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20 julio 2017

Dactiloscopia: tras la huella del crimen

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Aunque la ciencia siga desentramando los misterios químicos, genéticos y fisiológicos que permiten el milagro de nuestras huellas dactilares, lo cierto es que la sociedad sí ha sacado partido a esas marcas en ámbitos como la criminología desde hace siglos, pues aunque no supiéramos por qué, sí sabíamos que esas marcas eran especiales.

Martin Freeman and Benedict Cumberbatch in Sherlock (2010) / Créditos: Hartswood Films y BBC Wales / Fuente: Imdb
Martin Freeman and Benedict Cumberbatch in Sherlock (2010) / Créditos: Hartswood Films y BBC Wales / Fuente: Imdb

¿Quién descubrió por primera vez que una huella dactilar era un método válido para demostrar la culpabilidad de una persona en un asesinato? ¿Qué método científico permitió determinar con exactitud que existe la correspondencia entre dos huellas? La historia de la dactiloscopia, la ciencia que se encarga de estudiar la comparación entre huellas dactilares, comenzó hace varios siglos, cuando en la antigua China, alrededor del año 300 d.C. se usaban las huellas de la mano como evidencia en los juicios por robo.

Imagen: OpenMind / Datos: confilegal

Una colección de pequeños pasos

Después de la invención del papel en China (105 d. C.), en esta misma región se convirtió en práctica habitual estampar con tinta una marca del dedo o la palma de la mano en todas las hojas de un documento oficial. La dactiloscopia ha recorrido desde entonces un largo camino de oriente a occidente, una trayectoria guiada por los descubrimientos de distintos protagonistas que aportaron su propio “granito de arena” a la consolidación de esta ciencia:

  • Sir William James Herschel, considerado el primer europeo que percibió el potencial de las huellas dactilares para la identificación de individuos, era oficial del ejército británico en la India, cuando en 1850 comenzó a incluir huellas dactilares en los contratos.
  • Henry Faulds, por su parte, participaba en una misión como médico en Japón cuando empezó a coleccionar muestras de las huellas dactilares de humanos y monos. En 1880 y tras llevar a cabo su particular estudio, envió una carta al famoso naturalista Charles Darwin, en la que sugería que las huellas dactilares eran únicas además de clasificables y permanentes. Ese mismo año, Herschel se convertiría en la primera persona en publicar en una revista científica el valor de las huellas dactilares como instrumento de identificación.
  • Alphonse Bertillon era policía cuando desarrolló el método de identificación antropométrico o método Bertillon. La antropometría utiliza las medidas corporales de un individuo para identificarlo, dando por hecho que es imposible encontrar dos personas con un conjunto de medidas idéntico. Sin embargo, con el tiempo se desacreditó la fiabilidad de este método, a pesar de que Bertillón llegó a ser nombrado Jefe del Departamento de Identidad Judicial.
  • Sir Francis Galton fue otro de los eminentes científicos que aportó su granito de arena para resolver el misterio de las huellas dactilares. Primo del famoso Charles Darwin, su investigación estaba centrada en las cuestiones hereditarias. Encontró varios coeficientes de correlación (medidas que se corresponden entre sí) en el cuerpo humano a través de la antropometría. En cuanto a la dactiloscopia, ha pasado a la historia por ser el primer autor en publicar un libro sobre huellas dactilares “Fingerprints” 1982, donde demostraba que las figuras de las huellas dactilares son únicas e irreemplazables.

La prueba de fuego

De origen croata pero nacionalizado argentino, Juan Vucetich trabajaba en el Departamento Central de Policía de La Plata cuando se interesó por el trabajo que había publicado Francis Galton, tras lo que ideó personalmente un método para comprobar la correspondencia entre huellas dactilares, que en 1891 decidió poner en práctica recogiendo muestras de las huellas dactilares de 23 presos.

Ilustración: Sistema patentado por Juan Vucetich / Imagen: Instituto Argentino de criminalística

Corría el año 1892 cuando el asesinato de dos niños llevó a Vucetich a trabajar con la policía bonaerense. Las primeras investigaciones apuntaban a un hombre relacionado con la madre de los críos, pero los investigadores no eran capaces de hacerle confesar, a pesar de haber utilizado diferentes métodos de tortura. En la escena del crimen habían hallado una huella dactilar, manchada de sangre. Vucetich comprobó que pertenecía a la madre de los niños, Francisca de Rojas, quien  ante la evidencia confesó, derrumbada, el doble homicidio.

Tan solo 6 años después de que Vucetich pusiese en práctica el primer sistema eficaz de identificación mediante huellas dactilares, la Academia de Ciencias de París lo reconoció públicamente como el método más eficaz utilizado hasta el momento en la identificación de personas.

En la actualidad, las huellas dactilares han trascendido el ámbito criminal para convertirse en un método de identificación cotidiano, tanto que puede ser que lo utilices hasta para desbloquear la pantalla de tu smartphone. Las nuevas tecnologías facilitan el proceso de comparación y a pesar de la existencia de herramientas cada vez más precisas, la ciencia sigue corroborando la singularidad de estas marcas personales e inalterables. Las cifras pueden ayudar a entender la relevancia que tienen hoy las huellas dactilares en el sistema de organización de muchas sociedades. En Estados Unidos, el IAFIS (Integrated Automated Fingerprint Identification System), procesa una media de 63.000 huellas diarias, según sus fuentes oficiales. La verificación de antecedentes penales a la hora de conseguir un empleo y la posibilidad de poseer un arma de fuego en algunos estados de Estados Unidos obliga a los ciudadanos a registrar sus huellas de forma permanente en el sistema nacional. Paradójicamente, las nuevas tecnologías han dado pie a que la identidad que corroboran las huellas se convierta en sí misma en moneda de cambio para el cibercrimen. Incluso se alerta del uso de las fotos en redes sociales en las que se pueden apreciar estas marcas. ¿Tenemos que empezar a proteger nuestras huellas con más cuidado?

Dory Gascueña para OpenMind

@dorygascu

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