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31 agosto 2020

Coches solares: ¿pueden tener un papel en la movilidad del futuro?

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El 31 de agosto de 1955, un pequeño vehículo de apenas 38 cm de largo se convirtió en una atracción importante de la exposición de automóviles de General Motors en Chicago. No era un juguete. Se trataba del primer coche solar de la historia o, más concretamente, una miniatura futurista que pretendía sentar las bases para un futuro de coches movidos por energía limpia e inagotable: el sol.

En el Powerama de Chicago de 1955 se presentó el Sunmobile,  primer vehículo solar que se probaba con éxito. Fuente: Wikipedia
En el Powerama de Chicago de 1955 se presentó el Sunmobile,  primer vehículo solar que se probaba con éxito. Fuente: Wikipedia

En un momento en el que la lucha contra la crisis climática está en la agenda de los principales organismos internacionales y el replanteamiento de la movilidad de las personas es uno de sus ejes de actuación más importantes, la idea de coches que se puedan mover solo gracias a la energía solar parece fabulosa. Más de 60 años después, ¿por qué el mercado no está lleno de opciones de coches que se muevan gracias a la energía del sol?

Una evolución de décadas

Este primer modelo en miniatura de coche solar recibió el nombre de “Sunmobile” y fue obra de William G. Cobb, empleado de General Motors. Contaba con 12 células fotoeléctricas en su parte superior que producían la electricidad necesaria para mover el pequeño motor del vehículo. El Sunmobile presentó una visión futurista de hacia dónde podría encaminarse la industria automovilística, pero entonces solo se trataba de un concepto imposible de llevar a la realidad, ya que la potencia máxima que podían producir las células solares no era suficiente para poder impulsar un coche de la época. Fue el primero de muchos prototipos. 

El primer modelo a tamaño real llegó unos años más tarde, en 1960. La empresa estadounidense International Rectifier convirtió un vehículo de 1912, el Baker Electric, en un coche solar que lograba una autonomía de 3 horas y una velocidad de 20 km/hora. 

The Bluebird, construido por Ed Passereni en 1977, es considerado por algunos como el verdadero primer vehículo solar. Contaba con 3 ruedas y podía moverse con la energía creada por las células fotovoltaicas, sin el uso de una batería. En 1982, The Quiet Achiever se convirtió en el primer coche solar para largas distancias. Recorrió unos 4.000 km del oeste al este de Australia en menos de 20 días. 

Fue en los años 80 cuando comenzó a consolidarse el principal fin que aún tienen los vehículos solares hasta nuestros días: las carreras. En 1985, se celebró en Suiza el “Tour de Sol”, la primera carrera oficial de vehículos solares. La carrera más conocida a día de hoy es el World Solar Challenge, que se celebró por primera vez en 1987. Hoy en día, se trata de un evento bianual, y sus participantes son en su mayor parte equipos de universidades y de corporaciones. Los automóviles que participan son vehículos ligeros recubiertos de placas solares, típicamente de una sola plaza, y se mueven con tres ruedas de tamaño similar a las de una bicicleta. Se encuentran, por tanto, muy lejos de las características que tiene un vehículo comercial en la actualidad.

Automóviles solares en el presente

Al margen del mundo de las carreras, lo cierto es que por el momento la tecnología de células fotovoltaicas no es frecuente en el mercado automovilístico. Los principales obstáculos son los elevados costes que supone la implantación de la tecnología en los automóviles, la limitación que supone el tamaño de un vehículo para el número de paneles que se pueden colocar, así como la autonomía y la velocidad que pueden alcanzar. 

Son varios los proyectos de vehículos eléctricos solares que han intentado abrirse camino hasta los consumidores. Uno de los más comentados es el Lightyear One, con más de 700 kilómetros de autonomía, que utiliza unas células fotovoltaicas que, según sus desarrolladores, son capaces de almacenar un 20% más de energía que las tradicionales y funcionar de forma independiente, aunque parte de ellas estén en sombra. Con un precio de 150.000 euros, se coloca muy lejos de ser una opción viable para la mayoría, pero la posibilidad de que su tecnología sea aprovechada por otros vendedores podría abrir campos interesantes. 

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Muchos proyectos quedaron en el camino por dificultades de financiación. Fuente: evovelo.com

Otra fuerte apuesta es el Sono Sion, que utiliza 248 células solares repartidas por toda su carrocería para proporcionar unos 34 km adicionales de autonomía a los 250 km que se consiguen con la carga de su batería. Su precio de mercado son 25.500 euros. 

Existen otros proyectos que aspiraban a ser mucho más accesibles que se quedaron por el camino por las dificultades de financiación.  Es el caso del español  “mö”, un biplaza pensado para los desplazamientos en ciudad con un precio en torno a los 5.000 euros, que recientemente anunció la no continuidad del proyecto por la imposibilidad de llevar a cabo la producción de sus primeras unidades.

¿Existe un futuro de vehículos solares comerciales?

Aunque los automóviles solares accesibles al gran público son una realidad lejana, la energía solar también puede servir de apoyo para una movilidad más sostenible a través de otras opciones. Los vehículos de carga solar son aquellos que, sin contar con paneles fotovoltaicos en su propia superficie, se mueven gracias a electricidad generada por paneles solares situados en una infraestructura externa, ya sea el techo de una casa, un garaje, etc. 

Cargador de coche solar cerca de la sede de BMW en Munich, Bayern. Fuente: Wikipedia

También existe la opción, ya utilizada en varios modelos comerciales, de colocar paneles solares en el techo de automóviles eléctricos o híbridos como sistema de apoyo. Lejos de aspirar a tener la capacidad de mover el vehículo, estos paneles sí pueden proporcionar la energía necesaria para, por ejemplo, el uso del aire acondicionado.

A día de hoy, la implantación de placas fotovoltaicas en los automóviles no ha demostrado ser la solución más eficiente al problema de la sustitución de los combustibles fósiles, pero podrían ser un apoyo para otros sistemas. A fin de cuentas, el futuro de la movilidad sostenible pasará por saber aprovechar lo mejor de cada tecnología limpia. 

Sara González para OpenMind

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