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30 enero 2018

Nuevas economías y comunidades: ¿cómo las transforman?

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Estamos viviendo la cuarta revolución industrial y se ha analizado ampliamente el ritmo y el alcance del cambio, así como el impacto que puede tener tanto a nivel individual como en el caso de las comunidades.

Un reciente estudio ha determinado que mucha gente que vive en los antiguos centros industriales de Inglaterra y Gales sufre psicológicamente ante el progresivo declive de su sector industrial y de su estatus social.

El estudio analizó casi 400.000 tests de personalidad y determinó que, a pesar de que la mayor parte de los cambios tras la Revolución Industrial se produjo hace décadas, el impacto persiste incluso hoy en día. Los autores creen que se debe, en gran medida, a la migración selectiva, que supuso que personas con ciertos tipos de caracteres se trasladaran a otro lugar y, posteriormente, esto se agravó por las difíciles condiciones laborales y de vida.

Los patrones regionales de personalidad y de bienestar pueden tener sus raíces en cambios sociales de mayor calado que se produjeron décadas o siglos antes y, probablemente, la Revolución Industrial constituye una de las épocas más influyentes y determinantes de la historia moderna”, afirman los autores.

“Aquellas personas que viven en un paisaje post-industrial aún lo hacen a la sombra del carbón, tanto a nivel interno como externo. Este estudio es uno de los primeros que demuestra que la Revolución Industrial tiene una herencia psicológica oculta que está impresa en la composición psicológica actual de las regiones de Inglaterra y Gales”.

Personalidades regionales

Los investigadores utilizaron datos procedentes de aproximadamente 400.000 encuestas realizadas como parte de El Gran test online de personalidad de BBC Lab. Los datos fueron examinados para buscar pruebas de los “cinco grandes” rasgos de la personalidad: extroversión, amabilidad, escrupulosidad, neuroticismo y franqueza, antes de proceder a buscar otras características, incluyendo el altruismo y la ansiedad.

Los datos fueron desglosados por regiones y se analizaron junto con otros datos para determinar el historial industrial de la zona, incluyendo mapas de los yacimientos de carbón y el censo de ocupación masculina del último siglo.

Por ejemplo, el neuroticismo era un 33 % superior al del resto del país, mientras que tanto la ansiedad como la depresión era un 31 % superior. Mientras tanto, la escrupulosidad era un 26 % inferior y los porcentajes de satisfacción vital también eran un 29 % inferiores a la media.

Tras controlar un abanico de otras posibles influencias, los investigadores descubrieron que existían significativas diferencias entre las personalidades de los individuos que vivían en zonas en las que había un gran número de hombres que habían trabajado en la industria del carbón durante la Revolución Industrial.

Por qué ocurre esto

Los investigadores proponen que esto ha sucedido por causa de dos elementos fundamentales: la migración y la socialización. Sugieren que la mayor parte de las personas que se desplazaron a zonas industriales lo hicieron para tener una oportunidad y buscar trabajo, al tiempo que escapaban de la pobreza. En otras palabras, ya partían de niveles de adversidad psicológica muy elevados y su nuevo hogar apenas contribuyó a mejorar la situación.

Este impacto se habría exacerbado posteriormente por la socialización de un trabajo peligroso y agotador desde la primera infancia. Más tarde, el estrés asociado a esta cuestión se incrementaría por condiciones de vida difíciles marcadas por la pobreza y el hacinamiento.

Niños trabajadores de las minas de carbón de Pittston, Pennsylvania, 1911 / Imagen: wikipedia

“El declive del carbón en zonas dependientes de dichas industrias causó dificultades económicas persistentes, fundamentalmente un elevado nivel de desempleo. Es probable que esto solo haya contribuido al punto de partida de la adversidad psicológica que la Revolución Industrial imprimió en algunas poblaciones”, sostienen los autores.

“Estos niveles de personalidad regional pueden tener una larga historia, remontándose a los cimientos de nuestro mundo industrial, así que parece lógico suponer que continuarán conformando el bienestar, la salud y las trayectorias económicas de dichas regiones”.

Implicaciones modernas

¿Por qué razón es esto relevante a día de hoy? Bueno, estamos en medio de la cuarta revolución industrial y, una vez más, la tecnología tiene un efecto disruptivo en relación con las industrias existentes. Un reciente artículo  de MIT sugiere que es probable que las mismas pequeñas poblaciones mencionadas anteriormente sufran el mayor impacto que la tecnología tendrá sobre el mercado laboral.

La hipótesis principal es que es más probable que la automatización se aplique en roles que impliquen la realización de tareas repetitivas en su mayor parte y dichos roles poco especializados tienden a concentrarse más en pequeñas poblaciones que en ciudades grandes.

Ejemplo de una cadena de automatización de la industria del hierro y el acero / Imagen: Max Pixel

Los investigadores llegaron a esta conclusión tras analizar qué clase de roles y conocimientos tienen mayor predominio en pequeñas poblaciones (así como en las ciudades grandes) y luego, qué roles corren mayor riesgo de ser automatizados. Las grandes ciudades tienden a tener una desproporcionada oferta laboral dirigida a personas que realizan tareas cognitivas y analíticas, lo que resulta más difícil de automatizar. En contraste, las pequeñas poblaciones concentran una cantidad desproporcionada de trabajo rutinario, que es más vulnerable.

“Las grandes ciudades proporcionan mayores oportunidades para que se produzcan sinergias entre personas creativas con un alto perfil técnico y esta es la razón por la cual atraen a esta clase de personas”, afirman los autores. “La otra dinámica que se da es que los cajeros y los camareros están más activos en las grandes ciudades que en las poblaciones pequeñas, razón por la cual las ciudades grandes necesitan menos personas que se dediquen a estas tareas en proporción a su tamaño”.

El informe resulta interesante porque trata de alejarse de predicciones absolutas sobre la probabilidad de que determinados empleos reciban el impacto de la tecnología y, en su lugar, realiza comparaciones relativas entre las regiones.

“Para nosotros, la pregunta es: ¿cómo podemos anticipar cambios futuros no solo relacionados con la robótica sino también con el aprendizaje de las máquinas, los algoritmos, los chatbots y el reconocimiento de voz, que van a tener un efecto disruptivo sobre aquellas personas que ocupan puestos de “cuello blanco” (withe collar worker o trabajador asalariado, “de oficina”), al tiempo que también impactará en los obreros?”, concluyen los autores.

Lea el artículo completo aquí.

Adi Gaskell

Explorador en innovación, Londres

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