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26 marzo 2015

Reducir las diferencias a través de la emancipación económica de las mujeres

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La evolución del hombre ha dado enormes saltos en el siglo XX a través de rápidos avances en ciencia y tecnología. Pero en el ámbito social, el desarrollo económico, hasta el momento, ha sido lento en algunos países debido, en parte, a la dolorosamente lenta aceptación del papel esencial que desempeñan las mujeres en la política económica global.

Aunque el movimiento feminista surgió para proteger a las mujeres frente a la misoginia y discriminación por razón de sexo y preservar derechos como la autonomía e integridad física, la humanidad ha tardado literalmente dos milenios en reconocer que el desarrollo sostenible es prácticamente imposible sin la integración de la mujer para un futuro sostenible, justo y próspero.

A lo largo de los últimos 50 años, las naciones se han desarrollado, para bien o para mal, en función de cómo hayan abordado los problemas derivados de la inflación, la pobreza, los conflictos y las enfermedades. No es falso afirmar que dotar de mayor poder a los miembros del género femenino – que representan tres mil millones en la India y China – mediante la educación y animándoles a formar parte de la población activa, tiene el potencial de elevar los niveles de vida de todas las comunidades así como de reducir la pobreza e incluso los conflictos.

En su libro «La mitad del cielo – Cómo cambiar el mundo», Nicholas D. Kristof y Sheryl Wudunn indican, «Los países que educan a terroristas son aquellos en los que desproporcionadamente se margina a las mujeres. A medida que el Pentágono adquiría un conocimiento más profundo de la lucha antiterrorista, se fue interesando cada vez más en proyectos de base, como la educación de niñas. Dar mayor poder a las niñas, según han argumentado algunas personas del ámbito militar, restaría poder a los terroristas».

La emancipación de las mujeres, por tanto, no consiste únicamente en la libertad frente a la violencia de género, marginalización de la mujer, analfabetismo y otras enfermedades que afectan a las sociedades. Es, de hecho, esencial para la formación de las sociedades civiles, la creación de naciones y un mundo sin explotación.

Según el documento de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) «Resumen general para reducir las diferencias de género: actuemos ahora», «Las desigualdades de género no solo significan renunciar a las importantes aportaciones de las mujeres a la economía, sino también desperdiciar años de inversión en la educación de niñas y jóvenes. Sacar el máximo partido al talento garantiza que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades para aportar tanto en casa como en el trabajo, mejorando con ello su bienestar y el de la sociedad».

Los niveles educativos de las últimas décadas han sido bastante impresionantes en los mercados emergentes. Aunque las mujeres en formación representan más de la mitad del crecimiento económico de los países de la OCDE, el acceso de las mujeres a la formación secundaria y terciaria supera a la de los hombres en países como Brasil, España, Francia, Suecia y los EE. UU. Por el contrario, países devastados por la guerra como Afganistán muestran claramente cómo las políticas y actitudes sexistas represivas, así como las prácticas patriarcales dominantes imposibilitan casi completamente una actividad económica positiva.

En el artículo «Crear libertad y reconstrucción con las mujeres: reflexiones sobre Afganistán, Irak y Palestina”, Valentine M Moghdam comenta, «Afganistán fue en una época considerado un modelo de reconstrucción post-conflicto, ahora difícilmente se puede afirmar que las mujeres disfrutan de seguridad, participación y derechos. La constitución afgana de 2004 establece la educación obligatoria hasta el noveno grado, pero la mayoría de las niñas no van al colegio. El acceso a las escuelas secundarias sigue siendo extremadamente bajo, en particular para las chicas. Solo el nueve por ciento de las chicas que asisten a colegios de educación primaria continúan la educación secundaria. El Tribunal Supremo del país prohibió a las mujeres casadas asistir al instituto – en un país en el que niñas de incluso 10 años son obligadas a casarse, con frecuencia con hombres mucho mayores que ellas».

Aunque el número de mujeres que van al colegio y a la universidad está creciendo en mercados fronterizos y emergentes, el porcentaje sigue siendo bajo en lo que respecta a la formación en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas. La integración de las mujeres en las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas es fundamental para estimular la diversidad económica, creando con ello sociedades basadas en el conocimiento.

El caso de África, el «continente sin esperanza»

Un ejemplo de ello es África, una vez considerado el «continente sin esperanza», ha demostrado que los detractores y expertos estaban equivocados. De acuerdo con un informe del despacho de abogados, Freshfield Bruckhaus Derigner: «durante la última década, África ha surgido como un destino excelente de inversión para las empresas globales que buscan oportunidades de fusión y adquisición. El valor de la inversión interior africana se ha triplicado en los últimos diez años, alcanzando más de 182 mil millones de dólares, con volúmenes de negocio duplicados que ahora totalizan 2.417. Los inversores internacionales representan actualmente la mitad del valor total de las fusiones y adquisiciones africanas, habiéndose cerrado 255 acuerdos por un valor de 20 mil millones de dólares de un total de 39,5 mil millones de dólares y 758 acuerdos en 2012. A estas cifras se ha llegado partiendo de 6,4 mil millones y 122 acuerdos en 2003.

El principal catalizador de este magnífico crecimiento se ha atribuido a la adopción de nuevas tecnologías y penetración móvil rica en datos. El acceso a Internet, tecnologías de la información y comunicación en el África subsahariana también ha abierto una cornucopia de oportunidades incluso para su población femenina. Jóvenes mujeres visionarias africanas están luchando no solo para crear mejores comunidades educando a sus niñas, sino también desempeñando un papel instrumental mediante la introducción de tecnologías innovadoras que pueden beneficiar a la mujer en general.

La cofundadora y presidenta de Techwomen Zimbabwe Rumbidzayi Mlambo es una empresaria social de éxito que trabaja con el gobierno, agencias de desarrollo y el sector privado en Zimbabwe. Hablando de su iniciativa basada en la tecnología Tech Woman Zimbabwe, comenta, «es un programa de desarrollo de aplicaciones móviles internacional para mujeres y niñas de entre 10 y 20 años. Un establecimiento relativamente nuevo, nos esforzamos por proporcionar a las niñas la oportunidad de aprender a crear y desarrollar aplicaciones en un plazo de entre tres y cuatro meses. Queremos concebir innovaciones que beneficien realmente a la mujer normal. La idea es desarrollar y después integrar tecnología en las vidas cotidianas de las mujeres, mejorando las cosas que hacen cada día y, por consiguiente, creando un efecto significativo en la economía nacional a largo plazo. Nuestra decisión de trabajar con niñas y jóvenes se debió principalmente a la escasa representación del género femenino en los campos de la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Asimismo, detectamos que estas jóvenes están buscando en estos momentos una plataforma para desarrollar sus habilidades y están dispuestas a mostrar sus capacidades.»

Aunque Tech Woman Zimbabwe ha tenido una respuesta muy positiva de las niñas, no tiene nada que ver la reacción de los padres. «Lamentablemente, ha habido una respuesta desigual entre los padres. Aunque algunos apoyan a sus hijas, muchos consideran que esta iniciativa es una pérdida de tiempo y que dificulta enormemente la participación de las niñas», comenta Mlambo.

Hablando sobre la actitud sexista en la formación de las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, en particular en Zimbabwe, Mlambo declara, «nos sorprendió constatar que las niñas trabajan mejor en un entorno de un solo sexo en el que son libres para reír y pensar. Progresan entre otras chicas. Esto nos llevó a explorar y verificar las razones por las que los hombres impiden el progreso de las niñas. Y no nos sorprendió que los chicos, incluso a edades tempranas, estén condicionados y tengan una percepción negativa de las chicas.»

Abordar las crecientes desigualdades sexuales es de hecho un asunto muy complejo, debe tratarse desde diversos niveles, como la educación, la política y, lo que es más importante, incorporando a las mujeres a la «conversación».

Mientras los líderes de opinión ponen mucho hincapié en el papel del gobierno para fomentar la tecnología, crear políticas legítimas que respalden y fomenten la participación de las mujeres, otras personas como Mlambo piensan de forma distinta, «creo sinceramente que se da una importancia excesiva a las políticas de los gobiernos en materia de educación (incluida la relativa a ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Es hora de que nosotras como una comunidad, y como grupos de mujeres, actuemos. Los gobiernos vienen y van, y como consecuencia de ello las políticas cambian. Sí, necesitamos el apoyo del gobierno, pero se debería introducir un marco sostenible gracias al que las políticas legítimas se conservasen y existiera continuidad para que una vez que los gobiernos ya no estén en el poder, las leyes y reglamentos no se modifiquen. Las políticas que se basan en la política son volubles y tienden a variar, mientras que las basadas en la comunidad o en los negocios indudablemente tienden a permanecer o no cambiar.»

Un aspecto positivo, respecto a algunos países árabes, es que ha habido avances hacia la igualdad y desarrollo de género. La primavera árabe de 2011 fue el punto de partida del cambio, aunque el ritmo se ha ralentizado en los últimos años. Y aunque las mujeres han dado considerables pasos en el sector sanitario y de la educación, integrarse en la «economía formal» sigue siendo un tema complicado y, por ello, un debate paradójico interesante en todo el mundo.

Según un informe del Banco Mundial titulado «Abrir las puertas a la igualdad de género y el desarrollo en Oriente Medio y África del Norte», «Las mujeres de la región siguen sufriendo importantes limitaciones de movilidad y elección. Estas restricciones se mantienen gracias a los marcos legales, incluidos reglamentos que limitan su participación en el trabajo y la política, y a normas sociales y culturales. Una segunda limitación es la mala calidad de la educación y la discordancia entre las habilidades esenciales que se estudian en el colegio, en particular las niñas, y las que exige el sector privado. En tercer lugar, las empresas suelen percibir a las mujeres como más caras y menos productivas que los hombres. Por su parte, las mujeres están preocupadas por su reputación y seguridad en trabajos dentro del sector privado.»

Qué está ocurriendo en la región de Oriente Medio y África del Norte

Dicho esto, el emprendimiento de las mujeres, en particular en los ámbitos de las ciencias, la tecnología, ingeniería y matemáticas, está creciendo en esta región pero sigue encontrando muchos obstáculos.

El fundador del popular mercado de habilidades virtuales de Oriente Medio Nabbesh, y emprendedor inspirador Loulou Khazen Baz comenta en una entrevista, «Desde una perspectiva regional, cada vez más personas acceden a internet y hay una masiva penetración de este medio en esta parte del mundo, … las mujeres pueden contribuir enormemente a la actividad económica del país. Hay investigaciones que demuestran que las mujeres pueden influir en gran medida sobre el PIB. Incluso aunque las mujeres representen el 50 por ciento de la población, la región de Oriente Medio y África del Norte tiene una de las menores participaciones de las mujeres en el mercado laboral de todo el mundo. Hay una enorme cantidad de talento sin utilizar que no está aportando nada a la economía.»

Sorprendentemente, las mujeres ocupaban el 9,8 por ciento de los puestos directivos de las empresas en el mundo en 2011, mientras que en el Consejo de Cooperación del Golfo (que está integrado por seis países ricos en petróleo: EAU, Omán, Qatar, Bahréin y Arabia Saudí), representaban el 1,5 por ciento, según el Instituto de Gobierno Corporativo de Dubái. No obstante, esto pronto cambió en los EAU cuando el Primer Ministro del país y dirigente de Dubái Su Alteza Real el Jeque Mohammed Bin Rashid Al Maktoum, promulgó una ley federal que obligaba a todos los ministerios del gobierno y empresas relacionadas a tener representación femenina en sus consejos. Los expertos opinan que, a pesar de que se han promulgado leyes, su cumplimiento será gradual.

Conclusión

La diversidad económica únicamente podrá ser una realidad si se crean sociedades basadas en el conocimiento en las que haya igualdad de género y los derechos de las mujeres sean «fines en sí mismos», afirma un informe de OXFAM, «puesto que su ausencia genera pobreza, y se ha demostrado que su existencia da lugar al desarrollo.»

De hecho, el cambio suele ser difícil, pero también hay un momento para desafiar la realidad. La garantía de un futuro próspero no es tarea fácil, pero el camino hacia la libertad económica mundial está a nuestro alcance a través de estrategias que se dirigen a los cambios estructurales, tales como la mejora de los logros educativos de las mujeres, la introducción de políticas coherentes centradas en mujeres y el fomento de las empresas dirigidas por mujeres.

Sabin Muzaffar

Autora y editora jefe de Ananke

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