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21 septiembre 2021

Los otros efectos del cambio climático: terremotos, tsunamis y erupciones volcánicas

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La emergencia climática en la que estamos sumidos nos ha acostumbrado a escuchar funestas predicciones sobre cómo nuestro mundo se está convirtiendo en un lugar más inestable e inhóspito: el derretimiento de los hielos, la crecida del nivel del mar, fenómenos meteorológicos extremos, inundaciones y sequías, todo ello redunda no solo en destrucción ambiental, sino también en riesgos a la salud o a la seguridad alimentaria. Pero por si esto aún fuera poco, cada vez son más los indicios científicos sobre cómo el cambio climático puede además contribuir a fenómenos geológicos como terremotos, tsunamis o erupciones volcánicas. Y si bien aún hay debate sobre qué magnitudes pueden alcanzar estos efectos secundarios del calentamiento global, ya no parece haber dudas de que el riesgo es real. 

En ocasiones, solo hace falta una mínima alteración externa para que una falla desate un gran movimiento sísmico. Crédito: Doc Searls
En ocasiones, solo hace falta una mínima alteración externa para que una falla desate un gran movimiento sísmico. Crédito: Doc Searls

Cuando en 2012 el geofísico y experto en riesgos climáticos Bill McGuire, del University College London, publicó su libro Waking the Giant: How a Changing Climate Triggers Earthquakes, Tsunamis, and Volcanoes (Oxford University Press), los medios se hicieron eco de lo que se presentaba como una nueva sirena de alarma del cambio climático. Pero no faltó alguna reacción escéptica: ¿cómo podrían los elementos atmosféricos, tales como el agua o el aire, influir sobre fenómenos tectónicos que dependen de la roca sólida?

McGuire advertía de que el gigante dormido bajo nuestros pies, la Tierra, a veces solo necesita un pequeño empujón para despertar en forma de terremotos, erupciones volcánicas o corrimientos de tierras. Y que esa diminuta perturbación extra puede producirse por alteraciones climáticas. “Muchos de estos procesos ciertamente operan a pequeñas escalas”, apunta McGuire a OpenMind. Sin embargo, añade: “Como le gusta decir a un colega mío sismólogo, si una falla está preparada y lista para romperse, todo lo que se necesita es la presión de un apretón de manos para desencadenarlo. Y si los sistemas están en situación crítica, los cambios ambientales asociados con un desorden climático rápido y acelerado podrían fácilmente hacer ese trabajo”.

El impacto de los glaciares en la corteza terrestre

En concreto, entre los factores climáticos que se han implicado en estos procesos se cuentan sobre todo los cambios en la cobertura de hielo terrestre, las lluvias o incluso la presión atmosférica. El primero de ellos es el que se ha estudiado con más detalle: los glaciares y las capas de hielos permanentes en las regiones polares del planeta ejercen una enorme presión sobre el lecho de roca. Cuando se derriten y liberan de ese peso a la corteza terrestre, esta responde con un rebote, como una versión lenta y gigantesca de una cama elástica. Y este rebote puede tener consecuencias sobre las fallas geológicas y los depósitos de magma.

Numerosos investigadores han encontrado evidencias de cómo este fenómeno afecta al vulcanismo y la sismicidad. En la Universidad de Leeds (Reino Unido), la vulcanóloga Claire Cooper y sus colaboradores estudian cómo en los últimos 12.500 años las glaciaciones y la retirada de los glaciares han controlado los ciclos de erupciones volcánicas en Islandia. “Cuando los glaciares se retiran, la descompresión causa un levantamiento de la corteza y hace más fácil que el magma llegue a la superficie, lo que puede resultar en una erupción”, explica la investigadora a OpenMind, añadiendo que un fenómeno similar se está estudiando en la península de Kamchatka (Rusia) y en la zona volcánica del sur de los Andes en Chile.

BBVA-OpenMind-otros efectos del cambio climatico-Terremotos 2-En ocasiones, solo hace falta una mínima alteración externa para que una falla desate un gran movimiento sísmico. Crédito: Doc Searls
El deshielo y desplazamiento de los glaciares es capaz de causar una enorme presión sobre la corteza terrestre. Crédito: Wikimedia

Algo parecido se aplica a los temblores de tierra. “Se sabe que los movimientos de los glaciares y los cambios de masa (que no tienen por qué estar provocados por un cambio climático) pueden causar microsismicidad en la corteza”, expone a OpenMind la geofísica Andrea Hampel, de la Universidad Leibniz de Hannover (Alemania). Los trabajos de Hampel y de otros investigadores han mostrado cómo este fenómeno puede haber afectado a diversas regiones; Alaska es un caso particularmente estudiado, por ser una región tectónicamente activa.

“Los terremotos inducidos por el derretimiento del hielo han ocurrido varias veces en el pasado”, señala a OpenMind la geofísica Rebekka Steffen, de la autoridad sueca de mapeo, catastro y registro de tierras, cuya investigación cubre la actividad sísmica debida a los cambios en los hielos. La científica precisa que existen evidencias de este fenómeno durante los últimos 20.000 años en múltiples zonas del norte y centro de Europa, desde Escandinavia hasta Rusia, así como en Norteamérica. 

 

En Groenlandia en particular, agrega Steffen, hay signos de un terremoto asociado a la pérdida de hielo que afectó a la costa sur hace unos 10.000 años. “Los terremotos están muy relacionados con el derretimiento de las masas de hielo, y en este caso no importa si esto se debe al cambio climático antropogénico o no”. McGuire comenta otro caso ocurrido cuando Escandinavia perdió su capa de tres kilómetros de hielo tras la última glaciación: “Terremotos de magnitud 8 o más causaron el corrimiento de Storegga, uno de los mayores corrimientos submarinos del planeta, que resultó en un enorme tsunami. Las olas alcanzaron más de 20 metros en las islas Shetland y 6 metros en la costa este de Gran Bretaña”.

El cambio climático podría acelerar el problema

Estos efectos ligados a las idas y venidas de los hielos en el pasado se han revelado a largo plazo; Cooper habla de una demora de al menos entre dos y cuatro siglos entre la retirada de los glaciares y la respuesta volcánica, mientras que Hampel apunta que en Escandinavia, una región tectónicamente estable, los terremotos ligados a la retirada de los hielos tras la última glaciación aparecieron entre unos siglos y un milenio después.

Pero más complicado que describir estos fenómenos en el pasado es predecirlos en el futuro. Según Hampel, “lo difícil es saber cuándo se alcanza el umbral de una respuesta sísmica en la corteza, porque esto depende en primer lugar de su estado de estrés, la presencia de zonas preexistentes de debilidad mecánica (como las fallas), el volumen del hielo fundido y la velocidad del derretimiento”. No obstante, si se necesita una cierta combinación de factores para desencadenar la tormenta perfecta, lo cierto es que el actual cambio climático los favorece, con el derretimiento acelerado de grandes masas de hielo. 

BBVA-OpenMind-otros efectos del cambio climatico-Terremotos 3- La desaparición de la masa de hielo en regiones como Groenlandia podría llegar a desatar fenómenos geológicos que amenacen la costa europea. Imagen: ESA
La desaparición de la masa de hielo en regiones como Groenlandia podría llegar a desatar fenómenos geológicos que amenacen la costa europea. Imagen: ESA

Por ello, los expertos consultados coinciden en que las zonas con mayor riesgo son las que están perdiendo hielo de forma acelerada, como las regiones montañosas de Alaska, el Himalaya o los Alpes. “En el sur de Alaska algunas áreas han perdido un kilómetro vertical de hielo, lo que ya se está reflejando en mayores niveles de sismicidad”, dice McGuire. 

Pero sobre todo, el peligro puede acechar en los dos casquetes polares; porque si bien no se trata de zonas densamente pobladas, al riesgo de terremoto se añade el de tsunami: “Un problema con Groenlandia y la Antártida es que sus hielos están rodeados de agua, por lo que los terremotos pueden ocurrir en las zonas colindantes bajo el agua. Estos terremotos podrían provocar tsunamis”, comenta Steffen. La geofísica advierte de que un tsunami generado en Groenlandia podría llegar a Europa y Norteamérica, mientras que otro en la Antártida amenazaría las costas de Australia, Sudáfrica y Sudamérica. “Pero cuándo exactamente podrían producirse estos terremotos en el futuro, no está claro, necesitamos más investigaciones”, sugiere.

Las precipitaciones pueden alterar los fenómenos geológicos

La retirada de los hielos es el principal riesgo que preocupa a los científicos, pero no es el único: ciertas investigaciones han revelado también cómo los ciclos de lluvias pueden afectar a los fenómenos geológicos. En Hawái, un estudio propuso que la presión del agua en el interior de las rocas tras una estación de lluvias abundantes causó un cambio de comportamiento en la reciente y prolongada erupción del volcán Kilauea. En el Himalaya se ha descubierto una relación entre los ciclos anuales de lluvias del monzón y la aparición de microseísmos. Y si el cambio climático altera los patrones de precipitación, esto podría también tener consecuencias en la frecuencia o intensidad de estos fenómenos geológicos.

Más insólito puede parecer que incluso los cambios bruscos en la presión atmosférica puedan también influir en el riesgo sísmico. En Taiwán se ha mostrado que la baja presión asociada a los tifones puede provocar minúsculos movimientos en las fallas que, si se encuentran en una situación crítica, pueden detonar un temblor; se trata de la idea del apretón de manos citada por McGuire, o la gota que colma el vaso. En el caso de Taiwán, los terremotos detectados son del tipo lento: liberan su energía en horas, días o meses, por lo que no resultan tan violentos como los típicamente destructivos, que lo hacen en segundos.

El aumento de las precipitaciones puede llegar a afectar a los ciclos de volcanes, tal y como han estudiado en el volcán Kilauea, en Hawái. Crédito: Wikimedia
El aumento de las precipitaciones puede llegar a afectar a los ciclos de volcanes, tal y como han estudiado en el volcán Kilauea, en Hawái. Crédito: Wikimedia

En definitiva, y si bien todo lo anterior dibuja un panorama que generalmente se refiere a microseísmos, a terremotos lentos o a efectos muy retardados en el tiempo, lo cierto es que los expertos se muestran cautos a la hora de valorar cuál podría ser el alcance de estos fenómenos en el peor de los casos, y en el contexto de un cambio climático acelerado y masivo que al ser humano se le ha escapado de las manos. Por ello, la conclusión de McGuire debería servir como una advertencia siempre presente: “Hay muchas evidencias de que cambios ambientales minúsculos pueden disparar grandes fenómenos geológicos que pueden ser mortales y destructivos”.

 Javier Yanes

@yanes68

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