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09 octubre 2020

¿Qué pasará con la Estación Espacial Internacional?

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La Estación Espacial Internacional (EEI), una de las megaestructuras más caras de la historia, lleva orbitando en el espacio décadas a más de 340 kilómetros de altura. Y así seguirá de momento, aunque no está muy claro cuál será su destino a partir de 2024. La Estación Espacial Internacional (EEI) se enfrenta al futuro con la necesidad de reinventarse. 

La Estación Espacial Internacional es una proeza de la ciencia, la ingeniería y también un hito en materia de cooperación internacional. Es el laboratorio científico situado a mayor altura del mundo, además de la zona habitada por el hombre más grande fuera del planeta Tierra. Los astronautas que se hospedan en la EEI ven 16 amaneceres y atardeceres al día, ya que la nave se desplaza a una velocidad de 7.66 kilómetros por segundo, por lo que orbita alrededor de nuestro planeta 16 veces a lo largo del día. Con una capacidad de alojar hasta 6 naves espaciales simultáneamente, los 419.725 kilogramos de la EEI constituyen, según la NASA, el objeto individual más caro de la historia, con un precio que alcanza, literalmente, una cifra astronómica: más de 93.000 millones de dólares americanos.

La ISS es la primera instalación capaz de soportar expediciones de tripulaciones de varios meses desde la estación espacial soviética Mir, que fue desorbitada en 2001. / Imagen: NASA

Con una naturaleza tan singular, no es de extrañar que la EEI atesore varios récords espaciales, como la reunión espacial más multitudinaria de la historia, con 13 personas en la misión del transbordador STS-127 de la NASA a bordo del Endeavour en 2009,o la caminata espacial más larga: de 8 horas y 56 minutos de duración, en una misión de reconstrucción de la EEI en 2001.

Aunque está en marcha gracias a la cooperación de 16 países, la NASA (Estados Unidos), Roscosmos (Rusia) y la Agencia Espacial Europea son los principales socios, por lo que aportan la mayor parte de la financiación. La construcción principal se completó entre 1998 y 2011, aunque la estación evoluciona constantemente. Está operativa y ocupada desde el año 2.000 de manera constante por astronautas.

EL PRECIO A PAGAR POR EL SEGUNDO ALUNIZAJE

Sea cual sea su futuro, algunos de sus componentes tendrán que caer al océano, pues es demasiado peligroso que orbiten en el espacio. IMAGEN: Wikimedia

Aunque en la base de su fundación reside la idea de aprovechar sinergias económicas para hacer frente a la costosa inversión que requiere la exploración espacial, es precisamente una cuestión de presupuesto la que tiene en vilo el futuro de la EEI. Para la NASA, que tiene ahora sus intereses estelares en el regreso del hombre a la Luna, resulta demasiado caro seguir participando en el mantenimiento de la EEI. La que fuera diseñada como trampolín a nuevas misiones espaciales, se ha convertido en un obstáculo económico para las mismas. Este dilema se arrastra desde los tiempos de la Administración Obama, cuando la EEI todavía seguía en construcción. Sin embargo, los recortes presupuestarios de la Administración Trump en 2018 han sido el impulso definitivo para empezar a diseñar el final de la estación tal y como la conocemos hasta ahora. La entrada de nuevos socios privados en el mercado de la exploración espacial podría evitar que la Estación Espacial Internacional acabe flotando en el océano hecha chatarra, tal y como establecía el plan inicial. Para que siga en funcionamiento, la NASA ha abierto por primera vez la posibilidad de contar con financiación privada y se discute actualmente una extensión al menos hasta 2028.

UN LUGAR PRIVILEGIADO PARA LA INVESTIGACIÓN

La EEI permite experimentar en condiciones privilegiadas diferentes aspectos de la vida en el espacio. Desde su fundación, ha permitido llevar a cabo más de 3.000 investigaciones de 108 países, según la NASA. Los vuelos a largo plazo, que pueden extenderse hasta varios meses, permiten investigar métricas de la salud de los astronautas, y cómo evolucionan parámetros como la fuerza muscular, la densidad ósea o las alteraciones de la expresión genética en el espacio. El cuerpo humano cambia en microgravedad, generando alteraciones de los músculos, el sistema cardiovascular o los ojos. También se analiza cómo se comportan las bacterias y los microbios que acompañan al cuerpo humano en el espacio. 

La EEI sirve, desde este punto de vista, como trampolín y lugar de entrenamiento para potenciales misiones hacia la Luna o Marte, también en el campo de la ingeniería: se ponen a prueba soluciones de almacenamiento energético, nuevos desarrollos de hardware e incluso tecnologías como la impresión 3D. En paralelo, otros experimentos están destinados a comprender mejor cómo funciona el cosmos, desde las partículas de mayor energía que atraviesan nuestro sistema solar hasta los lejanos y extremadamente densos cadáveres de antiguas estrellas.

ABIERTA AL TURISMO ESPACIAL Y LOS VUELOS COMERCIALES

La entrada de inversión privada en la Estación Espacial Internacional podría acabar convirtiendo sus instalaciones en un hotel espacial, un concepto que, aunque parezca todavía de ciencia ficción, ya atrae a inversores como el contratista espacial ruso RKK Energy, que cuenta incluso con una propuesta que utilizaría el hardware de la EEI aunque se alojaría en un nuevo módulo.

Prototipo de la nave CST-100 STARLINER, la cápsula espacial de BOEING que llevará a personas hacia la órbita terrestre baja / IMAGEN: Boeing

Diferentes empresas como SPaceX o Boeing se preparan para la nueva era de los vuelos comerciales al espacio y podrían utilizar la EEI como primera parada de sus respectivas rutas espaciales. En la primavera de 2020, de hecho, la nave ‘Crew Dragon’ de SpaceX se acopló con éxito a la Estación Espacial Internacional marcando así el inicio de esta nueva era espacial que podría, además, salvar a la EEI de un futuro incierto a la deriva en el Pacífico tras décadas de servicio a la investigación y la ciencia.

Dory Gascueña para OpenMind

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