Aunque el concepto nos repugne, el parasitismo en la naturaleza es una exitosa estrategia de supervivencia, hasta tal punto que incluso los seres más simples, como las bacterias, tienen sus propios parásitos, virus bacteriófagos. Algunos parásitos son tan refinados en su modo de vida que se convierten en auténticos hackers de sus hospedadores. Entre los que nos han elegido a nosotros como su hogar algunos nos resultan muy familiares, como los piojos o las garrapatas, especies que se alimentan de nuestra sangre. Otros son también muy conocidos, como el plasmodio de la malaria, las tenias, filarias, lombrices intestinales o el ácaro de la sarna. Pero en el amplio repertorio de parásitos de los humanos hay criaturas mucho más desconocidas.
Demodex
Probablemente a más de uno le resultará desagradable saberlo, pero una mayoría de las personas llevan en todo momento diminutos parásitos en la cara: dos especies del ácaro Demodex, D. folliculorum y D. brevis, menores de 1 milímetro, habitan en los folículos pilosos y en las glándulas sebáceas, sobre todo del rostro, alimentándose de nuestro sebo y viajando por nuestra piel de noche. Los adquirimos a lo largo de la vida y prácticamente todas las personas ancianas los llevan. Normalmente no causan problemas, pero si se multiplican demasiado pueden causar demodicosis.
Trombículos
Al contrario que los Demodex, los también ácaros de la familia de los trombicúlidos, llamados rojos o de la cosecha, pueden ser bastante molestos, pese a su diminuto tamaño inferior a medio milímetro. Se contraen por el roce con las hierbas, como las garrapatas, de las que son parientes. Pero a diferencia de estas no se alimentan de sangre, sino de células de la piel que escarban con sus piezas bucales, causando picor e irritación, síntomas de la trombiculosis. Hay numerosas especies extendidas por todo el mundo.
Larva migrans cutánea
Es una de las infestaciones más frecuentes en quienes viajan a países tropicales y cometen la imprudencia de caminar descalzos en el agua o por tierra o arena. Estos gusanos nematodos de la familia de los anquilostomátidos viven en el intestino de los animales. Los huevos vertidos con las heces eclosionan en minúsculas larvas que pueden atravesarnos la piel, normalmente en los pies, y formar túneles visibles desde el exterior. Por suerte, son parásitos de animales que no profundizan más; otros anquilostomas especializados en parasitar humanos sí llegan al torrente sanguíneo para acabar en el intestino.
Nigua o pique
Entre los parásitos más ignorados, pero muy frecuente en zonas tropicales, se encuentra un animalito que no es una garrapata, aunque podría pasar por una. Tunga penetrans es una pequeña pulga de 1 milímetro, es decir, un insecto. Inicia su vida en la arena, por lo que suele agarrarse a los pies. Mientras que el macho se comporta como otras pulgas, la hembra se entierra en la piel y permanece allí toda su vida, causando inflamación y a veces heridas graves que pueden llegar a gangrenarse. No hay tratamientos eficaces, por lo que las pulgas deben extraerse por cirugía.
Rezno
Por desgracia para nosotros, hay una gran variedad de especies de moscas que pueden causarnos miasis, nombre que se da a la infestación del tejido por larvas vivas. Una de ellas, Dermatobia hominis, nos prefiere a nosotros frente a otros mamíferos. Su modo de actuar es curioso: la hembra pone los huevos en un mosquito. Cuando este nos pica, los huevos o las larvas aprovechan para ganar nuestra piel y enterrarse debajo.
Gongylonema pulchrum
Uno de los parásitos más extraños de los humanos nos tiene a nosotros solo como huéspedes accidentales, ya que su hábitat natural son otros animales. Pero sus huevos, expulsados con las heces, pueden ser ingeridos por cucarachas o escarabajos peloteros y acabar en nuestra comida o en el agua. Es peculiar por el lugar donde vive: la boca. Se trata de un gusano que se aloja en el esófago y migra a la mucosa bucal, donde se aloja en el interior de la mejilla o de los labios, en las encías o bajo la lengua. Llega a medir varios centímetros, por lo que su presencia se nota, moviéndose bajo la piel de la boca.
Hongos raros
Entre los parásitos de los humanos figuran también algunos hongos. Conocemos la candidiasis y el pie de atleta, causado por varios tipos de hongos. Pero algunos casos son mucho más raros. La familia de los oomicetos incluye plagas de los cultivos como el mildiu de la vid, pero en su género Pythium, que suele atacar a las plantas, hay una especie que crece en los mamíferos, incluidos los humanos. Pythium insidiosum puede contraerse del agua estancada o el suelo, provocando graves úlceras en la piel y a veces en el interior del cuerpo. Es muy invasivo y, como sugiere su nombre, difícil de tratar.
Algas
Por extraño que parezca, también los humanos podemos sufrir infecciones por algas. Chlorella es un alga microscópica unicelular y fotosintética que normalmente vive en la naturaleza sin causar problemas, y que de hecho se ha tanteado como alimento y suplemento dietético. Pero existen casos de clorelosis que infectan la piel o incluso órganos internos. La prototecosis está causada por otra alga relacionada, Prototheca, que ha perdido la capacidad de fotosintetizar y se ha especializado en alimentarse de materia orgánica. Entra por la boca o la nariz, se extiende por la sangre y puede colonizar diversos órganos, aunque por suerte es rara.
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