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30 septiembre 2013

La ética en las organizaciónes (III) Una visión antropológica

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En el post anterior hemos hablado del contexto en el que las organizaciones abordan el reto de lograr ser éticas y exitosas. Hemos hablado de las organizaciones y ahora hablaremos de las personas que forman esas organizaciones.

Una vida impregnada de valores como

la autonomía, la igualdad, la solidaridad y la justicia

sería digna de ser vivida, tendría en sí misma su télos (fin):

Quien la viviera desearía seguir viviéndola.

(Cortina, 2008, pág. 21)

En una revisión rápida a algunas definiciones de la filosofía se puede decir que esta pretende encontrar el último porqué de las cosas, haciéndose cargo de la búsqueda de “la verdad” mediante el uso de la razón. Ahora bien, numerosos pensadores se han preguntado desde tiempos inmemoriales ¿Qué es el hombre? ¿Quién soy yo? ¿Cuál es el sentido de la existencia humana? De esta manera, estos y otros interrogantes por el estilo dominan todo el campo de la antropología filosófica, tal y como lo señala Joseph Gevaert en El problema del hombre. Introducción a la antropología filosófica.

La respuesta que se otorgue a la pregunta ¿qué es el hombre? va a venir a marcar el campo de acción y de decisiones no solo del hombre común y corriente, sino del líder organizacional. Esto quiere decir que por parte de todos ya se tiene, al menos una idea, de la respuesta a esta pregunta.

Ha sido la antropología filosófica la que ha dado tantas respuestas a esta pregunta, como pensadores han existido al paso de los siglos. Así es posible encontrar que el anteriormente citado Gavaert dice que “el hombre se ve lejos de la meta, alienado, todavía no plenamente hombre, en camino hacia la realización de su existencia, homo viator”. Para otros, como Aristóteles es un animal rationale; para Santo Tomás de Aquino es un “espíritu encarnado”, para Marx un homo faber, el que trabaja y hace; y por mencionar un autor más, para Viktor Frankl “es el ser que siempre decide lo que es”.

Es el filósofo alemán Kant (1724-1804) quien viene a impactar este trabajo con el planteamiento de la segunda formulación de su imperativo categórico cuando dice: “Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio”. Si el líder de la organización es poseedor de una visión antropológica de este tipo, entonces coloca a la persona humana en el centro de su organización.

Todo lo contrario sucederá cuando se tiene una visión antropológica en la que el hombre es un medio nada más. Un medio para conseguir otros fines, visión en la que el fin principal es el de maximizar las ganancias. Si esto es así, en consecuencia el hombre se volverá un medio y los trabajadores, clientes, otros socios, el gobierno, y los demás grupos de interés serán eso, un simple medio. Así es como se da el caso de encontrar empresas pobres, con dueños ricos.

Pero, a todo esto, ¿qué es la ética? Se puede afirmar que la disciplina de la filosofía hace su aterrizaje en la vida diaria a través de la ética, y que esta es no solo una teoría acerca de la felicidad, sino que más que nada ha sido considerada desde la antigüedad como el arte práctico de conseguirla: “Toda vez que el fin de esta ciencia no es el conocimiento, sino la acción (praxis)” y “la felicidad es algo final y autosuficiente, y que es el fin de cuanto hacemos” -según Aristóteles.

Para todo ello, la definición que se considera más enfocada para trabajar desde la perspectiva de la ética en las organizaciones, es la que Kidder llama Obedience to the unenforceable” o sea “obediencia a lo no obligatorio”. Se trata de una definición en la que la ética es concebida desde la autonomía de la persona, y en la que vive voluntariamente los valores que ha asumido como propios para su vida: los mismos que lo deben guiar en su propósito para llegar a ser persona, con madurez y autonomía, libre y responsable.

Fernando Menéndez González

Universidad Iberoamericana (UIA)

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