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14 diciembre 2018

Plásticos, humanos y otras armas de destrucción

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Todos deberíamos ser conscientes en algún momento de cómo la especie humana conduce al planeta Tierra hacia el fin de sus días. Desgraciadamente, el escenario que reflejan numerosas películas y libros de ciencia ficción está cada día más cerca.

Quizás te consideres una persona concienciada pero, piensa si en tu casa usáis cualquiera de éstos productos: pasta de dientes con microesferas, toallitas húmedas, cápsulas de café, loción solar… ¿Tienes algo así en casa? Pues estás dañando el medio ambiente más de lo que imaginas.

BBVA-OpenMind-Pastas dentífricas, cremas y detergentes incluyeron las microesferas como la gran innovación, para conseguir un efecto abrasivo.
Pastas dentífricas, cremas y detergentes incluyeron las microesferas como la gran innovación, para conseguir un efecto abrasivo. Crédito: Thegreenj

Por otro lado, las noticias sobre desastres naturales que copan los telediarios y noticieros de todo el mundo (no todos son tsunamis, terremotos o lluvias torrenciales) son causados directamente por el hombre. Sin ir más lejos, un estudio ha descubierto que la llamada mancha de basura del Pacífico acumula hasta 16 veces más residuos de plástico de lo que se estimaba hasta ahora, cubriendo una superficie que triplica la de Francia y cuyo aumento es exponencial. Esta contaminación está acabando con maravillas de la humanidad como la Gran Barrera de Coral, que se muere ante nuestros ojos junto con otras muchas especies.

Por suerte, desde hace tiempo se desarrollan diferentes planes y estrategia desde instituciones y gobiernos para luchar contra la contaminación producida por el plástico. Diferentes líneas de investigación buscan los desarrollos necesarios para construir un mundo sin residuos plásticos gracias a materiales biodegradables, plásticos que se convierten en combustible o algo tan de ciencia ficción como la gestión orgánica de los desechos con orugas que son capaces de degradar polietileno.

Además de soluciones de baja tecnología o tecnología simple (low-tech), como aconsejar a las personas que usen menos sus vehículos personales o reciclen más, existen soluciones de mercado, como gravar con impuestos el carbono y el comercio de derechos de emisión o incentivar a las industrias para que adopten tecnologías energéticas, térmicas y de transporte más limpias). Incluso novedosas propuestas como las soluciones de geoingeniería, intervenciones a gran escala en el clima del planeta para contrarrestar el calentamiento global, ya sea gestionando la radiación solar o reduciendo el dióxido de carbono. ¿Qué podemos hacer para no desgastar tan rápidamente nuestro planeta? Los expertos recomiendan otras dos vías complementarias:

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“Esta Tierra es nuestro único hogar. Juntos debemos cuidarla y valorarla”. Ban Kimoon

  • Energías alternativas: energías renovables como la eólica, la solar o la geotérmica, basadas en fuentes naturales de recursos inagotables y limpias, son la gran esperanza en la transición energética, aunque hoy por hoy resultan insuficientes. Iluminar una estancia con una patata, generar energía con nuestras propias lágrimas o producir biomasa con zanahorias, e incluso gestionar la potencia de la evaporación para alargar la vida del planeta pueden resultar alternativas un tanto increíbles, pero la ciencia ha demostrado que son opciones esperanzadoras para el futuro de la especie
  • Modificación genética de la propia especia humana: la ingeniería humana plantea la modificación biomédica de los seres humanos para que nos adaptemos mejor a una vida en el planeta Tierra bajo los efectos del cambio climático y a la vez, contribuyamos a reducir sus efectos. Como propone Matthew Liao en su artículo, una inducida intolerancia farmacológica a la carne, limitar el desarrollo de los humanos para que seamos literalmente más pequeños, reducir los índices de natalidad mediante potenciadores de la inteligencia o incluso, inducir el altruismo y la empatía farmacológicamente son de hecho algunas de las propuestas de este autor.

El futuro del planeta está en nuestras manos, pero, ¿hasta donde estamos dispuestos a llegar?  

Paz Palacios para OpenMind

 

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