagnóstico sofisticado de los que gozamos en Occidente. Y si no se diagnostica y trata a tiempo, la variante más seria de esta dolencia llega a matar al 100% de los infectados.

La idea es hacer versiones del microscopio para cada enfermedad. Sus creadores también han demostrado que la lente, que cuesta menos de medio dólar, es suficiente para detectar otros parásitos y patógenos como Giardia lamblia, Escherichia coli o Trypanosoma cruzi , el parásito que causa el chagas, otra enfermedad tropical olvidada que afecta a unas siete millones de personas, sobre todo en América Latina.

“Tenemos entre 10 y 15 enfermedades en el punto de mira, todas muy comunes en los países en desarrollo y en las que un microscopio juega un papel importante”, explica Prakash en un correo electrónico.

El equipo ya ha probado el microscopio en varios países en desarrollo como Kenia, India y Uganda y la próxima semana viajará a Ghana para probar el microscopio en muestras de esquistosomiasis, una enfermedad parasitaria . La idea parece tan buena que ha ganado una ayuda de la Fundación Bill y Melinda Gates que en parte sirve para financiar las pruebas del Foldscope sobre el terreno.

Pero el potencial del Foldscope no acaba ahí. El equipo de Stanford resalta que esta es una gran herramienta para la educación. El equipo ha empezado una campaña para reclutar a 10.000 voluntarios que prueben el microscopio, le busquen defectos y hagan pequeños proyectos de investigación con él. El equipo ha recibido solicitudes de todo tipo, desde un aniña que quiere mirar una abeja al microscopio para saber qué las está matando a utilizarlo para una campaña de concienciación sobre la importancia de pasteurizar la leche en Mongolia. ¿Qué forma mejor de generar curiosidad e interés por el mundo que nos rodea que poner un microscopio en el bolsillo de cada persona?

“Lo más sorprendente con este proyecto ha sido la reacción de la gente”, explica Prakash en un correo electrónico. “En la sociedad hay un hambre de conocimiento obtenido a través de nuestras propias manos”, señala y añade que “cuando miras a la cantidad de energía y pasión que hay en el mundo te das cuenta que las soluciones son posibles siempre que la gente sea incluida como parte de la solución”.

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