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25 marzo 2015

William Smith: el hombre que alimentó de carbón la Revolución Industrial

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A muchos no les dirá nada el nombre de William Smith, tan común como corresponde a los orígenes humildes del personaje. Pero en 1815, hace 200 años, Smith publicó el primer mapa geológico de un país completo. Sus métodos iluminaron de tal manera la comprensión de cómo se organiza el suelo de la Tierra que abrieron una nueva época en la prospección científica de los recursos minerales, precisamente en un tiempo en que estos eran muy necesarios.

Crédito: William Smith

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, la Revolución Industrial estaba rediseñando el mundo. El poder del vapor reemplazaba el trabajo manual y las máquinas comenzaban a llenar las fábricas. Para alimentar las voraces calderas y el nuevo crecimiento económico, la madera dejaba paso al carbón. Aunque algunos académicos como el escocés James Hutton habían elevado la geología a la categoría de ciencia, y los fósiles solían decorar los gabinetes de los aristócratas, lo cierto es que el conocimiento del subsuelo aún no se aplicaba a su rendimiento práctico; a la hora de buscar carbón, los ingenieros todavía tocaban de oído.

Retrato de William Smitt, por Hugues Fourau

William Smith no parecía destinado a ganarse una cátedra de honor en la historia de la ciencia. Nacido en 1769 en la pequeña localidad de Churchill (Oxfordshire, Reino Unido), fue hijo de herrero de raíces granjeras. Huérfano de padre a los ocho años, la vida no le facilitó una educación esmerada, y a los 18 años se ganaba la vida como ayudante de topógrafo y tasador de tierras. Según iba adquiriendo experiencia como perito para la industria minera y la construcción de canales, observó que en lugares muy distantes encontraba estratos que no solo coincidían en la composición de la roca, sino también en el tipo de fósiles, que eran diferentes a los de otras capas. En palabras del propio Smith, “cada estrato contenía fósiles organizados particulares a él mismo, y podría, en casos por lo demás dudosos, ser reconocido y discriminado de otros como él, pero en una parte diferente de la serie, mediante su examen”.

Smith dedujo que cada estrato rocoso podía identificarse individualmente por sus fósiles, y esta idea cristalizó en su principio de sucesión faunística, germen de la moderna bioestratigrafía y uno de los fundamentos para el desarrollo de la teoría de la evolución biológica. Después de una extensa y sistemática recogida de datos y muestras por todo el país, en 1815 dio a conocer su gran obra: el primer mapa geológico a gran escala cubriendo Inglaterra, Gales y parte de Escocia. El trabajo del perito, que le valdría el sobrenombre de Estratos Smith, detallaba los afloramientos y las superposiciones de las capas a través de grandes regiones, coloreando cada roca con un tono próximo al real. “Sin embargo, la verdadera innovación fue el astuto (aunque caro) uso de un tono de acuarela más oscuro para indicar la base de cada estrato, aclarándose hacia la cima de la capa para dar una impresión de tres dimensiones”, escribía recientemente en la revista Science el geólogo Tom Sharpe, de la Universidad de Cardiff (Reino Unido).

“Doscientos años después, el mapa de Smith se ha convertido en un icono de las ciencias de la Tierra, y los principios básicos que desarrolló y aplicó todavía se utilizan en la interpretación de las secuencias de roca y en la confección de mapas geológicos”, destaca Sharpe. Pero más allá de su interés puramente científico, el trabajo de Smith tenía enormes aplicaciones prácticas, como correspondía al enfoque de un veterano prospector. “Se trataba de que fuera una herramienta práctica para la exploración mineral, el drenaje de tierras y la agricultura”, precisa Sharpe. Antes del mapa de Smith, los buscadores de carbón se guiaban por la presencia de lutitas oscuras, rocas sedimentarias ricas en materia orgánica. Pero a menudo esta indicación fallaba porque correspondía a capas similares de distinta edad. La composición de dos estratos puede ser la misma, pero lo que nunca engaña es el orden de los fósiles; el método de Smith predecía con fiabilidad dónde debía buscarse el carbón.

Aunque otros geólogos en el continente europeo llegaron a las mismas conclusiones, ninguno de ellos las aplicó a tan gran escala como Smith. Sin embargo, su falta de formación científica y de conexiones en los círculos académicos impidió que sus avances fueran apreciados por los eruditos de la recién fundada Sociedad Geológica de Londres, que no creyeron en el método de aquel desconocido inspector de tierras. Con todo, cuando la Sociedad emprendió su propio proyecto, acabó empleando los principios de Smith, mientras este se sumía en la ruina financiera que le obligaba a vender su extensa colección de fósiles al Museo Británico. En 1819, sus deudas le llevaron a prisión. Su reconocimiento no llegaría hasta 1831, ocho años antes de su muerte.

Mapa geológico de Marte. Crédito: USGS

Pese a que hoy las nuevas tecnologías ofrecen sofisticados métodos de escaneado y mapeo digital, toda prospección requiere un mapa geológico. Según relata Sharpe, desde la búsqueda de tierras raras en Groenlandia hasta la localización de bolsas de hidrocarburos, los principios de Smith siguen vigentes, e incluso el mapa geológico global de Marte completado en 2014 recuerda a los que él dibujó y coloreó hace dos siglos.

Por Javier Yanes para Ventana al Conocimiento

@yanes68

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