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13 enero 2014

Aprender a leer

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Estas son las dos primeras definiciones que el diccionario de la RAE otorga al verbo leer:

1. Pasar la vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados.
2. Comprender el sentido de cualquier otro tipo de representación gráfica.

Empiezo por la segunda. Cuando en 1895  los espectadores novatos asistieron a la proyección de ‘Llegada del tren a la estación’, de los hermanos Lumière, salieron espantados ante la posibilidad de que la locomotora proyectada sobre aquella pionera pantalla de cine les atropellara. En 2008, la banda de rock AC/DC empezó los conciertos de su gira con una locomotora de verdad irrumpiendo en el escenario tras la proyección de una película introductoria. Nadie se asustó ante semejante despliegue audiovisual.

La conclusión es evidente. A finales del siglo XIX nos costaba comprender el lenguaje audiovisual, pero un siglo después éste ha pasado a ser fácil de leer para la inmensa mayoría de la población.

Los nuevos medios, Internet mediante, nos ofrecen nuevas posibilidades narrativas, nuevas combinaciones de signos, a veces sin representación gráfica aparente, que complican la lectura para los recién llegados usuarios. Nadie se libra aún de una lectura errónea de lo que sucede en los medios sociales, ya que nos falta entrenamiento, incluso a los más expertos, para comprender adecuadamente un lenguaje recién nacido.

Es normal, pese a los años de rodaje, que todavía se exagere la importancia de algunas conversaciones en Twitter o Facebook. También es común el fenómeno contrario, infravalorar algunos mensajes que acaban convirtiéndose en fundamentales para evaluar lo que sucede. Esto es así porque en estos nuevos medios los mensajes no sólo tienen un sujeto y un predicado. Hay otro tipo de información, integrada en cada unidad narrativa, que influye en el relato. Me refiero a la relevancia del emisor, a su autoridad sobre el tema que trata, al momento en el que se emite el mensaje, a los hiperenlaces que incluye, a las etiquetas que lo clasifican, al hilo de la conversación en el que se integra, etc. De un modo, consciente o no, toda esa información añadida influye en las percepciones de los usuarios.

Si tratamos de interpretar las palabras en sentido estricto cuando leemos los medios sociales corremos el riesgo de no enterarnos de gran cosa. En esos medios la metainformación es relevante y aporta matices fundamentales para leer correctamente el relato completo. Además, no hay recetas universales para comprender correctamente lo que leemos, es necesaria una actitud crítica que nos permita interpretar adecuadamente cada historia combinando todos los signos que influyen en la construcción de cada mensaje.

La exageración, la infravaloración y los malentendidos son de momento parte de los nuevos medios, pero sólo de momento. El ejercicio para los que tenemos más de 16 años es difícil, pero posible, necesitamos aprender a interpretar el nuevo lenguaje y lo conseguiremos. Aún seguiremos viendo durante un tiempo cómo algunos medios sacan noticias irrelevantes en sus portadas “porque han sido trending topic, quedan años de gente asustada por una conversación crítica y de actitudes de desprecio por parte de quienes piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Los Lumierè utilizaron de un modo efectista para la época el recién nacido cinematógrafo. Ahora el cine es un arte sobre el que opinamos todos.

Txema Valenzuela

Comunicación

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